miércoles, 2 de mayo de 2012

Si se mueve es pecaminoso.



Por Domingo Riorda.

Los dirigentes de la Iglesia Católica Romana le tienen terror a todo lo  que se mueve. Los movimientos de cadera de una mujer bien dotada son  calificados como pecaminosos. Incitación  a lo sexual es la acusación. Esa imputación es el velo sacro que esconde la verdadera cuestión. Esas caderas se mueven.

El Episcopado Católico Romano de Argentina dio una nueva muestra de ese espanto. Lo visualizó en el reciente documento titulado “Reflexiones y aportes sobre algunos temas vinculados con la reforma del Código Civil” El habitual esquema conversacional induce recibirlo como coherente con su doctrina. Aparece así. Repite lo mismo de siempre. Justamente, el velo sacro que esconde en el lugar santísimo su  pavor por los cambios.

La dirigencia eclesial católico romana incorpora el juego.  No es consciente. Son demasiados serios para reconocerlo. Sin embargo les place los ejercicios recreativos. Así formulan una serie de argumentos oponiéndose a la reforma del Código Civil. Es trascendente. Es modélico. “Regula la vida del hombre” Tal vez por eso, porque proscribe a las mujeres, sostienen que “nos compromete” y “no podemos permanecer indiferentes”, ellos, los señores..

Es una invitación a integrar la ronda de varones que no tienen porque atender la iniciativa de  una mujer  pues la Presidenta es la responsable del proyecto. Esta  sutil sugerencia los habilita para exponer el punto importante del juego. Las reformas “requieren de una madura reflexión y de una amplia participación federal”. Allí está el eje del juego.

Se puede argumentar que el Parlamento representa al país, pero sería un equívoco conversacional. Si el partido es de truco no se puede aplicar las reglas del tute cabrero. Lo que está detrás de esa afirmación del Episcopado de la ICR es el futbol. Ante el peligro hay que patear la pelota lo más lejos posible. Despejar el área. Después se verá. Que lo de “reflexión madura” sea una conjunción del todo enigmático y la nada, es parte esencial del juego. El velo que  esconde en el lugar santísimo la pavura por el movimiento de caderas.

La cuestión triste, porque es triste, es que el juego que plantea la ICR Argentina no es el de la ciudadanía. La ronda de los varones sigue  afirmando que  la familia está “fundada sobre el matrimonio”, una relación estable “del varón y la mujer”, el primer lugar “en la educación de los niños”. Aplican una regla que da placer a los jerarcas eclesiásticos. La censura. Hablan como si el Parlamento, con inmenso apoyo ciudadano, no hubiera aprobado otras reglas de juego, otras uniones matrimoniales, la realidad de diversas familias, la vigencia del divorcio, la unión homosexual y lesbiana.

Lamentable. Un simulacro de la vida. A distancia sideral de Jesús. Un apasionado jugador. Hábil de cintura esquivó una y otra vez las arteras jugadas de sus detractores. Desde el inicio descorrió el velo del lugar santísimo que escondía la vida real. Se juntó con toda persona que se acercaba a él. No le dio calce a las etiquetas de amorales que habían estampado en esa gente.

Siguió jugando su juego desechando el de los religiosos que lo querían ver muerto. Sabía que un religioso que solo se ocupa de la religión es un peligro. Se empeñó en su gesta enfrentando la jugada más difícil de su juego. La crucifixión. La ganó. Desde entonces sigue impulsando al ser humano para que, junto a otros y otras,  juegue el juego verdadero, ser devanadores del ovillo de la vida.+ (PE)

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Fuente: Ecupres

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