sábado, 5 de julio de 2014

El Mundial de los que no cuentan.


"Pregunté si les estaban gustando los partidos, y me respondieron que no tenían luz en casa"

Luis Miguel Modino, 02 de julio de 2014 a las 08:21

(Luis Miguel Modino, enviado especial a Brasil).- El paso de los días hace que la emoción del Mundial vaya en aumento, que la gente esperé con impaciencia el próximo partido. La fase de octavos de final y como se han ido resolviendo las diferentes confrontaciones, en muchos casos con incertidumbre hasta el pitido final, hace que la ansiedad aumente, consecuencia de esa mezcla de emociones que envuelven al ser humano.

Sin embargo, uno a veces se sorprende con situaciones en las que la gente vive y con las actitudes inesperadas que estas personas tienen. Digo esto por una situación por la que pasé en estos días. Llegué a una comunidad en la zona rural y el tema de conversación, como está siendo habitual, fue el Mundial. Todo mundo opina y muestra su orgullo patriótico, repitiendo constantemente que Brasil será campeón.

Pregunté si les estaban gustando los partidos y el juego de la selección, a lo que me respondieron, con gran sorpresa de mi parte, que no tenían luz en casa. Es verdad que en los últimos años el gobierno brasileño ha llevado energía eléctrica a muchos lugares donde hasta hace pocos tiempo no había, pero todavía no han conseguido llegar a todo mundo, muchas veces por falta de ganas de resolver los problemas concretos de la gente. En este lugar sería fácil llevar energía, pues no es un lugar remoto, no estoy hablando de un lugar perdido en medio de la selva amazónica.

En mi opinión esto supone una lucha interna para estas personas. Por un lado se sienten parte de un país que empuja a su selección, en cuanto esa nación les priva de elementos que puedan mejorar su calidad de vida a nivel básico y por los que luchan desde hace varios años.


Es el Mundial de los que no cuentan, de aquellos que calientan en la banda un partido atrás de otro, pero que nunca saltarán al campo. Ellos también visten la camiseta, pero se tienen que conformar con vivir de ilusiones, que sabemos no serán realizadas. Lo más sorprendente es que se sienten formando parte del espectáculo, sin importarles mucho cual es su papel.

Al final, este es sólo un episodio a más dentro de una realidad en la que muchos sufren las consecuencias de un sistema social injusto, en el que la masa es usada en beneficio del sistema. En el país del Mundial, conseguir que la gente se "ilusione" con cosas diferentes ayuda a que dejen de pensar, y en consecuencia de luchar por aquello que es prioritario en sus vidas.

Sentirse participes de un gol que nunca vieron les hace soltar las tensiones acumuladas e inundarse de una falsa alegría que en el fondo les lleva a perpetuar su sufrimiento.

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