jueves, 28 de febrero de 2013

Despertar en nosotros el poder del espíritu.


La elección de un nuevo Papa y el Espíritu Santo. 
por Ivone Gebara


Después de la encomiable actitud del anciano Benedicto XVI renunciando al gobierno de la Iglesia Católica Romana han aparecido entrevistas con algunos obispos y sacerdotes en estaciones de radio y televisión en todo el Brasil. Sin duda, un evento de tanta importancia para la Iglesia Católica Romana es noticia y conduce a predicciones, elucubraciones de todo tipo, principalmente de sospechas, intrigas y conflictos dentro de los muros del Vaticano, que habrían acelerado la decisión del Papa.

En el contexto de las primeras noticias, lo que me llamó la atención fue algo a primera vista pequeño e insignificante para los analistas que tratan asuntos del Vaticano. Se trata de la forma como algunos sacerdotes entrevistados, o sacerdotes conductores de programas de televisión, respondieron cuando se les preguntó sobre quién sería el nuevo Papa, saliendo por la tangente. Se referían a la inspiración del Espíritu Santo, o a su voluntad, como si fuera el elemento del que dependería la elección del nuevo romano pontífice. Nada de pensar en personas específicas para responder a las situaciones mundiales desafiantes, nada para despertar una reflexión en la comunidad, nada de hablar de los problemas actuales de la Iglesia que la han llevado a un significativo marasmo, nada de escuchar los clamores de la comunidad católica por la democratización de las estructuras anacrónicas que sostienen a la iglesia institucional.

La formación teológica de estos sacerdotes comunicadores no les permite salir de un discurso trivial y abstracto, ya bien conocido, que continúa recurriendo, como explicación, a fuerzas ocultas, y así, en cierta forma, confirman su propio poder. La continua referencia al Espíritu Santo a partir de un misterioso modelo jerárquico es una forma de camuflar los verdaderos problemas de la Iglesia y una forma de retórica religiosa para no revelar conflictos internos que ha vivido la institución.

La teología del Espíritu Santo continúa siendo para ellos mágica; expresa explicaciones que ya no pueden hablar a los corazones y a las conciencias de muchas personas que valoran el legado del Movimiento de Jesús de Nazaret. Es una teología que sigue provocando la pasividad del pueblo creyente ante las múltiples dominaciones, incluída la manipulación religiosa. Continúan repitiendo fórmulas… como si éstas satisficiesen a la mayoría de la gente.

Me entristece el hecho de comprobar una vez más que los religiosos y algunos laicos que trabajan en los medios de comunicación no perciben que estamos en un mundo en el que los discursos tienen que ser más asertivos, y que tienen que basrse en referencias filosóficas consistentes, más allá de la tradicional escolástica. Un referencial humanista los haría mucho más comprensibles para el común de las personas, incluidos los no católicos y no religiosos. La responsabilidad de los medios de comunicación religiosos es enorme e incluye la importancia de mostrar cómo la historia de la Iglesia depende de las relaciones e interferencias de todas las historias de los países y de las personas individuales.

Ya es tiempo de abandonar ese lenguaje metafísico y abstracto, como si un Dios fuese a ocuparse especialmente de elegir al nuevo Papa, independientemente de los conflictos, desafíos, iniquidades y cualidades humanas. Ya es hora de afrontar un cristianismo que admita el conflicto de las voluntades humanas. Es hora de reconocer que, al final de un proceso electivo, no siempre la elección realizada puede ser considerada como la mejor para el conjunto. Hay que afrontar la historia de la Iglesia como una historia construida por nosotros, todos y todas, y de testimoniar respeto para nosotros mismos/as mostrando la responsabilidad que tenemos todas/os los que nos consideramos miembros de la comunidad católica.

La elección de un nuevo Papa es algo que tiene que ver con el conjunto de las comunidades católicas esparcidas por todo el mundo y no sólo con una élite de edad avanzada, minoritaria y masculina. Por lo tanto, es necesario ir más allá de un discurso justificativo del poder papal, y enfrentarse a los problemas y desafíos reales que estamos viviendo. Sin duda, para esto las dificultades son muchas, y abordarlas requiere nuevas convicciones y un deseo real de promover cambios que favorezcan la convivencia humana.

Me preocupa, una vez más, que no se discuta más abiertamente el hecho de que el gobierno de la Iglesia institucional sea entregado a personas ancianas que, a pesar de sus cualidades y sabiduría, ya no son capaces de hacer frente con vigor y desenvoltura los desafíos que estas funciones demandan. ¿Hasta cuando la gerontocracia masculina papal será como un doble de la imagen de un Dios, blanco, anciano y de barbas blancas? ¿Habría alguna posibilidad de salir de este esquema, o al menos de iniciar una discusión de cara a una futura organización diferente? ¿Habría alguna posibilidad de abrir esta discusión en las comunidades cristianas populares que tienen derecho a la información y a una formación cristiana más ajustada a nuestros tiempos?

Sabemos en qué medida la fuerza de la religión depende de desafíos y comportamientos que son fruto de convicciones capaces de sostener la vida de muchos grupos. Sin embargo, las convicciones religiosas no pueden reducirse a una visión estática de las tradiciones, ni a una visión deliberadamente ingenua de las relaciones humanas. Las convicciones religiosas, igualmente, no pueden reducirse a la ola de las más variadas devociones que se propagan a través de los medios de comunicación. Es más, no podemos seguir tratando al pueblo como ignorante e incapaz de formular preguntas inteligentes y astutas en relación con la Iglesia. Sin embargo, estos sacerdotes comunicadores creen estar tratando con personas pasivas, entre ellas muchos jóvenes que mantienen un culto romántico alrededor de la figura del papa. Los religiosos mantienen esta situación, a menudo cómoda, por ignorancia o avidez de poder. Probar la interferencia divina en decisiones que la Iglesia Católica Jerárquica, prescindiendo de la voluntad de las comunidades cristianas esparcidas por todo el mundo es un ejemplo flagrante de esta situación. Es como si quisieran reafirmar erróneamente que la Iglesia es, en primer lugar, el clero y las autoridades cardenalicias a las cuales habría conferido el poder de elegir un nuevo papa, y que ésa es la voluntad de Dios. A los millones de fieles les corresponde sólo orar para que el Espíritu Santo escoja al mejor, y esperar a que el humo blanco anuncie una vez más el habemus papam.

De manera hábil, por el recurso a fuerzas superiores que dirigirían la historia y, la Iglesia siempre están tratando de hacer que los fieles ignoren la verdadera historia, y que no puedan plantearse su responsabilidad colectiva. Es una lástima que estos formadores de opinión pública estén viviendo todavía en un mundo que es teológicamente, y tal vez incluso históricamente, pre-moderno, donde lo sagrado parece separarse del mundo real y situarse en una esfera superior de poderes a la que sólo unos pocos tienen acceso directo. Es desolador ver cómo la conciencia crítica en relación a sus propias creencias infantiles no haya sido despertada, para su bien personal y en beneficio de la comunidad cristiana. Parece que hasta rescatamos los muchos obscurantismos religiosos de épocas pasadas, mientras que el Evangelio de Jesús, por el contrario, continuamente convoca a la responsabilidad común de unos con los otros.

Conociendo las muchas dificultades afrentadas por el Papa Benedicto XVI durante su corto ministerio papal, las empresas de comunicación católica sólo destacan sus cualidades, su entrega a la Iglesia, su inteligencia teológica, su pensamiento vigoroso, como si quisieran, una vez más, ocultar los límites de su personalidad y de su postura política, no sólo como Pontífice, sino también, como presidente por muchos años de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio. No permiten que las contradicciones humanas del hombre Joseph Ratzinger aparezcan, y que su intransigencia legalista o el trato castigdor que caracterizaron parcialmente su persona sean recordadas. Hablan desde su elección, principalmente como un papado de transición. No hay duda que es así. Pero, ¿transición hacia dónde?

Me gustaría que la encomiable actitud de renuncia de Benedicto XVI pudiese ser vivida como un momento privilegiado para convidar a las comunidades católicas a repensar sus estructuras de gobierno y los privilegios medievales que esta estructura conlleva. Estos privilegios, tanto del punto de vista económico, como político y socio-cultural, hacen aparecer al papado y al Vaticano como un Estado masculino aparte. Pero un Estado masculino con representación diplomática influyente y servido por miles de mujeres en todo el mundo, en las diferentes instancias de su organización. Este hecho nos invita también a reflexionar sobre el tipo de relaciones sociales de género que este Estado continua manteniendo en la historia social y política actual.

Las estructuras pre-modernas que todavía conserva este poder religioso necesitan ser confrontadas con los anhelos democráticos de nuestros pueblos en la búsqueda de nuevas formas de organización que se correspondan mejor con los tiempos y grupos plurales de hoy. Ess estructuras deben ser confrontadas con las luchas de las mujeres, de las minorías y las mayorías raciales, de personas de diversas orientaciones sexuales y opciones, de pensadores, científicos y trabajadores de las más variadas profesiones. Necesitan ser reelaboradas en la perspectiva de un mayor y más fructífero diálogo con otros credos religiosos y con las sabidurías esparcidas por todo el mundo.

Y, para terminar, quiero volver al Espíritu Santo, a este Viento que sopla en cada una/o de nosotros. Este aliento en nosotros es más grande que nosotros. Nos aproxima y nos hace interdependientes con todos los vivientes. Un soplo de muchas formas, colores, sabores e intensidades. Soplo de compasión y de ternura, soplo de igualdad y de diferencia. Este aliento o soplo no puede ser utilizado para justificar y mantener estructuras privilegiadas de poder y tradiciones antiguas o medievales, como si se tratara de una ley o una norma indiscutible e inmutable.

El viento, el aire, el espíritu sopla donde quiere y nadie debe atreverse a querer ser ni por una sola vez su dueño. El espíritu es la fuerza que nos acerca a unos con otros, es la atracción que permite nos reconozcamos como semejantes y diferentes, como amigas y amigos, y que juntos/as busquemos caminos de convivencia, de paz y de justicia.

Estos caminos del espíritu son los que nos permiten reaccionar ante las fuerzas opresivas que nacen de nuestra propia humanidad, los que nos llevan a denunciar a las fuerzas que impiden la circulación de la savia de la vida, quienes nos llevan a des-cubrir los secretos ocultos de los poderosos. Por tanto, el espíritu se muestra en las acciones de misericordia, en el pan compartido, en el poder compartido, en la cura de las heridas, en la reforma agraria, en el comercio justo, en las armas transformadas en arados, en fin, en la vida en abundancia para todas/os. Éste parece ser el poder del espíritu en nosotros, poder que necesita ser despertado en cada nuevo momento de nuestra historia, y ser despertado en nosotros/as, entre nosotros/as y para nosotros/as.

Fuente: ATRIO

miércoles, 27 de febrero de 2013

Perú: Más de 18 mil escuelas interculturales bilingües atenderán a niños indígenas.


Digeibir, 27 de febrero, 2013.- Al 26 de febrero del presente año, el número de escuelas reconocidas para brindar el servicio de educación intercultural bilingüe (EIB) a los niños que hablan el quechua, el aimara o alguna lengua originaria de la amazonía ascienden a 18,217 en todo el país, sostuvo Rosa María Mujica, directora de Educación Rural.
“Nuestra prioridad es que las niñas, niños y adolescentes indígenas reciban una educación pertinente y de calidad en su lengua originaria y también en castellano, al tiempo que se desarrolle un currículo acorde con la cultura, visión e identidad de sus comunidades”, señaló.
De ese total, se han identificado 13,580 instituciones educativas en las que la lengua quechua debe incorporarse en el proceso de enseñanza aprendizaje pues la mayoría de sus alumnos se expresa y razona en esa lengua.


Las escuelas interculturales bilingües para la lengua quechua están ubicadas principalmente en las regiones Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco, Junín, La Libertad, Lambayeque, Lima, Loreto, Madre de Dios, Moquegua, Pasco, Piura, Puno y San Martín.

De igual forma, hay 1,759 escuelas de EIB reconocidas en Puno, Moquegua y Tacna para ofrecer un servicio educativo en aimara y castellano. Ello significa además que deben contar con maestros bilingües y materiales y textos educativos en ambas lenguas.
La selva peruana, que ostenta una enorme diversidad, acoge en la actualidad cerca de 50 pueblos indígenas y 43 lenguas originarias. En esta región se ha logrado identificar alrededor de tres mil escuelas interculturales bilingües.
Por ejemplo, existen 603 instituciones educativas en las que el asháninka es la lengua predominante de los niños y niñas. Las entidades encargadas del sector en Ayacucho, Cusco, Junín, Loreto, Pasco y Ucayali se encuentran preparando lo necesario para garantizar su aplicación.
Del idioma awajún hay identificadas y reconocidas 592 instituciones educativas, ubicadas en las regiones de Amazonas, Cajamarca, Loreto, San Martín y Ucayali. De la lengua cocama-cocamilla (Loreto) se cuenta con 279 escuelas.
En medio de esta diversidad, como era de esperarse, hay escuelas cuyos alumnos provienen de diferentes pueblos y hablan lenguas distintas. Así, en Loreto, por ejemplo, se registraron cuatro instituciones educativas plurilingües en las que se habla el murui-muinani, el cocama-cocamilla y el yagua.
Otra de las lenguas amazónicas, el shipibo, será incorporado en los planes curriculares de 286 instituciones educativas ubicadas en Huánuco, Lima, Loreto, Madre de Dios y Ucayali. De otro lado, 249 escuelas de Loreto y Martín incorporarán el shawi en el currículo.
El registro de instituciones educativas elaborado por el Ministerio de Educación en coordinación con las direcciones regionales y las Ugeles permite ordenar el servicio y ofrecer docentes bilingües formados con enfoques y estrategias de EIB, precisa Rosa Mujica.
Informó que continúa la distribución de textos y materiales educativos en siete lenguas indígenas priorizadas para este año (quechua chanka, quechua collao, aimara, shawi, asháninka, awajún y shipibo), así como del castellano como primera y segunda lengua.
Precisó que a todo ello se suma el trabajo de difusión de una propuesta pedagógica en educación intercultural bilingüe, pautas para la diversificación curricular en EIB y el acompañamiento pedagógico a los docentes para el buen desempeño en el aula y en la gestión.

Otras noticias:

Fuente: 

La urgencia de otra economía en tiempos de crisis.



por Arcadi Oliveres
De las muchas facetas de la crisis que, una vez más, afecta al capitalismo, es la alimentaria la que, sin lugar a dudas, debe ocupar el primer plano en nuestra preocupaciones. Nada como el hambre siega, sin ninguna razón, tantas vidas humanas en un mundo que, sin embargo, produce alimentos suficientes para ofrecer las calorías necesarias a todas las personas que habitan el planeta. Nos encontramos con desequilibrios productivos según las zonas y, al propio tiempo, con producciones inadecuadas derivadas de la industrialización agraria, de la mala distribución de la tierra, de las erróneas políticas de subvenciones y de los todavía persistentes efectos de los procesos coloniales que llevaron a muchos países a fomentar lo que, en una afortunada expresión, se ha venido llamando “la economía del postre”.
Cambiar este paradigma supone adentrarnos en un nuevo modelo económico que rechace de plano el neoliberalismo vigente y que siente las bases de un sector primario alternativo, cuyos ejes conductores deberían ser las concepciones de economía social y los criterios de sostenibilidad, valores ambos históricamente existentes y abandonados después por los intereses vinculados a la agroindustria.
La publicación que ahora se nos ofrece nos resulta gratificante al poder constatar la actual existencia, todavía minoritaria, de propuestas de economía social que enlazan claramente con tradiciones campesinas, con pretéritas y actuales experiencias cooperativas y con sugerentes proyectos de vinculación directa entre producción y consumo.
La voz del viento ver 29
Evidentemente todas estas aportaciones no deberían en absoluto desvincularse de los demás elementos de la economía solidaria. Aunque estrictamente hablando, no se puedan considerar novedosas, las ideas de consumo responsable, de comercio justo, de finanzas éticas, de tecnologías intermedias, de sindicalismo agrario, de distribución al por menor, de auto-abastecimiento, de protección del entorno y de las, en ocasiones, imprescindibles revueltas agrarias, configuran las bases de la supervivencia humana.

En una economía con recursos limitados, aunque suficientes, las actuales prácticas especulativas sobre los cereales, la distribución mediante grandes cadenas, el despilfarro y el desecho de las mercancías, las exageradas normas higiénico-sanitarias sobre la caducidad y presentación de los productos, acaban generando déficits de todo tipo que a gran escala llamaremos hambrunas en los países en desarrollo, pero que también aparecen puntualmente en los países industrializados cuando vemos que hace falta ir creando en muchos de ellos los llamados “bancos de alimentos”.
Estamos sin duda ante una vergüenza social cuando, en los inicios del siglo XXI, Naciones Unidas ha debido colocar como el primero de los objetivos del milenio “la reducción a nivel mundial del hambre a la mitad, en el período 2000-2015”, objetivo que a todas luces no será alcanzado habida cuenta que se camina en sentido contrario. Las prioridades financieras derivadas de la voluntad de los gobiernos  de salvar antes a las personas que especulan que a las que pasan hambre, nos certifican  la urgente necesidad de un cambio de valores. La economía social y solidaria puede ser uno de tales cambios.
Febrero 2013

martes, 26 de febrero de 2013

Mi nuevo paradigma teológico -3-


Juan Luis Herrero del Pozo

I. DIOS SE HACE CARNE EN LA “CREACIÓN”

Continuación de I. Cómo nace mi nuevo paradigma

En el capítulo precedente hemos observado algo importante: el conocimiento de Dios no era una evidencia sino una apuesta razonable por su existencia. Ahora bien este salto hacia la trascendencia lo hemos efectuado desde las realidades que nos rodean y no por argumentos de autoridad sino gracias a la capacidad de nuestra mente. Ahora damos un paso más: no existe otro camino que sea más seguro y con menor riesgo de error; ni mucho menos existe otro camino que pueda superarlo.

La palabra de un profeta está supeditada a idéntica subjetividad que la nuestra propia; añade además una mediación más que ha de pasar todos los filtros de la crítica histórica. En la “creación” el misterio de Dios se entrega por entero, el cosmos es su palabra. Desde este ángulo Dios no nos puede fallar… pero puede fallar nuestra relación con las cosas que pueden cerrar o desdibujar el acceso a Dios. En estas pocas líneas se alzan preguntas definitivas sobre la dogmática cristiana. Enseguida lo vemos.
II. 1 Las cosas son las huellas de Dios.

Utilizo el término “creación” porque es conocido en nuestra cultura aunque matizaré su contenido tradicional.

Si tan sólo nos rodea la realidad creada parecería que nos encontramos bien solos e indefensos ante la ambigüedad con la que el mundo se presenta. Es la firma y rúbrica del Creador, es su huella, su grito, el destello de su grandeza y belleza, puede, sin duda ser su icono pero también el ídolo que lo suplanta. Esto dice bastante de lo extremadamente delicado que puede ser su manejo. Esto dice mucho de la sensibilidad espiritual que inundaba al hagiógrafo cuando deslumbrado en su experiencia interior por la trascendencia de Yahvé prohibió rotundamente sus imágenes. Difícil equilibrio: todo es imagen de Dios y al mismo tiempo su fetiche. Algo serio nos están diciendo los hijos de Ismael con su radical rechazo de cualquier representación divina a los cristianos que las prodigamos sin pudor. ¿No es esta prohibición bíblica la lejana raíz de la radicalidad apofática a que se sintieron impelidos los místicos ante la deslumbrada experiencia del Inefable? Deslumbrados por la suprema Belleza, toda representación directa les hería en lo más hondo: “¡No, Dios no es así, atrás los idólatras!” Y sin embargo…

Es preciso insistir en esa perversión de erigir en algo absoluto el carácter de seductora inmediatez que del icono hace un ídolo. Me explico: con el icono captamos el destello que las cosas reflejan de Dios. El destello es mediación no inmediatez. El destello sólo nos indica la fuente de luz, no la sustituye. Cuanta más grandiosidad de ser refleja la criatura más cercano sugiere a Dios. Por eso mismo, los ojos asombrados de un niño casi transparentan a Dios pero esos ojos ¡hay que saber mirarlos! ¡Por ahí se mueve la oración contemplativa! Cuando se alcanza esa mística penetrante que se identifica con la más grandiosa cumbre de la metafísica con corazón ¡se queda corto el hablar tan sólo de unión! Por ejemplo, cuando la unión alcanza su cenit en Jesús con el Padre se roza el infranqueable límite de la fusión. Y entonces la tenue y luminosa transparencia que distingue todavía creador y criatura confunde al extasiado discípulo y le hace poner en labios de Jesús “quien me ve a mí ve al Padre” y de su carácter de puro mediador apenas da cuenta el balbuceo jesuano “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Jesús debió quedar corto y Pablo insiste solapando creador y creatura “¡No es eso, no es eso! Ni ojo vio, ni oído oyó…”

Pienso que el más desnudo apofatismo es el callado lenguaje de las maravillas del Universo proclamando a su Creador: hablan en silencio, dicen sin decir, cantan en un vacío infinito su incontenible Inmensidad. Sólo en la silenciosa unión orante se nombra al Innombrable. Sólo cuando, transido el ser del Presente-Ausente, un día cualquiera, se desliza una callada lágrima por la mejilla ardiente atisba el espíritu sorprendido el latido del Ser tan cercano… Sólo cuando la mente y el corazón humanos perciben como Francisco en la humilde florecilla el grito de Dios se despierta y despereza la fe.

En nuestra existencia nos golpean evidencias sin saber de dónde brotan. Cuando se ha tornado romo y torpe nuestro sentir de las cosas, a fuerza de medirlas, etiquetarlas, definirlas, encerrarlas en conceptos, en precios de mercado, en cachivaches de adorno o disfrute, cuando se desvanece, en una palabra, la sabiduría que saborea la realidad honda de las cosas…creemos necesitar profetas que nos hablen en nombre de Dios y libros sagrados en que estén transcritas sus palabras. Cuando hemos inundado de ruidos nuestra celda secreta recurrimos al parloteo de los charlatanes sagrados. Charlatanes que no testigos del Inefable. Porque los auténticos Testigos del Inefable son aquellos en quienes se funden palabra y acción por la vivencia radical de la Buena Noticia del “otro mundo posible”. Los profetas charlatanes -casi siempre sin credenciales- nunca sustituirán nuestra lectura torpe de las cosas salidas de la mano de Dios.
II. 2 Del icono al ídolo.

Podemos dar un paso más. Las cosas son como las huellas del caminante.

Es más, son su imagen, ha quedado dicho, y el único camino hacia Dios al alcance -sin más revelaciones- de todos los seres de la historia y del mundo. Sin embargo, también ha quedado dicho que la sabiduría mística de los más antiguos hebreos proscribió toda imagen de Dios. Prohibición, por cierto, que los primeros cristianos, tan pronto contaminados de paganismo, enseguida debieron considerar ridícula y obsoleta. Tardaron en multiplicar imágenes y reliquias tan poco como, añorando a Jerusalén y a Garizim, en alzar nuevos templos y recuperar los viejos sacerdocios. La idolatría parece el reverso de la latría, perturba la función del icono degradado en imagen. La imagen siempre se ha prestado a la ambigüedad de representar o de sustituir. Pero el riesgo de perversión no invalida su función originaria, tanto más cuanto que, según lo dicho, la realidad cósmica, incluido el ser humano es la única vía hacia Dios. Pero cabe preguntarse si esa distorsión de perspectiva puede, en ciertos casos, alcanzar la inconsciencia de pasear por las calles unas imágenes santas como única manifestación de espiritualidad.
II.3 Del icono al silencio (apofatismo)

¿Qué ligazón básica es de todo punto necesario descubrir entre creatura y creador que nos sea significativa sin que implique proyección sobre lo numinoso de algo indebido y distorsionante?. Porque en relación tan delicada el más mínimo error de partida es capaz de generar las disfunciones más engañosas por creer que hemos acercado a Dios cuando sólo lo hemos contaminado. A cualquiera le resulta sugerente el abajamiento o “kénosis” de Dios pero no es difícil percibir que este concepto, salvo que sólo sea metáfora, es de muy delicado manejo. En cualquier instante podemos hacer saltar en pedazos el apofatismo. Nada más peligroso que un fetiche de buen porte ¿Cuál es la respetuosa sobriedad del lenguaje sobre Dios que salvaguarde su Perfección, conscientes de que un mínimo error no es a él a quien afecta sino a nosotros mismos?

Supuesto que el conocimiento de Dios no es inmediato sino mediado, por sus criaturas desde donde aquel arranca, el apofatismo a la postre constituye el tratamiento adecuado para no contaminar la fontal ligazón de Creador y criatura. Y aquí sí que habremos de evitar hablar por no callar: ni un concepto, ni una imagen, ni una palabra de más al asentar sobre el Ser Supremo todo cuanto existe o es pensable. El concepto que no sea estrictamente NECESARIO será SUPÉRFLUO… o, más precisamente, nefasto. No cabe término medio. (No me refiero, como es obvio, a esas perfecciones creadas que pueden ser dichas de Dios a guisa de metáfora y analógicamente, Padre, Amor, Misericordia, etc. aunque siempre con extrema cautela). Este punto es capital y el discernimiento metafísico que merece es además severo porque afecta a la íntima realidad del ser limitado y del Ser Infinito o a la relación entre ambos.

Cuando hemos abordado con la máxima precaución el conocimiento posible aunque imperfecto de la existencia de Dios por nuestra mente ¿a qué mínimos nos hemos ceñido? Sólo hemos afirmado que si las realidades conocidas no encontraban en Dios LA ULTIMIDAD DE SENTIDO todo quedaba sumido en el absurdo. Son afirmaciones lógica y ontológicamente solidarias. Sólo se afrontan juntas y juntas perecen cuando no se decide apostar por ellas. Parece que la historia de la filosofía lo reconoce.

¿Qué queremos decir al apostar por la existencia de Dios en razón de la ultimidad de sentido que confiere al cosmos? Que se diluía totalmente la inteligibilidad del ser de la criatura si no le encontrábamos su razón de ser y sentido que de por sí sola no posee. Que es tanto como decir que tiene en el Ser Supremo su principio y fundamento. Con la sobria afirmación de Dios Fundamento Óntico está dicho todo cuanto cabe decir: que cualquier criatura tiene en Dios su razón de ser ella lo que es ¿A alguien se le ocurre algún añadido que además de no ser superfluo no arriesgue la infinita trascendencia de Dios?

Parecería que no y, sin embargo, los filósofos han introducido algún elemento perturbador del que enseguida nos ocupamos, acto seguido de la siguiente observación.

Cualquier lector habrá observado mi empeño en evitar la más mínima trasgresión del principio apofático exigido por el respeto al Creador en el que no cabe, estrictamente hablando, ningún antropomorfismo: de Dios no sabemos nada. Y, sin embargo, no es trasgresión decir que Dios es el Fundamento óntico porque, con tal denominación en realidad, nada afirmamos directamente de Dios. Lo hacemos tan sólo de las criaturas de las que afirmamos que carecen en sí mismas, por su indigencia y contingencia, de la ultimidad de sentido.
II. 4 El peligro del factor tiempo

Nadie va a considerar el ser de Dios como algo que dura y se prolonga en el tiempo. La dificultad está en su relación con el cosmos. No tenemos otro modo de hablar que considerando la eternidad del ser divino como coexistente con el cosmos extendido en el tiempo.

Sin embargo el factor tiempo nos ha jugado sin advertirlo una mala pasada cuando hemos afirmado el comienzo del cosmos en el tiempo como si esto fuera indispensable para preservar la eternidad de Dios. Al margen de consideraciones científicas es un error definir la contingencia del cosmos mediante la apelación a su comienzo temporal. Las coordenadas tiempo y espacio no afectan al ser en la simple consideración de su ser existente sino cuando lo entendemos como dilatado en su duración y situado en un espacio determinado. El hecho de que nuestra mente no pueda ‘imaginar’ algo fuera de las coordenadas espacio-temporales no impide que lo pueda ‘pensar’ como ser realmente existente. No merece la pena detenerse en esto porque no ofrece dificultad en filosofía. A lo que quiero ir es a que no habría contradicción en el hecho de que rebobinando hacia atrás en la historia del mundo no nos topáramos en algún momento con un punto inicial. Cuando en metafísica se habla de la contingencia de los seres creados frente al absoluto necesario del Creador no es en términos espacio-temporales como tal realidad se establece. Remito al párrafo VIII.2 ¿Una creación eterna? Pág. 124 y ss. de “Religión sin magia” donde expongo que, salva nuestra extrema indigencia metafísica, parece más plausible pensar un mundo sin comienzo y que sea coexistente pese a su contingencia con la eternidad de Dios. Si es pensable que siendo Dios más que ningún otro ‘bonum diffusivum sui’ (el bien tiende a expandirse), nunca debería ser considerado como no creador. El Ser Absoluto sería necesariamente Creador y en términos poéticos ¿por qué no imaginar el cosmos como habitando el tibio útero de la Diosa Madre eternamente preñada?

Aparte estas consideraciones, la dificultad metafísica se acrecienta si el comienzo temporal del cosmos mediante la llamada creación “ex nihilo” repercute inevitablemente – y es difícil explicar cómo no habría de ser así- en una mutación en Dios de un estado de ocio -la nada o vacío absoluto de realidad y tiempo- a la acción creadora, acción eterna en Dios pero temporal en su efecto.
II. 5 Ruina del apofatismo: el “pensamiento mágico”.

Bien pensadas las cosas observamos que la dificultad metafísica principal surge cuando transgredimos el principio apofático al añadir al concepto de Dios como Fundamento Óntico el de Causa Agente. Con ello queda abierta la caja de Pandora: con este nuevo concepto aplicado a Dios es inimaginable no entenderlo como Causa en continua acción sobre toda realidad histórica. Perdón, no vale lo dicho porque así es efectivamente como se ha ‘imaginado’ a Dios en cualquier mitología, como actor principal de la historia. Ahora bien, nos encontramos con algo metafísica y apofáticamente incorrecto: modificar indebidamente la autosuficiencia significativa del concepto de Fundamento óntico añadiéndole el de Causa Agente. Y no se trata, por cierto, de un aditamento inocente: es el prejuicio dogmático de la revelación sobrenatural el que impone tal ‘intervencionismo’ divino. Cosa que en virtud de la presunta revelación se ha aceptado sin pestañear a lo largo de la historia mientras la mente humana ha estado inficionada por el pensamiento mágico. Pensamiento mágico que consiste esencialmente en no reconocer la autonomía del cosmos y negar su esencial realidad evolutiva y las leyes que la rigen. No ofendía al sentido común contemplar tal autonomía permanentemente en entredicho por las intervenciones sobrenaturales divinas. Desbaratado el apofatismo, todo estaba permitido: la metáfora de la historia de salvación quedaba erigida en ontología y se establecía la mitología dogmática judeocristiana en todo su realismo fundamentalista. Hasta la Ilustración no comenzó a tomar cuerpo el movimiento de cuestionamiento racional del sobrenaturalismo cultural de siglos (cósmico, social, político, religioso). La Ilustración respetó inicialmente la dogmática y sólo en el momento teológico actual se están sacando todas las consecuencias. Éste es el objeto del libro ya citado “Religión sin magia”.

(continuará II. 6)

Fuente: ATRIO

lunes, 25 de febrero de 2013

El bien común de la humanidad, un paradigma post-capitalista frente a la ruptura del equilibrio del metabolismo entre la naturaleza y el género humano.

Tercera Conferencia para el Equilibrio del Mundo


Enviado a la página web de Redes Cristianas
La Habana, 28-30 de Enero 2013
La múltiple crisis actual provee la oportunidad de una reflexión que sobrepasa lo inmediato y la Conferencia Por el Equilibrio del Mundo es un lugar particularmente adecuado para este fin. Abordaremos en primer lugar el porqué de un nuevo paradigma, después la ruptura del equilibrio del metabolismo socio-ambiental y el aporte de Carlos Marx, y finalmente la reconstrucción de este equilibrio y la transición hacia la dimensión ecológica del socialismo.

1°¿Por qué un nuevo paradigma?
La organización capitalista de la economía se basa sobre la lógica de la ganancia y de la acumulación privada con la ignorancia de las externalidades sociales y ecológicas. Ella conlleva la explotación de la naturaleza, una ley del valor exclusivamente basada sobre el cambio, el capital como principal sujeto de la organización colectiva y de la historia, y la colonización de la cultura. En su fase neoliberal, el capitalismo llevó la ruptura del metabolismo socio-ambiental a un nivel jamás alcanzado y destruyó los logros sociales del periodo keynesiano.
La pregunta es saber si se puede mejorar la situación socio-ambiental y contener los efectos de la crisis, dentro del cuadro del capitalismo. Hasta un cierto punto, la respuesta es sí. En la medida que nuevas prácticas sean fuentes de provecho, ellas serán adoptadas. El ejemplo del “capitalismo verde” lo comprueba. Pero si no es el caso, ellas serán rechazadas o rápidamente abandonas. Por otra parte, cuando los daños ecológicos empiezan a afectar la tasa de ganancia y cesan de ser “externalidades”, o cuando las resistencias sociales ponen en peligro el modo capitalista de producción y de circulación, este último acepta regulaciones, pero siempre a condición que sean market friendly y provisionales.
Rémy Herrera recuerda que la macroeconomía neoclásica ha reintegrado los temas ambientales en una teoría del crecimiento que excluye una interpretación de los recursos naturales como patrimonios comunes, para incluirlos en categorías propias del capital (capital natural, por ejemplo), “para someterlos a un proceso de acumulación, de remuneración y de acumulación capitalistas, en una lógica exclusivamente orientada sobre el provecho”.#
Al mismo tiempo, el sistema es capaz de seguir destruyendo los ecosistemas del planeta por la obtención de provechos a corto plazo y de explotar millones de trabajadores formales o informales en beneficio de minorías que se enriquecen. En consecuencia, las luchas deben superar las regulaciones del capitalismo, aún si son eventualmente necesarias a corto plazo, para atacar el fundamento de la lógica que preside a su desarrollo. Es lo que Carlos Marx propuso en su obra. Hoy, se trata de perseguir este propósito y de proponer una filosofía de la vida colectiva de la humanidad en el planeta, adaptada a las nuevas circunstancias. Eso no puede ser sino el fruto de las luchas sociales y revolucionarias, combinadas con un pensamiento crítico.
El nuevo paradigma tiene que adoptar orientaciones opuestas a las de un capitalismo que está llegando al colmo de su carácter destructor y que, por consecuencia, es un instrumento de muerte, tanto por el planeta como por el género humano. Proponemos el concepto de Bien Común de la Humanidad, no como un eslogan, o menos todavía como una concepción mesiánica, sino como un instrumento analítico y una meta colectiva, que puede recibir varios nombres, desde el sistema de necesidades y capacidades de Marx, hasta el Socialismo del Siglo XXI de América Latina, o el Sumak Kawsay de los indígenas kichwa del Ecuador. Lo importante no es el nombre, sino el contenido.#
Se trata de la posibilidad de producir, reproducir y mejorar la vida, en todas sus dimensiones, de la naturaleza y de su parte consciente (y por ende responsable), la humanidad. Tal concepto se traduce concretamente en los varios elementos que constituyen los cuatro fundamentos de la vida colectiva de la humanidad en la Tierra, que cada sociedad tiene que abordar, cualquiera que sea el modo de producción: relación a la naturaleza exterior, producción de la base material de la vida, organización colectiva social y política y cultura.
En primer lugar, la relación social con la naturaleza debe asegurar la regeneración de la tierra y una utilización razonable de los recursos no renovables. Ello significa pasar de la explotación (concepto del capitalismo) al respeto de la tierra como fuente de toda vida, física, cultural, espiritual, y fomentar una visión biocéntrica del universo. En segundo lugar, la posibilidad para todos de acceder a las bases materiales de la vida, exige que se privilegie el valor de uso frente al valor de cambio (eje central de la acumulación capitalista), con relaciones de producción sin explotación del trabajo y sobre la base de la solidaridad.
La tercera dimensión es la organización colectiva, social y política que tiene que asegurar la participación de todos en la generalización de la democracia en el conjunto de las relaciones e instituciones sociales, fomentando la construcción continua de los grupos y de las personas humanas como sujetos sociales a los varios niveles. Finalmente, la participación de todas las culturas, los saberes, las filosofías, las espiritualidades en la elaboración de una visión holística de la realidad y la ética social, pondrían fin a la hegemonía de una cultura (occidental) instrumentalizada por el mercado.
2° La ruptura del metabolismo entre naturaleza y género humano
El proceso de ruptura del equilibrio en el intercambio de materias entre los seres humanos y la naturaleza (metabolismo) empezó con la industrialización capitalista y se desarrolló durante los dos siglos pasados; y con una aceleración fuerte desde la mitad del siglo XX. Se realizó dentro de un proceso de concentración de un capitalismo de monopolio, que acentuó la brecha entre el Norte y el Sur. Los países socialistas han seguido el mismo camino para el desarrollo de sus fuerzas productivas. Hoy en día, los países emergentes adoptan un modelo similar de desarrollo industrial o como proveedores de materia prima en la división internacional del trabajo. Sin embargo, ya Carlos Marx había anunciado los efectos dañinos de tal lógica.

El aporte de Carlos Marx

Debemos reconocer que los aportes de Marx en este dominio no fueron muy utilizados en la literatura crítica, aún marxista, sino hasta los últimos años.# Tampoco aparecen centrales en las publicaciones de los países socialistas, a pesar de ofrecer una base de interpretación de lo que el mundo está viviendo en nuestros tiempos. Una reubicación socio-histórica de la cuestión ambiental puede ayudar a entender el porqué.
Por una parte, el pensamiento social crítico se focalizó en la trasformación de las relaciones de producción y, por otro lado, los países socialistas buscaban el desarrollo de las fuerzas productivas para construir las bases del socialismo. La visión de un progreso material lineal sobre un planeta inagotable, herencia de la modernidad adoptada y reproducida por el capitalismo, no fue puesta en cuestión. Menos todavía cuando el socialismo se definió como una superación del capitalismo en la producción de bienes y servicios. Los daños ecológicos eran considerados como una externalidad. Ese modelo se puede verificar aún hoy en día en el tipo de desarrollo de un país como China, donde a pesar de un reciente discurso oficial de defensa de la naturaleza, las prácticas contrarias siguen. En este sentido, Cuba fue una excepción, con la alerta muy temprana del comandante Fidel Castro# sobre el tema, y la emisión mínima de gases con efecto invernadero por el país#.
Marx utilizó la noción de metabolismo, de creación reciente en las ciencias naturales de su tiempo, significando en este caso el intercambio orgánico entre los seres humanos y la naturaleza (Stoffwechsel). Para interpretar eso, es necesario hacer primero referencia a la concepción marxiana de la naturaleza. Se trata de una realidad que tiene su existencia propia, sus leyes y su vida independientemente de toda consciencia y voluntad humana (A. Schmidt, 1976, 78). “la materia misma no la ha creado el hombre” escribe Carlos Marx#. Por otra parte, “El hombre mismo… es un objeto de la naturaleza, una cosa, aunque sea una cosa viva y autoconsciente”#. Si existe un intercambio, es con la “naturaleza externa” al ser humano, es decir todo lo que él utiliza para vivir y todo lo que él retorna después de la utilización (deshechos, objetos inútiles, hasta su propio cuerpo).
El trabajo es la base de este intercambio. Lo expresa Marx de la manera siguiente: “ Como creador de valores de uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, independientemente de todas las formaciones sociales, condición de la existencia humana, necesidad natural y eterna de mediar el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por consiguiente, de mediar la vida humana”#. Los valores de uso sirven para satisfacer las necesidades de la vida humana y son “combinaciones de dos elementos, la sustancia natural y el trabajo”#. Por otra parte, el valor de cambio no contiene ningún material natural#. Es el producto de una relación social.
El trabajo es creador de valores en el plano formal y la naturaleza en el plano material. Y así, según Marx, “El trabajo es el padre (de la riqueza material) y…la tierra su madre”#. La fuerza de trabajo es “ante todo materia natural trasformada en organismo humano” #. Es en este sentido que Marx habla de “metabolismo social”, porque el intercambio es siempre mediatizado por una forma social particular. “Cada modo de producción y de reproducción de la vida que ha desarrollado la humanidad es un régimen particular de organización de dicho metabolismo social-natural”, escribe Miguel Ruiz.# Jazon Moore, que fue últimamente uno de los más importantes intérpretes del pensamiento marxista en este dominio, no duda en afirmar que “el capitalismo es un régimen ecológico”.#

La fractura del metabolismo por el capitalismo

Cuando Marx dice que la característica del capitalismo es destruir las bases de su propia riqueza, la naturaleza y el trabajo, se trata de entender por qué no es el efecto de un accidente del sistema, sino el fruto de su propia lógica. Ello es lo que va a permitir a Marx adelantar la percepción de los eventos que vivimos actualmente. Miguel Ruiz Acosta, del Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador, lo explica muy claramente. En las sociedades pre-capitalistas, los ciclos de reproducción de la fuerza de trabajo (capacidad humana de trabajar) y de la naturaleza estaban mutuamente condicionados. “El hombre hace parte de la naturaleza y este metabolismo primitivo se refuerza en el proceso de preservación de su ser”, escribe Jean-Luc Cachon.# Al contrario, en el capitalismo, el capital tiende a subordinar estos ciclos a su propia reproducción: “La naturaleza aparece como su obra (del hombre) y su realidad”.# El capitalismo, de hecho, es un modo de civilización, donde el valor de uso está subordinado a la riqueza abstracta, lo que está en el origen de la destrucción de los equilibrios del metabolismo socio-ambiental.
Marx hace notar que el ritmo de reproducción de la naturaleza (“sustancias vegetales y animales sometidos a leyes orgánicas, ligadas a ciertos lapsos naturales”)# no puede aumentar al ritmo del capital fijo (máquinas, etc.) de países industrializados. La lógica de la reproducción del capital es generar una riqueza abstracta (valor) capaz de aumentar a lo largo de sus sucesivos ciclos reproductivos (reproducción ampliada). La producción de valores de uso en forma de mercancía (valores de cambio) es el medio para alcanzar este fin#.
Es esta contradicción entre los ritmos la que engendra la fractura del metabolismo social. ” Marx utilizó el concepto de ‘fractura’ abierta en la relación metabólica entre los seres humanos y la tierra para denotar el extrañamiento material de los seres humanos, escribe J. Forster, dentro de la sociedad capitalista, en relación con las condiciones naturales que constituyen la base de su existencia, lo que denominaba “las sempiternas condiciones de la existencia humana impuestas por la naturaleza.”#
Para Marx, el proceso empezó con la industria urbana, pero se prolongó con la esquilmación de los suelos por la agricultura industrial provocando “un desgarramiento insanable en la continuidad del metabolismo social, prescrito por las leyes naturales de la vida.”# Desde la fecha de este escrito de Marx, el proceso se aceleró, con una población urbana que alcanza más de la mitad de la humanidad, produciendo desechos en cantidad incontrolable, una industria emitiendo millones de toneladas de gases de efecto invernadero, transportes contaminantes irracionales y un acaparamiento de tierras para monocultivos destructivos de los suelos y la contaminación del agua. El proceso está acompañado por una subordinación real y formal del conjunto de la fuerza de trabajo mundial al capital.
El agotamiento de los recursos naturales (la naturaleza externa, como los llama Marx) con la expansión del mercado mundial, provoca una crisis de escasez.# Hay una contradicción entre la sobreproducción de los elementos fijos del capital (maquinaria, infraestructura, etc.) y la subproducción de las materias primas, que al mismo tiempo tienden a aumentar de precio.# “ El resultado, escribe Gian Carlo Delgado, de la UNAM de México, es que la dinámica de acumulación de capital en los espacios territoriales concretos pone ya en cuestionamiento la preservación de los bienes comunes y, con ello, incluso la viabilidad misma de la vida, no solo la humana”.#
Así, Carlos Marx ya había dado la alerta, lo que no fue oído por la mayoría de los constructores de las sociedades socialistas del siglo XX. A pesar de no haber podido prever el agotamiento de las riquezas naturales, también él había establecido bases teóricas solidas sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza y anticipado lo que podríamos llamar hoy en día, con Michael Löwy,# el eco-socialismo.
La dimensión de la fractura
Hoy en día todos los indicadores apuntan sobre una crisis de dimensión jamás alcanzada. Se trata de una mundialización de la fractura. Es una evidencia que Miguel Ruiz subraya: “Si bien la fractura metabólica asociada a la emergencia del capitalismo comenzó a la par de la industrialización … fue durante el siglo veinte cuando la mundialización del capital amplió tal fractura en proporciones nunca antes vista”.#
Tim Appenzelles, de Nature Magazine, se preguntó durante el Foro Económico Mundial de Davos (2012): « ¿No hemos sobrepasado el punto de no-regreso?” # El informe preparatorio al Foro de 2013, señalaba que la tierra había perdido el 30 % de su potencialidad reproductiva. John Saxe Fernández, por su parte afirma que en las circunstancias actuales, el crecimiento económico es incompatible con los límites materiales de la naturaleza.#
Es interesante hacer notar que en 2013, el FEM de Davos se preocupó de estas situaciones#. Se manifestó una inquietud fuerte por situaciones de riesgo en el mundo actual: los eventos extremos del tiempo, tempestades e inundaciones en aumento; los progresos en la geo-ingeniería que ofrecen la posibilidad a grupos terroristas de actuar sobre el clima; la militarización del espacio; y también, el crecimiento de la desigualdad entre ricos y pobres, que conduce a protestas sociales eventualmente violentas. “Estamos frente a dos tempestades al mismo tiempo, una ambiental y la otra económica”, decía John Drzik, el Presidente de la Compañía de seguro Oliver Wyman, durante la preparación del evento. El informe presentado al Foro recomendaba a los Gobiernos nombrar un Ministro de Riesgos.
En verdad, estos factores pueden poner en peligro el modelo de acumulación dominante. Se reconoce que la relación con la naturaleza es un factor que implica una responsabilidad humana y, en Davos, se propusieron medidas de regulación. Sin embargo, la gravedad de la situación no parece haber llegado a la consciencia colectiva de este grupo de dirigentes económicos y políticos.
Según Paul Crutzen, premio Nobel y Eugene F. Stoermer, hemos entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, caracterizada por el hecho que los procesos naturales están ahora alterados por los seres humanos#. Lo más grave es que parece evidente que hemos llegado a una doble contradicción: el modelo no puede reproducirse a largo plazo y tampoco no puede extenderse al conjunto de los grupos humanos en el planeta#. De ahí la ilusión del “desarrollo” sin cambio de paradigma y del “desarrollismo” de los países “emergentes”.
Los principales dominios de la ruptura y sus efectos
Antes de entrar en más precisiones, falta recordar el vínculo entre la el tipo de sociedad y la ruptura del metabolismo socio-ambiental, para no limitarse a una visión ecológica demasiada simple. Aún en un mundo globalizado bajo la hegemonía del capitalismo, todas las sociedades no tienen la misma responsabilidad (cada ciudadano de los Estados Unidos emitía en 2004, 20 toneladas de Co2 en la atmosfera, cada Europeo, 10 toneladas, cada Chino, 4,2 (en 2012, 7 toneladas) y cada Indio 1,2) ni tampoco todas las clases sociales (en los Estados Unidos, el 1 % superior emite anualmente arriba de 100 toneladas de CO2).
Así al analizar los dominios de la ruptura y sus efectos, debemos siempre preguntarnos quienes son los actores, quien produce los bienes o los servicios, quien los consume. A menudo se atribuye al crecimiento demográfico la causa de los problemas ambientales. Es verdad que el ser humano es por sí un depredador de la “naturaleza externa”, como decía Carlos Marx, pero no son los más pobres que son responsables de la sobre-explotación del planeta, sino los ricos. Por otra parte, la tendencia demográfica mundial tiende a estabilizarse a medio plazo, pero a condición de responder a las necesidades vitales de las poblaciones pobres, que en este caso limitan su capacidad reproductiva.
Además, como es la lógica de los ciclos de reproducción (amplia) del capitalismo que construye la contradicción con los ciclos de recuperación de la tierra, debemos ser conscientes que los fenómenos que abordaremos son el fruto de estrategias del sistema para instrumentalizar todos los mecanismos naturales y sociales en función de sus objetivos: una concentración monopolística y la extracción de excedentes de la periferia, el ejercicio del poder a la escala mundial, el desarrollo de geopolíticas adecuadas#. Los dos factores fundamentales del proceso actual son, por una parte, el agotamiento de los recursos no renovables y por otra parte, la degradación de las fuentes no-renovables.
El agotamiento de los recursos no-renovables
No hay un día sin nuevos datos sobre este fenómeno. Helmut Haberl, del Instituto para la Ecología social de Viena, calculó que durante el siglo XX, el crecimiento mundial de extracción de recursos aumento en 9.5 veces: la biomasa se multiplicó por 3.8, el uso de combustibles fósiles por 13 y la extracción de minerales industriales por 31. Los recursos no-renovable constituyen alrededor del 70 % de todos los recursos utilizados por la humanidad#.
Sin embargo, es después de la segunda guerra mundial que el fenómeno se acentuó, con la reconstrucción de la posguerra (los treinta años gloriosos). El “Consenso de Washington” o la era neoliberal, acelero el proceso, con la liberalización del comercio mundial y la privatización de los sectores públicos. Fue una época de despilfarro considerable de recursos naturales a bajo precio, irracional en vista de las necesidades, pero no en función de las ganancias y de la acumulación del capital.
La consciencia del agotamiento de la mayoría de los recursos dentro de un tiempo previsible, y en particular de las fuentes de energía (el petróleo en aproximativamente 40 años, el gas, en 60 años – solo en carbón tiene por 2 siglos de vida al ritmo actual de consumo) tiene varias consecuencias. En primer lugar se trata de asegurar el control de las reservas y por eso de obtener la mayor extensión de concesiones sobre tierras potencialmente utilizables para la explotación petrolera o minería o para monocultivos. En segundo lugar, es necesario promover nuevas tecnologías capaces de extraer material de yacimientos actualmente inútiles, pero no agotados o de rentabilizar mejor nuevas explotaciones (ende las minas a cielo abierto, con todas sus consecuencias ecológicas y sociales). En tercer lugar, esta preocupación orienta la geo-estrategia militar mundial: bases al extranjero en zonas de recursos importantes, intervención directa (Iraq, Afganistán, Libia, Mali). En breve, la misma lógica de acumulación capitalista lleva a un límite que temprano o tarde significara un callejón sin salida.
La degradación de las fuentes no-renovables
La principal destrucción es la de los “pozos de carbono”, es decir los lugares de absorción natural de los gases de efecto invernadero: las selvas y los océanos, mientras la emisión de estos gases sigue aumentando. La deforestación sigue en los tres continentes del Sur: la selva amazónica, en América del Sur, que corre peligros graves por el monocultivo de soja, de palma e indirectamente de caña de azúcar, y por las políticas extractivas de petróleo y de minerales; en África central y en Malasia-Indonesia, por las mismas razones. Esfuerzos de reforestación se realizan en el Norte, pero son insuficientes. Solamente China ha puesto en marcha un programa de gran amplitud. La acidificación de los océanos y el alza de los mares están en relación con el calentamiento del planeta y es un obstáculo para la absorción del CO2. Según la organización Meteorológica Mundial (WMO) en el polo Norte, el hielo ha perdido el 18 % de su consistencia entre 2007 y 2012.# El Ártico pierde siempre cada vez más su capa de nieve#.
El Instituto Postdam, para el impacto climático, afirma que en los veinte últimos años, el nivel de los mares aumentó 60 % más rápidamente que lo previsto#. Alrededor del 60 % de toda la producción mundial pasa por los océanos y cada día unos 22.000 barcos de más de 400 toneladas recorren esos océanos#, fruto del “turboconsumismo”# y de la liberalización irracional del comercio, con la contaminación que eso conlleva; sin hablar del despilfarro de materias primas y de energía. Cada año, 3,5 millones de barriles de petróleo se derraman en los océanos.# Entre 1962 y 2005, el volumen de exportación de productos extraídos ha pasado de 30 millones de toneladas a 40 millones#.
El modelo capitalista de agricultura se construye, no solamente sobre la concentración de las tierras en un proceso de real contra-reforma agraria a escala mundial y la expulsión de los pequeños campesinos, sino también con el uso masivo de productos químicos. Según el World Resources Institute, en 45 años, más de 1.200 millones hectáreas de tierras arables (equivalente a la superficie de China y de la India juntos) fueron contaminados.# Solamente en Argentina, en 2012, se utilizó 370 millones de kg de veneno (68 % glifosato) para la agricultura.# En las zonas de fumigación, los cánceres alcanzan el 30 % de la población, contra el 18 % en las otras zonas.# Se contaminan las aguas, tanto las capas subterráneas, como los ríos y los mares (como ejemplo el fenómeno de los mares muertos en las embocaduras de los grandes ríos del mundo). Con el cambio progresivo en la alimentación, la producción de carne aumenta. Las reses, que hacia 2001 eran más de 1530 millones en el mundo, producen más metano y CO2 que toda la población humana.#
El acaparamiento de las tierras se realiza en gran escala en África, con reales peligros para la soberanía alimentaria. Se trata de corporaciones multinacionales o de Estados, en búsqueda de grandes extensiones de territorio para concesiones de extracción petrolera o minera, para producir alimentos humanos y animales y sobre todo para agro-combustibles. Mozambique es un ejemplo particular, con dos contratos de mega dimensión. El primero fue el acuerdo firmado en Brasilia en 2010, con la Comunidad Europea y el Gobierno de Brasil para el desarrollo de 4,8 millones de hectáreas de caña de azúcar, con capitales europeos y tecnología brasileña para abastecer a Europa en etanol. En segundo es el proyecto ProSavana, donde el Gobierno brasileño, el sector privado de Brasil y empresas japoneses tienen el proyecto de utilizar 14 millones de hectáreas en lo que se llama el Nacala Corredor, para producir soya, maíz y cañas.
Empresas del agro-negocio brasileño serían las encargadas de la producción; y una multinacional japonesa, de la exportación.# GV Agro, filial de la Fundación Getulio Vargas, coordina los inversionistas brasileños, bajo la dirección de Roberto Rodríguez, antiguo ministro de Agricultura. Charles Hefner de GV Agro afirma que se trata de una “zona abandonada”, sin agricultura, pero el movimiento campesino mozambiqueño UNAC, afiliado a la Vía Campesina, contesta que es una zona de cultivos en alternancia y que este proyecto afectará a millones de campesinos.
Los efectos ecológicos y sociales
Solamente podemos citar algunos de estos efectos. El calentamiento del planeta es probablemente el más inquietante. J. Hansen de la NASA escribe que los casos de calor extremo en el verano se han multiplicado por 13 desde los años 1980.# Las varias conferencias de la ONU hacen pronósticos que van desde 2 grados centígrados de aumento para el fin del siglo XXI, hasta 4 y más. Eso significa sequías y falta de agua en varias partes del planeta (Sahel, Asia central) impidiendo la posibilidad de la vida. Centenares de millones de migrantes climáticos se prevén hacia la mitad del siglo, y decenas de especies vivas desaparecerán.
La falta de agua resulta también de otras causas. Así, el fracking, en los Estados Unidos, exige la utilización para las inyecciones a alta presión, entre 8 y 30 millones de litros de agua por pozo, y solamente un solo yacimiento en Pensilvania tiene 200,000 pozos#.
La contaminación, como lo hemos visto a propósito de la agricultura, tiene también efectos importantes en las ciudades. El 12 de enero de 2013, Pekín ha conocido el peor caso de polución de su historia, según la Señora Zhou Rong, jefa de la oficina del Clima y de la Energía de Asia Oriental de Greenpeace.# La visibilidad era de menos de 100 metros. El hospital para niños recibió los días siguientes más de 7.000 pacientes por día a causa de esta contaminación.#
El GIEC, Grupo de los expertos internacionales que asesora la Organización de las Naciones Unidas sobre estas cuestiones, se muestra cada vez más insistente para que decisiones se tomen a nivel internacional, indicando que el tiempo urge. La situación es más grave de lo que se piensa, ya que, según Jean Pascal van Ypersele, vice-presidente del GIEC, los informes del grupo son el resultado de un compromiso entre los expertos, lo que se traduce en posiciones conservadoras.
El desafío ético
Frente a estas situaciones existe un desafío ético para el conjunto de la Humanidad. La responsabilidad es evidentemente diversa, pero es universal. La inspiración de José Martí en este sentido pude ser importante, él que puso la ética en el centro de su pensamiento filosófico y de su acción política. No solamente soluciones deben ser encontradas, sino que son urgentes. Los protagonistas del sistema capitalista están preparados para condenar los actores incapaces o corruptos a condición de salvar la lógica del sistema (es decir sus intereses). Por eso hablan de “economía verde” y también del sacrificio de algunos sectores de la población para salvar la mayoría. Otros hablan de regulaciones del sistema porque el mercado no es capaz de auto-regularse (neo-keynesianos). Pensamos que la crisis sistémica exige un nuevo paradigma y que eso es un imperativo ético.
4. La reconstrucción del equilibrio del metabolismo entre la naturaleza y los seres humanos por un cambio de paradigma y las transiciones
El problema de la ruptura del metabolismo socio-ambiental es el resultado de una lógica más amplia que abarca el modo de acumulación y el predominio del valor de cambio, la organización colectiva al servicio de la reproducción del capital y la visión del mundo orientada por un progreso lineal en un planeta inagotable al servicio de una minoría. La reconstrucción del metabolismo es solamente una parte de la solución. Es necesario desarrollar un enfoque holístico teniendo en cuenta la necesidad de proponer un paradigma nuevo de conjunto.
Un equilibrio renovado como parte del nuevo paradigma
Es el paso que hace Carlos Marx, cuando él afirma que la única manera de restablecer el equilibrio es la construcción del socialismo. Se trata de contradecir la lógica de acumulación del capitalismo y de realizar una construcción social alternativa, permitiendo “hacer la paz con el planeta“, como dice John Saxe Fernández.# Jean Luc Cachon añade un comentario: “Es por este lado que el comunismo es reconciliación, teleología del retorno a la unidad; él será, según las palabras de Marx: “el naturalismo cumplido del hombre” # , “verdadera solución del antagonismo entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre”.#
Con la experiencia del socialismo del siglo XX, debemos preguntarnos de qué socialismo se trata. Evidentemente, todas las realizaciones concretas de este último fueron pasos en una transición, sin embargo, la mayoría de ellos no fueron ejemplos de nuevas relaciones de las sociedades humanas con la naturaleza externa ni de la generalización de la democracia. Es por eso que la reflexión tiene que progresar y las experiencias que avanzar. Por una parte está la propuesta de una definición del contenido del socialismo como proyecto, es decir de una meta: el Bien común de la Humanidad o las condiciones de la producción, reproducción y mejoramiento de la vida, como contenido del socialismo y por otra parte, la concretización de esta meta en los cuatro ejes de la vida colectiva de la humanidad en el planeta, ya citados previamente y que definen las etapas de la transición socialista.
Todo esto puede parecer una utopía en el sentido de una ilusión,# pero no lo es. Miles de iniciativas, de luchas y de organizaciones existen en el mundo entero actuando en un sector u en otro de los cuatro ejes. Lo que se necesita es una coherencia teórica y una convergencia de las luchas frente a una resistencia siempre más violenta del sistema. Eso es el desafío fundamental para el futuro.
Las transiciones
En los límites de este trabajo, no podemos entrar en detalles e indicaremos solamente las grandes líneas de una reflexión ya en curso. Se habla de transición cuando un sistema no tiene más las capacidades necesarias de su reproducción (varios elementos empiezan a faltar) pero un nuevo sistema socio-ambiental tampoco se ha establecido para reemplazar el precedente.# Se trata de un proceso dialéctico realizado vía luchas sociales. Sin embargo, existe una exigencia fundamental, que la meta de las luchas y las realizaciones políticas sean pasos reales hacia el nuevo paradigma y no solamente adaptaciones del sistema a nuevas demandas de tipo ecológico o a resistencias sociales. En este caso no se trata de transición. Es el trabajo empírico que permitirá descubrir el sentido de los fines y de las medidas concretas.
Terminamos con una triple conclusión. La primera es la necesidad de una convergencia concreta de luchas. La labor realizada por los Foros Sociales Mundiales, para crear una consciencia social nueva a nivel mundial, ha sido un gran paso permitiendo también la constitución de numerosas redes de movimientos e iniciativas sociales. Tiene que continuar, porque muchos pueblos deben todavía entrar en este proceso. Sin embargo, eso no basta. El próximo paso es la organización de la convergencia con el fin de constituir una nueva relación de fuerza a la escala mundial. Algunos, como Hugo Chávez y Samir Amín han llamado a crear la Quinta Internacional. Otros, dudando de la pertenencia de esta apelación, prefieren utilizar otro vocabulario. No importa el nombre, lo importante es la realización.
Una segunda conclusión es la importancia de la propuesta de Pablo González Casanova, de una llamada a los científicos del mundo, que esta Conferencia podría apoyar. Eso haría parte de un compromiso moral frente a la urgencia de encontrar soluciones sobre la base de un nuevo paradigma de la vida colectiva de la humanidad en la tierra.
Finalmente, el proyecto de una Declaración universal del Bien Común de la Humanidad, paralela a la Declaración Universal de los Derechos Humanos#, podría también recibir un soporte. En verdad, no son las declaraciones que cambian el mundo, sino las luchas sociales y políticas, pero un tal documento puede servir de instrumento pedagógico para definir la meta, indicar pistas de concretización para la acción y orientar la construcción de un derecho internacional renovado. Un proyecto, siempre en elaboración, será presentado en ocasión del próximo Foro Social Mundial de Tunes.
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Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales