sábado, 5 de mayo de 2012

¿Obediencia a la ley o a las Escrituras?



Esta prestigiosa teóloga norteamericana recoge la difícil situación que atraviesa el cardenal de Viena y los párrocos austríacos tras la reprimenda papal de Jueves Santo. A la vista de este y otros ejemplos, como el de las sacerdotisas de Roman Catholic Women Priests, se pregunta si debemos obedecer a la ley o a las escrituras.
“No parece que esto se desvíe, todo lo contrario, de la visión que de Benedicto, antes bien nos emboca hacia ella: una iglesia mucho más reducida pero totalmente obediente a “la ley”.
Publicado por Phyllis Zagano en National Catholic Reporter. Abril 2012

Ahora le ha tocado el turno al cardenal de Viena, Christoph Schönborn, quien corre el riesgo de escaldarse. Él y un grupo de sacerdotes y diáconos austríacos recibieron toda una reprimenda papal el Jueves Santo.
El silbato romano sonó estridente: no se ordenarán mujeres ni hombre casados.
¡Vágame Dios! ¿Qué puede hacer un príncipe de la iglesia (e hijo de un conde)? Al fin y al cabo, Schönborn fue alumno de Joseph Ratzinger en Regensburg, Alemania, enseñó teología dogmática enla Universidadde Friburgo (Suiza) y fue miembro de la Comisión Teológica Internacional y responsable de la revisión del Catecismo de la Iglesia Católica en 1992.
Ahora su antiguo profesor, el papa, reprende a sus curas (no directamente, claro) el mismísimo Jueves Santo. Benedicto también le envió una carta a Schönborn. ¿Se imagina que tratara de mujeres?
Schönborn ya se las había visto con Benedicto anteriormente. En 2009, en el transcurso de unas reuniones de emergencia con los obispos austríacos, convocadas por el mismo papa, el cardenal le entregó a Benedicto XVI una petición: “Iniciativa de los fieles”. En ella se pedía la ordenación de presbíteros casados (tanto de los que podrían ordenarse estando casados, como de los que habían dejado el sacerdocio para casarse) y de mujeres diaconisas. Desde entonces, la iniciativa de los sacerdotes austríacos -que representa al 15% del clero austríacos- ha ido ampliado sus demandas. Al tiempo que cerca de 87.000 católicos austríacos han abandonado formalmente la iglesia.
La iniciativa de los párrocos, tal y como se la conoce, va hoy mucho más allá de la primera solicitud de Schönborn; no en vano, Austria lleva mucho tiempo cociendo a fuego lento ideas reformistas mientras Roma observa desde lejos. En 2001, tres oficiales del Vaticano dirigieron a los obispos austríacos una lacónica “Notificación” de cuatro párrafos, recordándoles que no debían formar a mujeres diaconisas. El argumento del Vaticano: no queremos ordenarlas. Uno de los firmantes de la curia fue Joseph Ratzinger.
En estos momentos, un papa envejecido –no puede caminar la distancia de la Basílicade St. Peter, incluso su hermano piensa que no debería viajar más- parece estar mejorando la apuesta. El Jueves Santo Benedicto no sólo habló sobre la ordenación de mujeres presbíteros. Habló abiertamente sobre la ley en contra de la “ordenación de mujeres”, Frauenordinatio, L’ordinazione delle donne.
¿Acaso importa? Bien, quien está familiarizado con la larga tradición (en Oriente y en Occidente) de mujeres diaconisas, y para quien ve la restauración dela Tradicióndela Iglesia Católica Romana como una vía para permitir que las mujeres prediquen en la liturgia dentro de los márgenes canónicos, no dejará de preguntarse si a Benedicto se le han olvidado ya unas cuantas cosas. No en vano, su especialidad es la teología histórica.
Benedicto llega a aunar la afirmación de su predecesor contra la ordenación de mujeres con opiniones dela Congregación para la Doctrina de la Fe, denominándolas a todas “decisiones definitivas sobre el Magisterio de la iglesia”. Cualquier libro básico de Eclesiología nos confirmaría que eso resulta demasiado forzado.
No parece que esto se desvíe, todo lo contrario, de la visión que parece guiar a Benedicto, antes bien nos emboca hacia ella: una iglesia mucho más reducida pero totalmente obediente a “la ley”. ¿Más reducida? ¿Pero a qué coste?
A finales de los años 90, los obispos austríacos –y probablemente también algunos alemanes- estaban ya formando mujeres para el diaconato. Cuando les llegó la “Notificación” a las puertas episcopales, obedecieron y despidieron a las mujeres. ¿Sabe qué sucedió entonces?
¿Ha oído hablar alguna vez de las Presbíteras Católicas Romanas (Roman Catholic Womenpriests)? ¿Las siete del Danubio? Un año después de la “Notificación”, estas mujeres nativas de Austria y Alemania zarparon en un barco por el mencionado río, donde fueron ordenadas sacerdotisas por un obispo ilegal en una ceremonia ilegal. En 2003 fueron todas excomulgadas por romper la ley.
¿Qué sentido tuvo aquello? Aquellas mujeres estaban interesadas en el ministerio, en la evangelización, en las Escrituras. En la actualidad todas están formando una iglesia dentro de la iglesia, con un éxito moderado en Europa y EEUU. A lo largo del camino se han incorporado al movimiento mujeres (y hombres) de mucho talento que persiguen lo mismo que la iniciativa de los párrocos: ordenar a hombres casados y mujeres para que prediquen el Evangelio.
Párrafo final: todo el que ayude al débil papa a preparar y suscribir documentos relacionados con el acceso al ministerio de mujeres y hombres casados actúa clara y dolorosamente en contra de la inclusión de la mujer en las instancias de poder (léase: ley) y está ignorando la llamada que el Evangelio nos hace a todos y todas a servir (léase: Escrituras).
[Phyllis Zagano es una investigadora senior asociada a la Universidad Hofstray autora de numerosos libros sobre estudios católicos. Sus libros más recientes son Women & Catholicism (Palgrave-Macmillan), Women in Ministry: Emerging Questions about the Diaconate (Paulist Press) and Women Deacons: Past, Present, Future (with Gary Macy and William T. Ditewig), (Paulist Press)]

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