martes, 17 de abril de 2012

Sobre el fracaso de la Catedral de Cristal.



La Catedral de Cristal, muy conocida en  Estados Unidos, tenía un programa de TV que en los 90 lo veían unos  6 millones de personas al mismo tiempo que  “los principales artistas cristianos se peleaban por salir en el programa”, comenta el pastor Lucas Leys en un artículo publicado en Cristianet.

Fundada por el pastor Robert Schuller, quien “solía verse con los presidentes de Estados Unidos y el mundo”, tenía 12 mil miembros estables, pero fue declinando hasta “terminar con una bancarrota vergonzosa de 60 millones de dólares, una congregación vaciada y una venta controversial de la propiedad a una diócesis católica romana.

Lucas Leys, pastor de jóvenes, quien capacita la mayor cantidad de líderes juveniles en Hispano América, analiza lo ocurrido señalando “3 errores que se cometieron en la catedral que los pastores latinos de las próximas generaciones debemos evitar”

Uno de ellos es el “Construir templos con el ego y no la cabeza” Leys comenta que “Schuller, como muchos otros pastores en el pasado y el presente, se dio cuenta que a cualquier grupo de personas le motivan las conquistas, las metas consumables y los logros que le dan a ese grupo (o congregación) una sensación de éxito. Él se dio cuenta que toda iglesia que construye templo, crece”

El pastor de jóvenes sostiene que no hay problemas con esa estrategia “si al hacer el templo se presupuesta pensando también en los costos de mantener el templo” y “una vez construido ya no hay meta visible y es mucho más difícil motivar a la gente porque ahora hace falta pagar el aire acondicionado, las cuentas de luz y el agua de los baños”.

Además hay otras cuestiones como que “En la Catedral de Cristal todo pasaba porque se viera bien en TV pero era una pesadilla encontrar funcionalidad a esas estructuras”  Todo era pensado para la TV y  “el dinero con el que se construía no venía de la congregación sino de ofrendas especiales de gente rica externa que de tanto en tanto le donaba a Schuller”

O sea, no había nada de malo en usar esas ofrendas “pero es muy peligroso hacer presupuestos millonarios basados en ofrendas esporádicas y no en la congregación estable” construyendo “una cultura de que todo era tan valioso que era inmodificable y hasta sagrado. Aunque no funcionara, al haber costado tanto, no se podía cambiar nada. La congregación estaba para servir al templo y no el templo a la congregación”

En el mencionado artículo publicado por Cristianet, Levis aprecia  que el segundo error fue “Rodearse solamente de chupamedias y practicar el nepotismo”
Al informar que él trabajó en la Catedral de Cristal, recuerda que en su  inicio le causó “un shock descubrir que el staff de la iglesia le tenía miedo al pastor. Cuando el pasaba o se acercaba todos actuaban como que estuvieran tratando de encubrir algo”. Así las secretarias y los servidores “le decían a Schuller lo que quería escuchar en vez de lo que tenía que escuchar”.

Por otra parte se dio cuenta de que Schuller  “estaba rodeado de solo 2 tipos de personas: empleados y familia” y que “Por pensar en las reuniones como `shows´ y no avocarse al desarrollo de la congregación, las reuniones tenían un montón de profesionales (hasta no cristianos) que hacían que el culto se viera espectacular, pero nadie movía un dedo sin cobrar y eso era otra trampa a largo plazo”
También detectó que “En todos los puestos claves de la iglesia había un familiar y siempre la pregunta que vagaba por el aire era: ¿Está ahí porque es bueno o por qué es familia? y la repuesta se demostró con sus dos sucesores: Su hijo llevó la congregación de 10.000 a 1.000 en pocos años y luego su hija terminó de rematar el ministerio (y no es porque no había buenos pastores disponibles que no pudieran hacer el trabajo)”

Lucas Leys, Doctor en Teología, graduado en el Fuller Theological Seminary,  opina que el tercer error fue “No invertir en los jóvenes y creer que las estrategias son eternas” 
Explica  que “la catedral nunca tuvo un ministerio juvenil sano” dado que “las bancas del templo estaban llenas de visitas, Schuller no se dio cuenta que la congregación iba envejeciendo con él y no se estaba haciendo demasiado para atraer a las nuevas generaciones” porque “Una cosa es tener un templo lleno y otra diferente es una iglesia fuerte” que “necesita un poderoso ministerio de niños y un estratégico ministerio de adolescentes”

En su reflexión final, Leys clarifica su pensamiento al señalar que no está mal edificar templos grandes y confortables pero que  “Lo importante es que no sea el ego lo que inflame la llama y que siempre se tenga claro que la iglesia está formada por personas y los edificios son solo secundarios”
También que no es malo que una iglesia contrate profesionales e incluya a la familia del pastor, pero que “no debe ser el pastor quien los elija sino la congregación porque esa es la versión bíblica de cómo se eligen lideres en la iglesia” y que “el pastor tiene que ser proactivo en rodearse de personas que le hablen con plena franqueza sin ningún tipo de temor a ninguna represalia y por eso no puede solamente estar rodeado de personas a las que le paga un sueldo”

Por  último sostiene que “confiar que las estrategias que nos trajeron hasta acá nos llevarán hasta allá” es dudoso porque “Lo que sirve hoy no necesariamente servirá mañana. El único que no cambia es Cristo y lo sagrado es la palabra y la misión pero los métodos deben ser siempre actualizados”
Concluye que “El fracaso de la catedral es el fracaso de un modelo y no solamente de una institución o ministerio. Para nosotros, es una advertencia. Que un ministerio sea prospero hoy no significa que lo será mañana” + (PE)
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Fuente: Ecupres

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