domingo, 6 de abril de 2014

Reseña de libro: “La búsqueda de la armonía en la diversidad.


El diálogo ecuménico e interreligioso desde el Concilio Vaticano II” de Victorino Pérez Prieto.

“Andad como hijos de la luz” (Pablo de Tarso, Ef 5, 8).
“Sed luz los unos para los otros” (Buddha Shakyamuni).
“Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen… y tienen un fin último que es Dios, cuya manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos… Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana” (Concilio Vaticano II, Nostra Aetate 1).

“La palabra de Dios que se manifiesta en las diferentes religiones es ciertamente la misma Palabra, pero expresada de diferentes maneras… En nuestro diálogo con las demás religiones, descubrimos que éstas pueden haber hecho la experiencia de aspectos de la Palabra que el cristianismo no ha comprendido todavía por completo. Por ello, podemos afirmar que en el diálogo no solo damos, sino que también recibimos” (Michaël Amaladoss, SJ ).

“El pluralismo es la curación de la absolutización, esto es, de la idolatría. Es el reconocimiento de la relatividad y la belleza extraordinaria de todas las tradiciones religiosas” (Raimon Panikkar ).


INDICE


Prólogo. Javier Melloni

Prefacio. Diálogo interreligioso y trabajo por la paz, versus violencia entre las religiones, “choque de civilizaciones” y la presunta extinción de la religión

I .UN CONCILIO PARA EL DIÁLOGO

1. El Concilio Vaticano II, un nuevo comienzo para la Iglesia, sin anatemas ni descalificaciones, sino en diálogo con todos los cristianos y las demás religiones

1.1. El verdadero espíritu del Concilio: del anatema al diálogo.
1.2. Un diálogo ralentizado tras el postconcilio: De la primavera al invierno eclesial.
a) La tentación de vuelta a lo de siempre: restauración y noche oscura eclesial.
b) De Juan XXIII a Francisco.

2. El diálogo ecuménico e interreligioso en los documentos del Concilio

2.1. El diálogo conciliar con las otras iglesias, religiones y personas no religiosas.
2.2. Diálogo ecuménico con los hermanos y hermanas cristianos.
2.3. Diálogo interreligioso con los hermanos y hermanas de religiones no cristianas.
2.4. Diálogo con los hermanos y hermanas que no se confiesan personas creyentes-
religiosas

II. EL DIÁLOGO ECUMÉNICO E INTERRELIGIOSO
EN EL SIGLO XXI

1. La unidad en la diferencia y la armonía invisible, verdadero reto del diálogo
ecuménico e interreligioso

1.1. Más allá de las tímidas propuestas del Concilio.
a) El diálogo ecuménico entre cristianos: Unidad/comunión en la fe en Cristo Jesús desde la aceptación de la riqueza histórica que representan las diferencias confesionales.
b) El diálogo interreligioso: Más allá del exclusivismo y el inclusivismo; crecer conjuntamente a través de una palabra y una experiencia religiosa compartida.
1.2. Pluralismo religioso y armonía no-dual.
a) Pluralismo, identidad cristiana, “efecto pars pro toto” y armonía invisible.
b) No-dualidad e interrelación de toda la realidad en el diálogo interreligioso.

2. El diálogo interreligioso: un ecumenismo-ecuménico en un diálogo-dialogal
… sin olvidar a los pobres ni a las mujeres

2.1. Ecumenismo-ecuménico y diálogo-dialogal. Diez presupuestos y unas reglas del
juego para el diálogo interreligioso.
“El sermón de la montaña en el diálogo intrarreligioso” (Raimon Panikkar).
2.2. Y… sin olvidar a los pobres ni a la mujeres.
a) La presencia de los pobres y la experiencia mística en el diálogo interreligioso.
b) La presencia de las mujeres en el diálogo interreligioso.

3. El diálogo intra-religioso. La pertenencia religiosa múltiple

3.1. Thomas Merton, Enomiya Lassalle, Jules Monchanin, Henry Le Saux
y Bede Griffiths.
3.2. Prolegómenos sobre la doble pertenencia religiosa
3.3. Raimon Panikkar: cuádruple identidad
3.4. Ana María Schlüter: bilingüismo religioso
3.5. Conclusión. Ana María Schlüter, Raimon Panikkar y Karlfried Graf Dürckheim.

4. Un colofón personal que quiere ir cargado de fe, esperanza y amor

5. Bibliografía consultada sobre el Concilio Vaticano II,
ecumenismo y diálogo interreligioso

6. Índice onomástico


PRÓLOGO 
Javier Melloni, SJ

El diálogo interreligioso ya no es novedad y, sin embargo, apenas ha sido iniciado; ya no tiene el atractivo de lo nuevo y, sin embargo, es un territorio virgen todavía por explorar. El haberlo tan sólo comenzado a recorrer ha mostrado lo complejo de lo que está en juego: conjugar la fidelidad a la propia tradición y, a la vez, abrirse al misterio de Dios, del ser humano y del mundo a partir de lo que se vive en otras tradiciones. Esta difícil articulación es la que se propone en este libro.
Su autor, el teólogo Victorino Pérez, ha profundizado en estas aguas oscuras y profundas, aunque también claras y transparentes, con su lucidez personal y por medio de Raimon Panikkar, con un doctorado en teología y otro en filosofía sobre su obra. Por ello lo cita con profusión; pero no sólo a él. Una de las aportaciones de este libro es la amplitud de autores y referencias que tiene en cuenta.

Estamos ante una presentación que articula diversas perspectivas: teológica, filosófica, epistemológica, y también sociológica y antropológica. Todo ello brota de una convicción fundamental: que la realidad está constituida por múltiples factores y perspectivas. “El pluralismo es la curación de la absolutización, esto es, de la idolatría. Es el reconocimiento de la relatividad y la belleza extraordinaria de todas las tradiciones”, dice Raimon Panikkar en una de las citas tan pertinentemente elegidas por el autor. El fenómeno de la pluralidad es un elemento constitutivo de nuestro modo de estar en el mundo.

Me permito indicar cinco aportaciones de la presenta obra. La primera es la que acabo de mencionar: la amplitud de ámbitos que aparecen. El libro impulsa al diálogo no sólo ecuménico e interreligioso, sino también con los pobres, de género y ecológico, es decir, invita a escuchar y dejar hablar a los no escuchados, con la certeza de que la diversidad tiene que incluir a todos los ámbitos.

El libro comienza abordando los dos diálogos que se explicitan en el título: el diálogo ecuménico e interreligioso. Se ha dicho que primero hemos de arreglar los asuntos de casa y luego hablar con los de fuera. No lo creo, y Victorino Pérez tampoco. Son diálogos simultáneos que brotan de la misma fuente y requieren la misma actitud. No sólo porque si hemos de esperar a unirnos las iglesias cristianas para salir al encuentro de las demás tradiciones el diálogo con ellas se pospondrá por siglos o milenios, sino porque se trata de la misma actitud: dar cabida al otro desde el comienzo como parte de mi propia verdad. Nos necesitamos mutuamente desde el comienzo para avanzar en la tarea de ser humanos.

La segunda aportación consiste en ofrecer una perspectiva histórica que se remonta hasta el Concilio Vaticano II. Pero el autor no se limita a ello, sino que muestra el avance que supuso respecto a posiciones anteriores. Pío IX, a finales del s.XIX, escribió sobre “esa impía y nociva idea de que el camino de la salvación eterna puede encontrarse en cualquier religión” (Singulari Quadam) y Pío XI (papa entre 1922 y 1939) prohibió a los católicos participar en el movimiento ecuménico en su encíclica Mortalium animus. El libro muestra cómo el diálogo ecuménico se fue abriendo al diálogo interreligioso y cómo el Decreto conciliar Nostra Aetate avanza por círculos concéntricos desde las religiones abrahámicas hasta las orientales. El recorrido es ineludible: de lo conocido hacia lo desconocido. Así crecemos los humanos: sólo somos capaces de amar lo que conocemos a la vez que sólo amando llegamos a conocer.

La tercera aportación consiste en que el autor fundamenta teológicamente el pluralismo no sólo hablando sobre otras doctrinas, sino desde las otras doctrinas, es decir, utilizando su terminología. Para ello introduce un concepto propio de las tradiciones orientales: la no-dualidad. Muestra cómo en el hinduismo, la unidad no-dual de la Realidad viene manifestada en el dharma u orden cósmico universal, que atañe a todas las religiones, a todos los seres humanos y al cosmos. Este orden se expresa sobre todo con el principio ŗtá -de donde procede el término rito-, el cual rige el orden cósmico y sagrado que armoniza a todos los seres. Ningún ser se identifica con otro, pero tampoco está separado de los otros. Todo está íntimamente unido.

En el taoísmo, la no-dualidad viene expresada en el mismo concepto de Tao, “Vía”, “Curso” sinónimo de Sentido, Ser, Yo verdadero. El Tao es lo Absoluto no mostrado, en estado no-dual en el que no existe el sujeto-objeto. Lo mostrado es relativo; a través de la conciencia podemos ir llegando a él: “El camino del No-ser lleva a contemplar la maravillosa esencia, la del Ser” (Tao te King I). Pero sobre todo el buddhismo es la tradición filosófica y religiosa que más ha desarrollado la noción de no-dualidad como interdependencia a través del concepto de pratatyasamutpada, la relatividad de toda la realidad. Todo está interrelacionado y nada existe aislado.

Esta expresión sánscrita se traduce habitualmente como “originación codependiente” u “origen condicionado”. En palabras sencillas del Budhha: “Hay esto, por eso hay aquello; si no hay esto tampoco hay aquello”. Panikkar lo traduce como “la relatividad radical y constitutiva de todo, la concatenación universal de todas las cosas”. Victorino muestra muy bien que también en la mística cristiana hallamos la percepción no-dual, así como fundamenta teológicamente la raíz del pluralismo a partir de revelación de Dios como Trinidad, como pura relación de amor sin substancia: Dios es un yo, un tú y un él, que se intercambian en la perichôrêsis trinitaria de modo inefablemente amoroso.

La cuarta aportación de esta obra consiste en la referencia a una amplia cascada de autores que durante las últimas décadas han trabajado sobre esta cuestión. Aparecen nombres venidos de lejos: Thomas Merton, Henri Le Saux, John Hick, Paul F. Knitter, Michael Amaladoss, Jacques Dupuis, Hans Küng, Christian Duquoc, Aloysius Pieris o Tissa Balasuriya, y nombres provenientes de cerca: Juan José Tamayo, Joan Bosch, Andrés Torres Queiruga, J.Mª Vigil, Ana Mª Schlüter, Xavier Pikaza, Juan Masiá, Jaume Flaquer, etc. Con ello Victorino Pérez muestra que el pensamiento teológico madura gracias a una comunidad de escritores y de lectores. Conjuntamente avanzamos en este abrirnos a Dios que expresa en las diferentes lenguas religiosas y aprendemos a reconocer un solo Fuego en diversidad de llamas.

Por último, el autor comparte su propia profesión de fe: se confiesa cristiano pero radicalmente abierto a la alteridad y a la pluralidad. Habiendo dedicado unas substanciosas páginas al plurilingüismo religioso, expresa que “una experiencia, cuando es auténtica, no reduce la una a la otra, sino que se vive en una tensión dinámica y fecunda. No se trata de crear una ‘tercera identidad’ religiosa superior, sino de favorecer un flujo de diálogo, que hoy es más necesario que nunca”. El autor concluye con estas esperanzadoras palabras: “Lo que algunos han tomado como fin de las religiones puede convertirse en principio de un nuevo despertar y encuentro realmente inter/intrarreligioso que suponga un salto cualitativo en la humanidad. El mundo del siglo XXI será místico, ecologista y empapado en un profundo diálogo interreligioso, o no será”.

En definitiva, el propósito del libro cumple sobradamente su objetivo y lo convierte en una lectura indispensable, mostrando que lo que para la teología académica puede resultar un bloqueo, se resuelve y enriquece con otras perspectivas: la inclusión de los pobres, cuya solicitud inmediata a la vida abre a verdades fundamentales universalmente compartidas; la escucha de la sensibilidad femenina con su otro modo de abordar la vivencia religiosa con planteamientos menos abstractos y más flexibles; el cuidado de la naturaleza como un lugar común de encuentro y de experiencia de lo sagrado; la posibilidad de aprender otros lenguajes espirituales mediante prácticas oracionales o meditativas que proceden de otras tradiciones. Todo ello hace que tanto el autor de esta obra como el autor de este prólogo podamos esperar que “la cacofonía actual pueda ser convertida en una sinfonía futura”, tal como lo formuló Raimon Panikkar, maestro de ambos.

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