lunes, 11 de octubre de 2010

Como deberíamos entender el orden sacerdotal las Iglesias diversas.


ORDEN Y JERARQUÍA DE LAS IGLESIAS

La definición del diccionario nos dice “ colocación de las cosas en el lugar que les corresponde”. En este sentido es natural que se de cierto orden en la Iglesia Universal y en la ICL (Iglesia Católica Liberal de la que procedemos), ya que se trata de un organismo vivo y el orden es importante para que pueda vivir. Nuestra Iglesia es un organismo integrado por multitud de miembros distintos que desempeñan funciones diversas. La diversidad de funciones reclama un orden.

En la Iglesia Universal la superioridad jerárquica, es funcional y es superioridad en cuanto a servicio. La potestad para realizar ese servicio no se da en beneficio del individuo sino en beneficio de aquellos a quienes tiene que servir. En la ICL como parte de esa universalidad sucede prácticamente lo mismo.

Existen imágenes que actualmente podemos aplicar para la ICL del reino de España:REDIL, como la misma palabra indica se trata de una agrupación cuya única puerta seria Jesucristo, GREY de la que el mismo Dios se profetizó Pastor, también podemos utilizar la expresión EDIFICACIÖN DE DIOS en la cual Cristo es su piedra angular ya que los miembros de la ICL servimos al prójimo como si fuésemos piedras vivas para edificar nuestra iglesia, como templo santo o como casa de Dios. También existe el término FAMILIA pues ya San Pablo llama a los cristianos familiares de Dios. No olvidemos el término CUERPO muy utilizado desde los tiempos del Concilio de Trento, para decir que los miembros de la Iglesia somos cuerpo místico de Cristo con diversidad de miembros que desempeñan diversas funciones ordenados bajo la cabeza que es Cristo. La expresión PUEBLO DE DIOS figurado por el pueblo de Israel (en el A.T.) y que es el pueblo del nuevo testamento convocado por Cristo en el Espíritu para ser instrumento de redención universal.

Uso eclesial del término orden
Desde el primer momento hay en la Iglesia vencedora unas autoridades jerarquizadas. Pero nunca se utiliza el término orden para designarlas. Esta palabra se toma de la lengua habitual, tanto en escritos griegos como en los latinos. Para los griegos el orden consiste en la relación de cosas o de personas distintas que confluyen hacia la principal, de suerte que se establece una escala: cada persona es un eslabón, o grado. Para los latinos se llama orden a los diversos estamentos sociales: los que pertenecían a alguno de estos órdenes estaban por encima del “vulgo profano”. Esta visión romana tiene un marcado carácter colegial, así el Ordo determina la existencia del Collegium (parecido a hoy: colegio de médicos, arquitectos, abogados…) Algunos progresaban en la carrera y alcanzaban los supremos grados de la magistratura.

El término hizo fortuna en el cristianismo dominante, precisamente por expresar la existencia de una escala de autoridades eclesiales con funciones superiores a las que corresponden a los fieles cristianos. Después en el cristianismo primitivo el término se carga de matices: un grado clerical o su conjunto, el acto de incorporación a ese grado. Se da la distinción entre clérigos y laicos. Clero proviene de Kleros=suerte, parte de herencia.

A partir de su significado precristiano, ordenar corresponde a quien tiene autoridad, de ahí que los a representantes supremos de esa autoridad se les denomine ordinarios y sus prescripciones ordenes. La autoridad puede ordenar personas; esta ordenación es según las atribuciones que tenga la autoridad que ordena. En la Iglesia la ordenación de un fiel cristiano para que quede constituido en miembro de uno de los grados de la Jerarquía requiere además de la elección y nombramiento, un rito sagrado: consiste en imposición de manos (jeirotonia à término usado por los SS.PP. griegos). Este oficio sagrado de la jeirotonia es susceptible de grados y a cada grado le corresponde un ministerio. Sus funciones son: evangelización, culto y gobierno à triple muros.

La potestad de orden.
Es la que se recibe mediante la ordenación sagrada, para el servicio sagrado del Evangelio. Capacita para la triple función: triple murus. Es una potestad de derecho eclesiástico. Ninguna de las tres funciones tiene su origen radical en la jurisdicción que da la Iglesia sino en Cristo, por sacramento del Orden, los laicos no tienen.

Una cosa es la potestad sagrada conferida por el sacramento del orden y otra el ejercicio de la misma ya que la Iglesia regula este ejercicio para que sea lícito. El ministro ejerce potestad en nombre de Cristo.

Como complemento de esa potestad cultural, la Iglesia mayoritaria, concederá a los que ya tienen la potestad de orden la de jurisdicción que incluye la función evangelizadora y de gobierno, por tanto es de derecho eclesiástico.

El orden en las religiones paganas y en Israel.

a) En las religiones paganas: En la antigüedad la función cultual corresponde a los representantes del clan, tribu o familia. En los imperios antiguos era el rey, emperador, el responsable del culto, delegando la función de suprema autoridad religiosa en algún súbdito: los sacerdotes profesionales. Estos tienen cierta autoridad sagrada, (Egipto, Babilonia, Grecia, Roma, América precolombina).

Rasgos comunes: suele haber un sumo sacerdote, y a partir de él, los demás están jerarquizados en escala descendente; son una casta con derechos, hacen ofrendas a la divinidad, custodian templos, cultivan sabiduría críptica: conocimientos avanzados que tenían los sacerdotes de Asclepio en medicina (cesáreas…) Por ejemplo también los Mayas en astronomía. Por tanto la necesidad religiosa es connatural al hombre.

b) En Israel: estrictamente monoteísta, superioridad manifiesta en contenidos, doctrinales y morales no siempre pudo tener el esplendor externo de las religiones vecinas de grandes imperios. El sacerdocio en Israel es de institución divina a partir de Aarón y de sus hijos, que fueron ungidos (Nm 3,3)

El ritual de consagración los capacita para misión santificadora, custodios de la Palabra de Dios y su Alianza y realizadores del sacrificio por el pecado, del holocausto y del sacrificio de comunión. El A.T. refleja un largo proceso en el ejercicio de estas funciones. Ya los patriarcas ofrecen sacrificios al Altísimo y como representantes de sus respectivas familias: Abraham, Isaac y Jacob actúan como sacerdotes.

Al constituirse el pueblo de Israel, Dios mismo establece sacerdotes y levitas jerarquizados, después se centraliza el culto en el Templo de Jerusalén cumpliendo sus funciones bajo la presidencia de un Sumo Sacerdote. Los sacerdotes en Israel, antes como después del destierro tienen tendencia a limitarse a cumplir la función cultual olvidándose de ser guardianes de la Alianza. Los profetas se lo censuran con frecuencia. Ello motiva la escisión de los descendientes de Sadoq que trataron de ser los Guardianes de la Alianza, y son los que fundarían después la comunidad de Qumrán, (los famosos manuscritos proceden de este colectivo). La tendencia a limitarse al culto contribuye a que sacerdote signifique ministro del sacrificio; hiereus significa sacerdocio del rito organizado y escalonado y de esta palabra proviene jerarquía.

Los colegios judíos de zâkenin coinciden con el grupo de presbíteros de Hechos 15. Las coincidencias sociales se dan por el A.T. hasta el punto de que a los clérigos cristianos se les llamaran levitas, e incluso en los siglos I y II se evita el término hiereus para el ministro cristiano para evitar inducir a confusión.

El orden en el Nuevo Testamento.
Los Doce
Cristo no tiene sucesores pues Él mismo está presente en su Iglesia, pero tiene ministros en su nombre, personas llamadas por Dios para desempeñar peculiares oficios de servicio a los demás. Todos los miembros de la Iglesia participan de las funciones sacerdotales de Cristo: son pueblo sacerdotal, aunque está jerárquicamente estructurado de modo que algunos están encargados del pastoreo. Cristo convocó a los doce para cumplir tareas:

- Anunciar el Evangelio.
- Hacer discípulos.
- Perdonar los pecados.
- Consagrar la eucaristía.

Les encomendó la misión que Él había recibido del Padre. Después de la Ascensión ya no hay presencia viva, pero sí consciencia de su presencia invisible y de que Él es la autoridad. Estos ministros son los Apóstoles y supeditados a ellos hay otros responsables de grupo. Todos desempeñan una diaconía. Los apóstoles ejercen la autoridad sobre las iglesias que van fundando, en virtud de la función que Cristo les ha confiado. Cumplen su misión mediante la predicación del Evangelio. Se presentan como testigos de Jesús. Administran los sacramentos como presidentes del culto en la fracción del pan (Hch 20,7), en el bautismo, en el perdón de los pecados (Jn 20,21-23) en la imposición de manos para transmitir la misión.

Otras autoridades eclesiales
En Hch 6,1-6 se narra la elección de los siete primeros diáconos a quienes los apóstoles les impusieron las manos. Las autoridades en ausencia del apóstol fundador, desempeñan funciones de mayor responsabilidad. Son los obispos llamados “presbíteros”. Éstos constituyen un grupo que actúa colegialmente; el “presbiterio”. Durante el siglo I es imposible distinguir las funciones estrictamente episcopales de las de un presbítero, porque muchas veces en los textos aparecen como “ancianos en la fe” Entre estas gentes está claro que había un grupo que ejercía el gobierno directo de las comunidades y que presidían el culto.

Jean Colson propuso que en las comunidades fundadas por San Juan destacaba el obispo monárquico, que se distinguía de los presbíteros. Se apoya en que el “Ángel de las iglesias de Asia” es el obispo. Las comunidades fundadas por San Pablo tenían régimen colegial. El presbítero ante cualquier contingencia apelaba al apóstol. Pero en los primeros años de siglo II las cartas de San Ignacio de Antioquia suponen la existencia de una misma estructura jerárquica en las iglesias fundadas por San Juan y San Pablo en las que hay ya un obispo, que está al frente del presbiterio. Tras la muerte de los apóstoles, era natural que destacara la figura del presidente del presbiterio para el que se reserva el nombre de obispo. Aunque esto no puede demostrarse con total seguridad, San Jerónimo cree que estaba clara la existencia del Consejo de Presbíteros.

La sucesión Apostólica.
Todo parece indicar que al morir los apóstoles el presbiterio hereda la misión de seguir ejerciendo en cada iglesia la triple función: en orden de progresión iniciática existe sacerdocio de primer grado correspondiente al diácono, sacerdocio de segundo grado correspondiente al presbítero, y sacerdocio de tercer grado que equivale al obispo. Se les exhorta a ser fieles a lo que habían recibido, a la tradición que ya es muy fuerte en la iglesia primitiva. Indudablemente los sacerdotes tienen sucesores, y esta sucesión se centra en los presbíteros y sólo más adelante se concretará en los presidentes de tales presbiterios que llegaran a ser los obispos. Estos sucesores no serán ya testigos excepcionales pero sí tendrán la triple función mencionada con anterioridad. La sucesión se hace mediante la jeirotonia (imposición de manos). La iglesia seguirá teniendo sus pastores, y cumpliendo la misión confiada por Cristo a los doce. Algunos de estos pastores estarán capacitados para seguir imponiendo las manos y así asegurar la cadena de la sucesión apostólica.

La Iglesia dominante ha sostenido siempre que el mismo Cristo instituyó los tres órdenes de obispo, sacerdote y diácono y que los apóstoles consagraron a los primeros obispos. La iglesia presbiteriana y otras que carecen de sucesión apostólica, arguyen que en la primitiva época eran palabras sinónimas obispo y presbítero, y añaden que cuando se fundaba una Iglesia bajo influencia judaica se le llamaba ancianos a los ministros y si predominaba la influencia gentil se les denominaba obispos.

Algunas Iglesias dan mucha importancia a la imposición de manos, pero dicen que se ha venido sucediendo a lo largo de una línea continua de presbíteros desde Cristo hasta nuestros días y por lo tanto, no es necesaria la intervención del obispo (iglesias evangélicas).

En 1883 Brienio, arzobispo griego ortodoxo de Nicomedia descubrió el documento llamado La Didache o Enseñanzas de los doce apóstoles a que aluden en sus escritos algunos Padres de la Iglesia. En este tratado hay pasajes oscuros que se ocupan en el asunto sugiriendo que los primitivos órdenes fueron: apóstoles profetas e instructores nombrados carismáticamente por directa inspiración de Dios.

El reverendo A E: J. Rawlinson en su obra “Foundations” afirma que la sucesión no es certeramente demostrable y el doctor Siete asegura que el cristianismo primitivo no reconocía ningún don de gracia fuera de la comunión católica dejando la hipótesis de la Didache sin corroboración por parte de las epístolas de San Pablo. De todos modos se trata del documento más importante de la era post-apostólica y la más antigua fuente de legislación eclesiástica que poseemos. Es un compendio de preceptos de moral, de instrucciones sobre la organización de las comunidades y de ordenanzas relativas a las funciones litúrgicas; tenemos aquí un conjunto de normas que nos ofrecen un cuadro magnífico de la vida cristiana en el s. II d. C. Esta obra viene a ser el código eclesiástico más antiguo, prototipo venerable de todas las colecciones posteriores deConstituciones o Cánones Apostólicos con que empezó el Derecho Canónico en Oriente y Occidente.

Está dividida en dieciséis capítulos en los cuales se distinguen dos partes principales: la primera del capítulo uno al diez, presenta instrucciones litúrgicas y la segunda comprende normas disciplinares. La obra concluye con el capítulo sobre la Parousía del Señor y sobre los deberes cristianos que se deducen de la misma.

En la Didaché no hay inclinación alguna que permita afirmar la existencia de un episcopado monárquico. Los jefes de las comunidades se llaman episkopoi y diakonoi; pero no aparece claro si estos episkopoi eran sacerdotes u obispos. En ninguna parte se hace mención de los presbíteros. En algunos pasajes se llega a la conclusión de que en la jerarquía local quienes jugaban un papel importante eran los profetas. Así en el capitulo 13,3 leemos acerca de ellos:”Ellos son vuestros sumos sacerdotes.” Podían celebrar la Eucaristía: “A los profetas permitidles que den gracias (εύχαριστεϊν) todo el tiempo que quieran.” (10,7). El rango que ocupaban los profetas era tenido en mucha estima pues se decía de ellos que no podían ser juzgados. Sería en efecto un pecado contra el Espíritu Santo el criticarle.

Sabemos que algunas Iglesias de nuestro entorno peninsular, han dudado de nuestra sucesión. Incluso hemos llegado a descubrir que han creado solapadamente una página en Internet donde califica de cloaca moral a la ICL.. Al respecto quiero decir que nosotros seguimos la tradición antigua con tal escrúpulo, que nuestra separación de Roma se produce segundamente durante el Concilio Vaticano I porque éste rompe precisamente con las tradiciones antiguas de la Iglesia (Concilio de Trento), dícese la misa en latín, y toda su rica liturgia heredera de la Iglesia de la Didaché, escindiéndose por tanto, la Iglesia Veterocatólica. Posteriormente, en 1916 la rama más fuerte de ésta, se transforma en la ICL, que conserva toda la pureza litúrgica de la antigüedad. Que por tanto claro este tema y no hace falta comentar más.



Los teólogos de la ICL trabajan sobre los textos gnósticos, porque están en la certeza, de que estos tienen razón al afirmar la existencia de una secreta tradición, esto es, la de que Cristo comunicó a sus apóstoles antes y después de su Ascensión muchas cosas referentes al Reino de los Cielos; y que algunas de estas cosas se mantuvieron secretas por orden Suya, entre los miembros de la comunidad esenia a la que había pertenecido.

Ministerios pastorales y carismas.

En nuestros días ha rebrotado la teoría de Iglesia no jerarquizada. Los seguidores de la “Causa de Jesús” como Marsen carecían al principio de autoridades jerárquicas y según R. Bultman sólo estuvieron guiados por los carismáticos. Hans Küng comparte esta teoría para las iglesias paulinas y concretamente de Corinto. Estos autores pretenden eliminar la autoridad externa de la Iglesia. San Pablo habla en la primera carta a los corintios de carismas, ministerios y operaciones, que hacen referencia a un mismo Señor. Los apóstoles por encargo de Cristo son los principales profetas poseedores de la función de gobierno y la presidencia del culto, coexistiendo ambas en armonía. San Pablo procuró que sus iglesias mantuvieran estrechos lazos de unión con Jerusalén.

En Corinto hubo una revuelta contra las autoridades. Pablo trata de que no haya divisiones y que todos se sometan a ellas. Los carismáticos cuando los hubiere, están supeditados a las autoridades externas, con lo que podemos afirmar que el término “carisma” significa don de Dios para el servicio de los demás y en ocasiones grado jerárquico recibido por imposición de manos. Está muy lejos de los carismáticos la rectoría de la Iglesia. Así la autoridad es única, escalonada en grados siguiendo un sistema piramidal de poder que podría compararse con los distintos escalafones militares: obispo, presbítero y diáconos. Tampoco se trata de que influyan en la elección de candidatos, pues con los siete primeros diáconos viene la comunidad. Los carismáticos son instrumentos de mociones del Espíritu, importantes para la vida de la Iglesia, aunque no se trata del gobierno de la misma.

3 El orden en los tres primeros siglos.

En los padres apostólicos.
La didaché, el documento cristiano más antiguo que ha llegado hasta nosotros, atestigua la existencia de obispos y diáconos, acerca de los cuales indica sus cualidades morales y su superioriad sobre los carismáticos. En la primera carta de Clemente Romano a los corintios hacía el 96 d. C. quiere devolver la paz turbada por la rebelión en contra de las autoridades. Éstas son los presbíteros. Quienes predican en las ciudades instituyen a sus primogénitos en el Espíritu como obispos y como diáconos, siendo el esquema jerárquico igual que deja ver San Pablo en sus escritos. Mencionados en plural parece que ejercen gobierno colegial.

En las cartas de San Ignacio de Antioquia (107 d. C.) tiene un esquema jerárquico en el cual cada Iglesia tiene un solo obispo juntamente con el presbítero y los diáconos. Sin ellos no habría iglesia. En cada Iglesia el obispo hace las veces de Cristo: preside, gobierna… Los presbíteros forman colegio supeditado al obispo. Los diáconos sirven a Cristo sirviendo a la Iglesia sometidos al obispo y al presbítero. El objetivo de San Ignacio es persuadir a los fieles de que se mantengan unidos a las autoridades eclesiales ya que esta unidad en aquellas circunstancias era vital.

La carta de San Policarpo de Esmirna (108 d. C.) dirigida a la Iglesia de Filipos en la que insiste en la necesidad de someterse a las autoridades eclesiales: presbíteros y diáconos, sin que se menciones al obispo de Filipos. (¿significa que está incluido con los presbíteros?). El mismo Policarpo no se autotitula como obispo de Esmirna sino que escribe con los presbíteros que están con él.

El Pastor de Hermas hacia el 140-150 d. C. sigue igualando el presbítero al obispo. Hermas parece que era hermano del Papa San Pío I y sin embargo no destaca el papel de éste como obispo de Roma sino que mantiene los viejos esquemas terminológicos subrayando la colegialidad.

La Apología de San Justino hacia el 150-155 d. C. habla de presidente, refiriéndose a las celebraciones litúrgicas aunque no aclara si esa figura es un obispo, pero sí que los diáconos distribuyen la Eucaristía.

La síntesis de todo esto es que los Padres Apostólicos atestiguan la existencia de ministros en grados diversos, pero cuya denominación y funciones sólo San Ignacio los precisa. El presbítero heredero en cada iglesia del ministerio de los apóstoles es el corazón de la jerarquía, aunque no queda claro en ningún momento que se trate de un obispo,

Durante los primeros tiempos del Cristianismo las comunidades por lo tanto se reunían alrededor de las figuras de un grupo de personas encargadas del gobierno espiritual, administrando sacramentos, animando en la fe… pero sin poseer una estructura de mando sobre los miembros de la comunidad. Esta evoluciona posteriormente cuando empiezan a surgir elementos de control y gobierno estrictos dentro de las comunidades que empiezan a ser imitadores del gobierno civil. La estructura como la conocemos hoy en día empezará a fraguarse a partir del siglo IV cuando Constantino establece al cristianismo como religión oficial del Imperio, ligándola a la Administración y al Poder Civil. Un ejemplo de esto es que aún hoy en día sobrevive el término diócesis, antigua provincia dentro de la organización civil del territorio del imperio romano.

Rvdo. H. Fedz.
Decano del Aula de Teología.


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