domingo, 6 de mayo de 2012

América Latina: El derecho humano al agua desde una mirada rural.


Por Elizabeth Vargas*
En marzo se han realizado eventos importantes sobre el agua a nivel mundial: el Foro Mundial del Agua, el Foro Alternativo Mundial del Agua y la celebración del Día Mundial del Agua. Los mensajes comunes en estos dos últimos fueron la necesidad de seguir luchando contra la mercantilización del agua, la reivindicación del agua como derecho humano y las alternativas para la aplicación efectiva de este derecho.
Participar en el Foro Alternativo Mundial del Agua me permitió conocer de cerca el movimiento social mundial por hacer efectiva la aplicación del agua como derecho humano. Durante el Foro, mi inquietud estaba centrada en ver dónde encajaban las temáticas que hacían al ámbito rural y al riego, pues daba la impresión que todo el debate estaba centrado en temas urbanos y de agua potable. Entonces ¿qué sentido tenía este tema (el agua como derecho humano) para el área rural? Puedo mencionar dos aspectos que me parecen relevantes para debatir este tema desde una mirada rural. El primero referido al uso del agua en un determinado territorio y el segundo referido a la gestión del riego.
Tanto las Naciones Unidas como la Constitución Política del Estado (CPE) de Bolivia, reconocen el agua como derecho humano; la CPE indica además que es “un derecho fundamentalísimo para la vida”. Este reconocimiento nos lleva al debate sobre cómo garantizar un acceso equitativo, considerando los diferentes usos del agua (consumo humano, animal, agricultura, industrias extractivas, etc.) y considerando que se trata de un recurso escaso. Así, sobre el primer aspecto planteado (el uso de agua en un determinado territorio) tenemos que en Bolivia, 3 de cada 4 bolivianos viven en el altiplano y valles, zonas donde el uso del agua es restringido debido a su escasez, ya que la temporada lluviosa es de apenas 3 a 4 meses por año.
La falta de consenso entre usuarios del agua genera conflictos, vulneración de derechos colectivos y la vulneración misma del derecho humano al agua. Por ejemplo se puede mencionar la tensión del uso de agua en la minería contra la agricultura, citando el caso de la mina Bolívar, donde según el sitio web de Colectivo Casa, comunidades del Municipio Antequera (Oruro), denunciaron la disminución del volumen de aguas superficiales y subterráneas, contaminación de tierras comunitarias de origen y la vulneración del derecho a la consulta por parte la empresa Minera Bolívar R.C. De hecho, la misma empresa minera declaraba que 73 por ciento de las aguas que usa proviene de aguas subterráneas y 27 por ciento, de aguas superficiales; añade que sus descargas residuales al río Antequera alcanzan a 2.245 metros cúbicos por año.
Este simple ejemplo muestra la seria vulneración de los derechos colectivos de pueblos campesinos indígenas y la inequidad que se genera en el acceso al agua por las concesiones mineras. Por tanto, cuando se habla del acceso equitativo al agua y acceso al riego, es importante hacerlo con una mirada de cuenca y territorio, considerando los diferentes usos, actores y relaciones de poder que existen en un determinado espacio territorial; garantizando además el cumplimiento de otros derechos colectivos como el derecho a la consulta previa. Un experto en justicia hídrica decía: “El problema no es la escasez del agua sino su mala distribución”.
En el segundo aspecto, sobre la gestión del riego, el derecho al agua varía según el tipo de propiedad del sistema de riego, que puede ser comunal, colectivo o privado, lo que determina también la forma de gestión del agua.
La mayoría de los sistemas de riego en Bolivia se encuentran bajo gestión colectiva, donde una colectividad se organiza en torno a un sistema de riego común[1]. Los investigadores sobre derecho al agua arguyen que esta forma de gestión muchas veces podría alterar formas gestión comunal tradicional de gestión del agua, generando situaciones de diferenciación y exclusión. Para complementar, indican que las formas de gestión comunal protegen el derecho al agua para todos los miembros, acercándose más a situaciones de respeto y a la aplicación efectiva del derecho humano al agua.
Si eso es así, los proyectos de riego impulsados por el Gobierno o las ONG deberían prestar más atención a formas de gestión local tradicional para fortalecer procesos de acceso equitativo al agua. Para ello, es importante conocer más a fondo la cultura local en cuanto a formas de manejo de los recursos naturales y sus formas de acceso al agua para fortalecer la gestión equitativa, sin olvidar a los actores vulnerables como mujeres, jóvenes y ancianos.
Los dos aspectos analizados muestran la complejidad de la aplicación del derecho humano al agua si se lo aborda desde el ámbito rural y el riego campesino; hay muchos temas por analizar y estudiar para hacer propuestas que conlleven a la aplicación efectiva de este derecho. Esto es especialmente importante en el actual contexto donde se construye una Ley de Aguas en Bolivia y donde se evidencian tensiones entre visiones de desarrollo extractivistas contra las que postulan armonía con la naturaleza), donde la imposición de uno u otro modelo afectan las posibilidades de la aplicación efectiva del agua como derecho humano.
[1]Gutiérrez Pérez, Zulema (2010) “Procesos de resistencia. Acomodo y cambio en las concepciones y en el ejercicio de los derechos al agua en Bolivia”; en Bustamante, Rocío, ed. Lo Colectivo y el agua: Entre los derechos y las prácticas. Lima: IEP; Concertación. Serie Agua y Sociedad, 13.

* Elizabeth Vargas es Directora de Cipca Cochabamba

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Fuente: Servindi

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