lunes, 13 de septiembre de 2010

Encuentro de Taizé en Santiago de Chile: “Con los brazos bien abiertos”


Taizé

Rodrigo y Fran, dos voluntarios del equipo de preparación, uno chileno y el otro español, nos comparten los primeros pasos de la peregrinación de confianza en Santiago. La Peregrinación de Confianza para una Tierra de Hermanos poco a poco empieza a tomar forma. Los voluntarios de España, México, Honduras, Italia, Francia, Bolivia y Chile ya tienen sus zonas de trabajo o por decirlo de otra manera de peregrinación. Iglesias cristianas, colegios y vicarias. Todos ellos van en busca de lugares de acogida para tantos peregrinos que visitarán Santiago de Chile en Diciembre. Los cantos “Donde hay Amor”, “Nada te turbe” empiezan a sonar alrededor de todo el país; Iquique, La Serena, Valparaíso, Santiago, Talca, Concepción, Puerto Montt y Chiloé.

Dos de nosotros fuimos juntos a una parroquia en los suburbios. Viajamos alrededor de una hora en transporte público hasta llegar a una Iglesia que nos esperaba con los brazos abiertos. Después de una pequeña presentación, nuestros nombres y de dónde veníamos, nos invitaron a acompañarlos en su oración para luego darnos el paso a hablar de la peregrinación: los inicios de la comunidad de Taizé, la vocación del Hermano Roger, la idea de una peregrinación de confianza en Chile. Las personas quedaron muy entusiasmadas, con ganas de participar, de acoger, hasta algunos se apresuraron al final de la charla para hablar con nosotros y así asegurar un peregrino en casa. Me recuerda mucho una frase de una canción que cantamos en Chile: “Y verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero”.

Por lo visto esa tarde la gente se va entusiasmando con el encuentro, sobre todo con el acogida de peregrinos y es por esta razón que la invitación se dirige a todas las Iglesias de Santiago para que abran sus puertas y su vida a hermanos del Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Venezuela y a muchos chilenos de distintos lugares del país, como también a jóvenes que vendrán de más lejos.

Cada uno de nosotros debe coordinar una zona de la ciudad con sus comunidades cristianas y parroquias para encontrar los lugares de acogida que recibirán a los peregrinos. Lo que más impresiona es saber que la mayoría de las personas están esperando nuestras visitas.

Hay una apertura para vivir esta etapa de la peregrinación de confianza. Quieren que sea como un signo de vida en el corazón de las comunidades cristianas: su ilusión es mostrar su compromiso por el Evangelio.

Las primeras visitas a lugares históricos de la ciudad son destellos de la alegría serena que Jesús nos da. Fue el caso de la celebración que vivimos en la Parroquia de San Cayetano de La Legua. Nos invitaron para celebrar la festividad de su patrón. Hace muchos años que los jóvenes de esta parroquia mantienen la amistad con los hermanos de Taizé y animan una oración regularmente en su Iglesia. Esta población está habitada por hombres y mujeres que saben enfrentarse a la realidad que les rodea.

En este barrio no muy lejos del centro de la ciudad, la inseguridad, el narcotráfico y el desempleo conviven con el esfuerzo diario de quienes eligen permanecer allí. Personas sencillas que aceptan la dureza que les rodea pero que no la miran con pesimismo. Sino que están contentos de vivir en medio del sufrimiento y colaborar con sus vidas desde la parroquia. Desde esta gente llegó el primer convoy de ayuda tras el terremoto a la zona más afectada del sur de Chile. Allí está la casa de acogida “Cristo Especial” donde trabajan con discapacitados físicos y mentales. Y el centro terapéutico “Joven levántate” donde se rehabilitan de su adicción a las drogas chicos jóvenes. Hace más de veinte años que cada madrugada jóvenes voluntarios salen por las calles del barrio para ofrecer “desayunos con Jesús” a los que sobreviven en las calles. Los voluntarios mismos amasan el pan con sus manos.

La sencillez acompaña cada encuentro, cada momento de oración y cada visita a otras regiones de Chile. Uno de nosotros fue invitado por la diócesis de Iquique a animar un encuentro de oración con jóvenes de esta ciudad al norte de Chile. En la región de Tarapacá esta ciudad sorprende por la belleza del mar y su playa en el pacífico. Al interior, tras un cerro de cuatrocientos metros de altura, se encuentra Alto Hospicio. Esta ciudad ha crecido en menos de veinte años con aquellos que vienen de lejos pero no tienen lo suficiente para tener su vivienda en la capital, sobre la costa. Y atravesando esta nueva urbe: el desierto de Atacama. Es enorme lo que se acierta a divisar. Las grandes salitreras abandonas, donde hace años se sacaba el abono natural para los cultivos, hoy abandonadas. Incluso hay pequeños pueblos fantasmas. A lo lejos se percibe la enorme cordillera andina. Es algo inexplicable verte rodeado de nada, casi nada, sólo arena y roca. Es un paisaje monótono que invita a la vida interior y a la sencillez de vida. Y la sorpresa… ¡encontrar un oasis en medio del desierto!

Con monseñor Marco Antonio Órdenes visitamos la comunidad parroquial de Pica. Ciudad fundada por exploradores españoles que es un remanso de paz. La vegetación del oasis, su árboles frutales, sus casas de madera y sobre todo sus habitantes que te reciben con cercanía. En la diócesis hay muchas iglesias dañadas por el terremoto de 2002, algunas casi destruidas. En Pica, su iglesia es toda de madera y están restaurando la estructura para que soporte nuevos sismos. En estos años los cristianos se vienen reuniendo en salones que hay junto a la antigua iglesia. Es precioso ver que los cristianos forman una unidad allí, en medio del desierto, su identidad de hermanos se mantiene, no sucumbe por las destrucciones de los fenómenos naturales. Este pueblo sabe luchar y caminar ante las adversidades.

En Iquique conocimos a los jóvenes de la pastoral juvenil. Ellos fueron el grupo más numeroso que participó en la peregrinación de confianza de Cochabamba en el año 2007, más de ciento cincuenta. Nos encontramos con ellos para tener una oración con jóvenes de parroquias y movimientos en el auditorio María Auxiliadora. Nos acompañó el obispo y los sacerdotes que animan la pastoral juvenil. Eran muchos, casi trescientos y recibieron con alegría la invitación de venir a Santiago en el mes de diciembre. Hay un día de viaje por carretera pero para ellos el sentido de peregrinación es grande.

Sin embargo, un gran desafío para estos tres últimos meses antes del encuentro, es la motivación de los jóvenes que viven en Santiago. Para esto se van formando grupos de trabajo en las distintas iglesias de acogida, los cuales tendrán la importante tarea de invitar y motivar a los jóvenes para que tomen parte en esta peregrinación.

Damos gracias y rezamos por aquellas familias que acogerán a los peregrinos, por todos los jóvenes chilenos que participarán para que logremos formar el proyecto concreto de una Tierra de Hermanos en Cristo.

Fuente: REDES CRISTIANAS

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