martes, 7 de septiembre de 2010

Entrevista al teólogo vasco José Arregui: “Quiero una Iglesia terapéutica y no patógena ni obsesionada por la doctrina y la moral personal”


JOSÉ MANUEL VIDAL

Primera entrevista de José Arregui, el teólogo franciscano que abandona su orden
“No guardo rencor a monseñor Munilla, es sólo un peón de un sistema anacrónico e inhumano”
Franciscano sin hábito Se va Arregui: gana Munilla, pierde la libertad “Mi casa es la Iglesia en la que nadie excluye a nadie” Tiene 57 años y es franciscano desde los 10.

Ayer, “con dolor y vértigo, pero con paz” anunció que abandona la Orden Franciscana y que “no guarda rencor” a monseñor Munilla, el obispo de San Sebastián que le obligó, por criticar su nombramiento, primero a guardar silencio y después amenazó con desterrarlo a Latinoamérica.

Hoy, José Arregui explica las razones de su marcha y cómo se presenta su futuro. Le duele, especialmente, “el vacío de algunos franciscanos” y denuncia la “cruzada restauracionista de la Iglesia española”. Eso sí, niega que “de momento” vaya a dejar de ser cura. Deja de ser fraile, pero no sacerdote, porque “la Iglesia en la que nadie excluye a nadie” es y seguirá siendo su casa.

¿A dónde se va José Arregui, tras dejar la orden franciscana?

Está claro que no me voy a ningún lado. Bueno, sí, me iré a vivir a un piso de Arroa, un pueblecito del municipio guipuzcoano de Zestoa.

¿Qué va hacer?

Me ganaré la vida dando clases (no teología, claro está) en la Universidad de Deusto. Por lo demás, quiero seguir comprometido con la comunidad cristiana de mi diócesis o de otras diócesis, haciendo lo que fundamentalmente he hecho hasta ahora: vivir la espiritualidad y buscar para mí y para los demás nuevas formas de decir y de vivir la fe cristiana en esta sociedad y cultura.

¿Por qué ha tomado esta decisión?

Para ser fiel a mi propia historia, mi ser, mi conciencia, y a lo que entiendo que es también mi misión. Por eso dije que no acataría las órdenes de silenciamiento total (predicación, enseñanza, escritos) que Mons. Munilla exigía a mi Provincial tomar conmigo. Este acto de desobediencia o de “insumisión” eclesial planteaba una situación muy delicada y conflictiva a mi Provincia franciscana, y para evitarlo decidí desvincularme de la Orden.

¿Se va sin ira hacia monseñor Munilla?

Sinceramente, no guardo ningún rencor para Mons. Munilla. ¿Por qué habría de hacerlo? Yo no juzgo a su persona. Él no es más que un peón de un sistema eclesiástico que simplemente me parece anacrónico y puede ser a menudo inhumano.

¿Su caso es significativo de la actual situación eclesial?

Tal vez lo sea. El “caso” lo forman los medios en determinadas circunstancias, y a mí me ha tocado estar aquí. Pero el mío es un caso más de los infinitos que ha habido y sigue habiendo. Lo urgente y decisivo es poner todos un granito de arena para que la Iglesia sea terapéutica y no patógena, para que sea fermento de aquella humanidad justa y fraterna que soñó Jesús y no la pesada maquinaria burocrática que ha llegado a ser, no la secta fundamentalista que está llegando a ser, obsesionada por la doctrina y la moral personal (sexo, familia, reproducción…).

¿Qué es lo que más le ha dolido en toda esta situación? Hay muchísima gente -casi todas las personas- que viven situaciones infinitamente más dolorosas que la mía, y no tengo de qué quejarme. Yo llevo mi pequeña parte de conflicto, y ahora de inseguridad en todos los aspectos. Tal vez, lo que más me ha dolido es el vacío de algunos de los franciscanos que me son más próximos, pero no tiene importancia.

¿Se ha sentido respaldado?

Me he sentido muy respaldado por muchísima gente, más allá de fronteras religiosas. Y sentir que tanta gente comparte una manera de creer y de pensar reconforta mucho. Pero debo aprender mucho más a prescindir de eso.

¿La Orden franciscana hizo todo lo que podía hacer por usted?

Es difícil saberlo. Cuanta más autoridad o poder se tiene en una institución religiosa cualquiera, menos libertad se tiene, más atado se suele estar a dudosos intereses institucionales. No digo de ningún modo que yo no tenga intereses dudosos: los tengo. Pero es muy triste ver que en la cúpula de la Orden franciscana haya gente que aspira a la mitra y no repara en medios para lograrla.

¿Cómo se asume espiritualmente una decisión como la suya? ¿Cómo se conjuga la conciencia con la realidad eclesial de Guipuzkoa?

Tengo la impresión de que la gente de a pie, alejada de nuestros montajes y debates clericales, asume con total normalidad que uno sea fraile o deje de serlo. La gente, para poder vivir, toma decisiones arriesgadas todos los días. Los miembros de las instituciones religiosas tendemos demasiado a apelar a motivos transcendentes (o incluso a la “conciencia”) para hacer unas opciones que simplemente forman parte de toda vida con su gran dosis de riesgo e inseguridad.

¿Es sostenible la situación de la Iglesia en Guipuzkoa?

Francamente, lo veo difícil. Creo que la inmensa mayoría tiene una actitud muy positiva y colaboradora con el nuevo obispo. Pero me parece que hay en la Iglesia católica, y de manera especial en la Iglesia del Estado español, una especie de cruzada restauracionista que está minando gravemente el ánimo de los mejores.

¿A pesar de todo, la Iglesia sigue siendo su casa?

Sin ninguna duda que sí. La Iglesia, la gran Iglesia de los hombres y las mujeres que viven de mil maneras el consuelo y la esperanza del evangelio. Esa Iglesia es mi casa, y en ella nadie excluye a nadie.

¿Exclaustración o secularización?

Me secularizo, es decir, me desvinculo de la Orden Franciscana o de los votos religiosos… De momento, ni siquiera me planteo dejar el sacerdocio.

Algunos titulares

“Me ganaré la vida dando clases (no teología, claro está) en la Universidad de Deusto”

“No guardo rencor a monseñor Munilla, es sólo un peón de un sistema anacrónico”

“Munilla exigía a Provincial mi silenciamiento total”

“Lo que más me ha dolido es el vacío de algunos de los franciscanos que me son más próximos”

“Quiero una Iglesia terapéutica y no patógena ni obsesionada por la doctrina y la moral personal”

“Es muy triste ver que en la cúpula de la Orden franciscana haya gente que aspira a la mitra y no repara en medios para lograrla”

“En la Iglesia española hay una cruzada restauracionista que está minando gravemente el ánimo de los mejores”

“Mi casa es la Iglesia en la que nadie excluye a nadie”

(Publicado en Religión Digital)

Fuente: REDES CRISTIANAS

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