viernes, 16 de mayo de 2014

Iglesia de pastores y ovejas.


Jose Arregi

En la liturgia de este domingo, el evangelio de Juan pone en boca de Jesús: “Yo soy la puerta del redil. Y soy el buen pastor, no un mercenario. Mis ovejas me conocen, escuchan mi voz y me siguen”. Jesús nunca habló exactamente así, pero era un hombre de campo y residía en Cafarnaún, junto al lago de Galilea, y hablaba de lo que veía: labradores y semilla, pescadores y peces, pastores y ovejas. Hablaba de lo que veía para decir lo que esperaba: un mundo justo y bueno, sin hambre ni enfermedad.

Pastores y ovejas. A la jerarquía católica le encanta este lenguaje y lo explota al máximo. “Nosotros somos los pastores, como Jesús, y vosotros sois las ovejas. Escuchadnos, seguidnos, y os salvaréis. Lo dijo Jesús”. No, Jesús no lo dijo. Habló, eso sí, de pastores que buscan a la oveja perdida, y de cómo la prefieren a todas las otras, y de cómo se alegran al encontrarla, como el padre al recuperar al hijo perdido, como la mujer al hallar la moneda perdida, una moneda que era todo su sustento.

Jesús no imaginó ninguna iglesia del futuro, ni pudo pensar que en ella fueran a haber pastores que mandan y ovejas que obedecen, y que éstas nunca pudieran elegir a sus pastores. “Todos vosotros sois hermanas y hermanos, y nadie debe estar por encima ni por debajo de nadie”, dijo Jesús. Y así fue en las primeras generaciones de la Iglesia, en las que las comunidades elegían a sus responsables. Nada de pastores y ovejas.

Luego cambiaron las cosas. Los pastores empezaron a nombrarse unos a otros, y a convertir en ovejas a todos los demás. Así hasta hoy. Y al anuncio del Evangelio, al anuncio de la esperanza sanadora y subversiva de Jesús, lo llamaron “pastoral”, y el Evangelio se convirtió en pastoreo, en cuestión de poder, en gestión de asuntos, siempre desde arriba, todo en nombre del “Buen Pastor” debidamente domesticado.

Así hasta hoy. Justamente hoy, el “domingo del Buen Pastor”, se celebra en la Iglesia católica la Jornada Mundial de oración por las vocaciones. ¿Qué vocaciones? Vocaciones de pastor, claro está. No lo dicen así, pues quedaría feo. Pero no hubieran designado el domingo del Buen Pastor como día de las vocaciones, si no estuvieran pensando ante todo, o exclusivamente, en las vocaciones de pastor. Por mucho que se adorne el lenguaje, la “pastoral vocacional” tiene como objetivo llenar seminarios y noviciados. ¿Para qué? Para la supervivencia del sistema eclesiástico con su clero y sus congregaciones religiosas. Cosas del pasado milenario, de épocas agrícolas y pastoriles.

Para mantener ese pasado, será preciso que los seminarios y noviciados se llenen de ovejas con aspiraciones de pastor, jóvenes sumisos necesitados de reconocimiento y de poder. Es lo que observo con tristeza. Necesitan creerse los mejores (“Sal a darlo todo”, dice el lema de hoy), aunque nunca conocerán las penalidades del paro y del desahucio, cosas de gente común. Mirad en qué Dios creen, a qué Iglesia aspiran, en qué mundo viven los jóvenes seminaristas y el clero más joven y sus obispos.

“Olor a oveja” es una de las expresiones más exitosas del papa Francisco. A mí me parece de las más desafortunadas, por bienintencionada que sea. Quiere recalcar que los sacerdotes no han de buscar su propio provecho, sino el de la comunidad a la que sirven, pero olvida que las ovejas siempre han servido a los intereses del pastor y que los pastores siempre han vivido de las ovejas. Quiere subrayar que el clero debe vivir muy pegado a los laicos, pero refuerza y perpetúa la imagen de una Iglesia de clérigos y laicos, pegada a sus pastores, bajo la mitra y el cayado, con olor a pastor.

Muchos gestos y palabras del papa Francisco nos han llenado los pulmones de aire limpio y fresco, y lo agradecemos profundamente. Pero… ha pasado un año ¿y qué vemos? Sigue intacto el sistema clerical absolutista de la Iglesia católica y toda la teología que lo sustenta. O incluso se ha reforzado. Nada lo ilustra mejor que la reciente ceremonia de canonización de dos papas muertos por dos papas vivos. Demasiado papa. ¿No está creciendo la dependencia infantil respecto del papa?

Nada cambiará en la Iglesia mientras no se invierta el esquema, y no deje de haber ovejas y pastores. Mientras no recuperemos el Espíritu y la libertad de Jesús.

(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo Noticias)

Para orar. Bienaventuranzas de la vocación
Felices quienes en algún momento de su vida llegan a intuir, a presentir cuál es el sentido y, por lo tanto, la misión de su vida.
Felices quienes cultivan sus habilidades, sus aptitudes para desarrollarse más plenamente como personas.
Felices quienes ponen los carismas que han descubierto dentro de sí al servicio de los demás.
Felices quienes se han dejado interpelar y sorprender por hechos, experiencias, contactos personales, y han sabido responder a esa invitación.
Felices quienes han ido descubriendo a lo largo de su vida que lo más importante es ser y no solo tener.
Felices quienes sienten la responsabilidad de ayudar a mejorar la humanidad, y se embarcan en esa tarea, que les ocupará el resto de sus vidas.
Felices quienes viven su vocación con alegría, mejorando e intentando ser fieles cada día, trabajando para que no les invada la rutina, sino que se sigan renovando en cada momento.
Felices quienes descubren que cualquier vocación tiene su raíz en su fuente interior, que fluye por los manantiales innumerables de la belleza y que desemboca en el fértil delta del amor.

(Miguel Ángel Mesa)

Fuente: Atrio

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