jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Teología del insulto?


Desde que, hace poco más de un año, empecé a publicar este blog, yo me pregunto si es posible hacer teología utilizando el insulto, la agresión, la ofensa y la descalificación como argumento. De ahí, la pregunta que me planteo tantas veces: ¿es posible hacer teología mediante ofensas, insultos y agresiones todo el que no piensa como yo? Por desgracia, en el mundo mediático de la religión, es frecuente que quien lee algo que contraríe sus propias ideas o intereses responde enseguida, no ya dando argumentos, para defender sus propias convicciones, sino propinando expresiones humillantes al que se atreve a decir lo que a mí no me gusta o afirma lo que yo pienso que es falso. De ahí, mi pregunta, que repito de nuevo: ¿se puede hacer teología utilizando como argumento la agresión al contrario?

Yo creo que no. Porque hacer teología es hablar de Dios, si es que es realmente teología lo que se pretende hacer. Pero, ¿cómo es posible hablar de Dios mediante descalificaciones personales, expresiones humillantes, insultos y otras lindezas por el estilo? Desde la Edad Medía, allá por los tiempos gloriosos de la Escolástica más genuina, se viene hablando de la "rabies theologica", que no es ni más ni menos que la destemplanza en el discurrir y el hablar en que con frecuencia incurrimos quienes nos ponemos hablar de cosas santas y sagradas, en las que nos imaginamos que metemos a Dios, cuando en realidad lo que metemos es la pata hasta el fondo.

Tengo la impresión de que esto es tan serio y tan fuerte, que a mí me parece que los textos de los evangelios que ponen en boca de Jesús expresiones ofensivas a sus oponentes (por ejemplo, escribas y fariseos), eso jamás lo dijo Jesús, sino que se trata de interpolaciones que, después del año 70 (cuando cayó Jerusalén en manos del poder imperial de Roma), los cristianos se atrevieron a poner en boca de Jesús lo que salía de su propia boca, lo que no sirvió sino para fomentar, ya desde entonces, el vergonzoso antisemitismo que tanto daño nos ha hecho a todos, no sólo a los judíos.

Y termino asegurando que, al decir estas cosas, aquí el primer culpable soy yo. Porque, a veces, hablo de manera que se me ve el plumero. Quiero decir, se me nota el apasionamiento, el partidismo o cosas parecidas que, en todo caso, son cualquier cosa menos teología. Este blog quiere ser "Teología sin censura". Pero con tal que sea eso, "teología". Y teología hecha desde la libertad de pensar y de decir lo que se piensa. Pero siempre pensando y diciendo lo que, por el fondo y por la forma, podría ponerse en boca de Dios, salvando las distancias y admitiendo todos los posibles respetos que, en justicia, se merece el santo nombre de Dios.

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