miércoles, 15 de febrero de 2012

Andando.



Por Aldo Etchegoyen (Obispo (E) Iglesia Evangélica Metodista Argentina).
Buenos Aires.

Baltasar Garzón corrió el telón que escondía la impunidad de políticos, militares, policías y  otros cómplices  del horror durante el régimen franquista en España además,  su valentía abrió el camino para testimonios de muchos familiares afectados que desde hace años reclaman justicia.

Pienso que, a mucha gente le ha sucedido lo que a  mí,  me refiero  a lo que supimos de aquel régimen luego de  esa valiente actitud en su intento por juzgar los crímenes   de  lesa humanidad que enlutaron  a miles de familias durante  esos años cuando el terrorismo de estado se adueñó del país. 

Fue  correr un nefasto telón  que escondía una dolorosa historia de la desaparición forzada de unas 120.000 personas,  fusilamientos de a tandas conforme a la capacidad de los camiones para transportar cadáveres, torturas, exilio, aproximadamente 30.000 niños y niñas que perdieron su identidad y otras formas de violación a los derechos humanos.  Hasta hemos visto fotos de Franco junto con Hitler y otros hacedores de la muerte. 

Una vieja canción francesa comenzaba diciendo “el primero que diga la verdad, debe ser ejecutado”  Cuando conocí el resultado del juicio, inmediatamente  recordé aquella canción, pero la noticia anunciaba que el juicio no era por su propósito de enjuiciar el franquismo sino por escuchas telefónicas secretas en un juicio por corrupción política. ¿Cómo llamar esa maniobra jurídica? ¿Manoseo de la ley? 

Sabía el mundo entero que el cargo fuerte contra Garzón era el prevaricato, investigar lo prohibido, pero finalmente el camino fue por otra senda.  Pienso que, escondido detrás de todo, el objetivo era evitar que la ley abra camino rompiendo los escollos del poder impune. 

Lo escribe muy bien  el ex fiscal Hugo Cañón “El poder real no toleró este camino de la verdad y la justicia y comenzó a planificar la destrucción del Juez Garzón que se acaba de concretar” 
Siglos atrás un maestro revolucionario de Nazaret de Galilea que hablaba del Reino de Dios y su Justicia fue crucificado por luchar contra todo lo que se oponía a la verdad, la  justicia y la dignidad humana, en la historia hubo muchas otras formas de “enjuiciar”  a los justos, hoy le ha tocado a un Justo que incluso se atrevió a denunciar muy fuerte  la carencia de justicia y torturas en la muy segura cárcel en Guantánamo. 
   
Largo camino nos falta recorrer para vencer tantas formas de impunidad del poder.  El desafío es seguir andando.+ (PE)

(*) Aldo M. Etchegoyen. Obispo (E) Iglesia Evangélica Metodista Argentina. Co-Presidente de la APDH.


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Fuente: ECUPRES

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