lunes, 21 de mayo de 2012

Preguntas nada retóricas sobre Dios.



Antonio Sanchis Pallarés provocó hace unos años en ATRIO una serie de debates muy interesantes que se pueden rastrear a partir de su último escrito Profundizando en Dios. Últimamente, al contestar una circular sobre el estado de ATRIO, le salió, casi sin querer, este artículo que hoy presentamos a reflexión y comentario de nuestros visitantes.

No colaboro mucho porque mis reflexiones me llevan cada vez más a cuestionar prácticamente todo lo que se consideran fundamentos de la fe. Yo diría que incluso más allá de Lenaers. Lo que cuestiono es el concepto mismo de revelación, porque considero que aceptando ese concepto uno es juez y parte y se considera como cierta la existencia de Dios revelador, precisamente aquello que no se ha demostrado. Por otro lado, el concepto de Dios que nace en el seno de la Edad del cobre es un concepto completamente inadecuado y que sin embargo seguimos arrastrando.

Francamente, hay cosas sin explicación y que mantienen viva la llama del misterio:
1.- ¿Por qué precisamente la raza humana tiene esa clase de inteligencia y la especie irracional se ha quedado estancada?
2.- ¿Cómo es posible que exista ese equilibrio tan armónico en la naturaleza? Me refiero a la gravitación, a la exactitud en el movimiento de los planetas, a la constante reproducción de la especie y de la naturaleza.
3.- ¿Cómo es posible que después de toda la historia de la civilización hayamos llegado a descifrar el genoma humano -sólo descifrar- y sin embargo unos millones de años antes, sin ninguna clase de laboratorio, no sólo estuviera comprendido sino fabricado?
4.- Y las preguntas clásicas: ¿por qué existimos, de dónde venimos, a dónde vamos, por qué existe algo y no más bien nada?

Efectivamente, son preguntas bastante esenciales. Lo que ocurre es que las respuestas a esas preguntas no las ofrecen ni la religión ni la fe. Las herramientas que nos ofrece la fe en Dios no sirven para elaborar una teoría sobre eso. Todo son contradicciones porquelas respuestas a esas cuatro preguntas aludidas no son asumibles.

Por ejemplo:
1.- ¿Cómo es posible que antes de existir la inteligencia (la raza humana) ya existiera una inteligencia suprema a la que algunos llaman Dios?
2.- ¿Cómo es posible que la revelación se concentrara en potenciar a un pequeño pueblo como el de Israel y justificara sus invasiones atribuyéndolas a la voluntad divina?
3.- ¿Cómo es posible sostener el concepto de providencia, que es una cosa tan selectiva que por ese mismo hecho es completamente injusta?
4.- ¿Cómo es posible mantener que Dios cuida de los pájaros del campo mientras se extinguen las especies?
5.- ¿Cómo es posible mantener que Dios es infinitamente bueno y poderoso mientras se contemplan y se sufren tantas injusticias y tantas hecatombes?
6.- ¿Cómo es posible que Dios supedite nuestra redención al sufrimiento de su pretendido hijo en la cruz?
7.- ¿Cómo es posible que se sigan manteniendo paradigmas como cielo, infierno, virginidad de María, resurrección física de Jesús, infierno, cielo?
8.- ¿Cómo es posible seguir manteniendo que Dios obra misericordiosamente con sus criaturas? ¿Hay alguna manera de demostrarlo? ¿No es mucho más fácil de mostrar lo contrario? ¿No es eso más bien un autoconvencimiento? ¿No es más cierto que la única misericordia obrada en nosotros está proporcionada por la vida, la naturaleza, las buenas leyes y las buenas personas?
9- ¿Cómo es posible seguir aconsejando “pedid y se os dará” cuando eso resulta tan claramente falso?
10.- ¿Cómo es posible seguir proclamando cada día millones de veces, después de la lectura de la Biblia, “palabra de Dios” cuando eso es claramente una palabra del hombre sobre lo que él pretende que es Dios?
10.-. Todo esto, sin meterme en la historicidad de la Iglesia o su situación actual: Vaticano frente a pesebre, mujeres excluidas, pretensión de privilegios, etc., etc.

Creo que todo esto toca a la línea de flotación de la Iglesia y ello nos lleva a los que, a pesar de todo, creemos en la necesidad de la bondad, a abandonar viejos conceptos y a elaborar una nueva teoría sobre Dios. Si los conceptos que tenemos sobre Dios no son operativos o simplemente son contradictorios le hacemos un mal servicio a la religión si nos empeñamos en mantenerlos. Porque, si se me perdona la expresión, la culpa de que no hayamos definido bien a Dios no es de Dios sino nuestra. O dicho de otro modo: las nociones que actualmente tenemos sobre Dios no nos las ha revelado él mismo sino que las hemos elaborado nosotros y luego las hemos “homologado” atribuyéndolas orgullosamente a Dios mismo.

Hay una única alternativa: la humildad, dejar abierto el libro blanco sobre Dios.Reconocer que en realidad no sabemos nada sobre Dios. En todo caso, sólo sabemos dos cosas:
1.- que a lo largo de la historia lo que sí parece más propio de Dios es todo aquello que más ha contribuido a humanizar el mundo (lucha contra la injusticia, lucha por la felicidad o contra el sufrimiento). ¿No es eso el leit motiv de Jesús?
2.- Renunciar, sí: renunciar, a los dogmas. Ponerlos todos en cuestión sometiéndolos a la crítica despiadada de la experiencia y de la racionalidad. Remitir las dudas a la fe es una comodidad inadmisible.

Fuente: ATRIO

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