miércoles, 31 de diciembre de 2014

La poderosa ilusión del Año Nuevo.


Por Santiago Kovadloff | LA NACION

Cuando se transita del módico y cordial "Que tengas un buen día" a la entusiasta amplitud del "Que tengas un buen año" lo que tiene lugar, en verdad, es un salto en la expresión de la cortesía y los buenos deseos. Y ese salto bien merece alguna reflexión.

Al desearnos unos a otros todo un año fecundo y afortunado, sin reveses y feliz, procedemos en consonancia no sólo con una convención sino ante todo con una ilusión poderosa, subyugante y poco menos que universal. Esa ilusión es la de renacer, la de sentirnos inscriptos en un momento primigenio, inédito y liberador, en el que disolver lo que de ingrato pudo hasta entonces habernos sucedido. Esa hora primera, genesíaca, cuyo arribo anhelamos y en cuya eficacia depuradora confiamos, equivale a una refundación del mundo y a propiciarnos en ella la centralidad imaginada para los elegidos. De modo que, seamos o no religiosos, todos recibimos al año que se inicia como a un redentor. Con mayor o menor intensidad, sentimos en ese momento la emoción de lo inaugural. Emoción y expectativa que los muchos años nuevos anteriormente vividos por cada uno de nosotros no logran atenuar ni desmerecer.

Es que el año nuevo, al llegar, no se suma a los anteriores en el sentimiento de sus celebrantes. Es siempre fundacional. Su singularidad es irreductible e irrepetible, y por lo tanto no se deja inscribir en una serie. No es uno más sino el único cada vez. No implica el retorno de un comienzo ya ocurrido sino un inicio sin precedentes aun cuando, en el calendario, sólo se lo vea como un número añadido a una cifra previa. El año nuevo no vuelve. Llega, siempre, por primera vez. Esto es especialmente evidente e intenso en los cambios de siglo y más aún en los de milenio, como hace tan poco ocurrió en Occidente. En esa arraigada percepción colectiva, el año nuevo no puede provenir del pasado sino del futuro precisamente porque, en el imaginario social, su efecto es el de una redención: incorpora a la actualidad lo que hasta allí sólo albergaba el porvenir y ahora se derrama sobre el presente. Se descree por lo tanto de toda paternidad que lo viejo pueda reclamar sobre lo nuevo. Lo viejo, estima la creencia, no está en condiciones de producir lo nuevo. Su edad, justamente, es la que no se lo permite. Y así, el recién nacido, representado usualmente como un niño en pañales que se lanza a recorrer sus días, suele aparecer distanciándose de un anciano consumido, encorvado y a punto de extinguirse y no identificable como un progenitor lozano.

De manera que lo que empieza nada debe a lo que termina. Es su antítesis y no su resultado. Como un dios no gestado en el tiempo, el año nuevo es vivido como una ofrenda de la plenitud y no de la precariedad y el desgaste. Ciertamente al año viejo debe apagarse para que el nuevo pueda brotar. Pero el suelo en el que se produce esta pujante floración no es la tierra marchita de lo que está al borde de su desaparición.

No obstante e indefectiblemente, el año nuevo se irá apartando de la inmaculada intemporalidad que lo trajo a este mundo para empezar a agrietarse bajo las contradicciones y adversidades que le impondrá el prosaico curso de la vida cotidiana. Irá perdiendo entonces la gracia de una revelación y ganando a cambio el semblante menos luminoso y a veces conflictivo de lo diario. Poco a poco comenzará a abundar entonces en boca de sus usuarios, la expresión "No veo la hora de que este año se vaya" mientras en el alma de tantos disconformes empezará a anidar la simiente idealizada del año por venir.

Es en esta parábola que se desplaza de la idealización al desencanto donde puede advertirse el parentesco entre el año que se va y el que irá llegando. Fatalmente lo nuevo se convertirá en viejo pero aun así la fe podrá más que el saber y la necesidad de volver a creer (tan nuestra, tan íntima, tan apremiante) podrá más que las lecciones de la experiencia. Se trata, propone ésta, de un ciclo, con su carga habitual de venturas y desventuras. ¿Pero quién se muestra dispuesto a reconocerlo como tal cuando están por dar las doce de la noche del 31 de diciembre? No es hacia lo usual hacia donde queremos ir al alzar la copa en esa hora tan esperada, sino hacia lo que soñamos, hacia el acontecimiento venturoso que con su pujanza creadora infunda realidad a lo que hasta ese momento sólo encontró albergue en la imaginación. La fe puede, en consecuencia, más que el frío discernimiento. Necesitamos creer porque de esa creencia vive el deseo que nos da vida. Él la nutre y él a ella, por supuesto, en un acoplamiento que es perfecta complementación.

Acaso ya se advierte que, a mi entender, creyentes somos todos. Tanto los que admiten a Dios como aquellos que no lo hacen. Creer es contar con valores orientadores que infunden inteligibilidad a nuestra vida y la inscriben en un campo de sentido. No hay existencia posible sin valores. Y los valores expresan siempre creencias. Esas creencias, sean seculares o religiosas, traducen un mismo apego a la fe, recaiga ésta sobre la que recaiga. Cree en la ciencia quien a ella se consagra con la misma unción con que cree quien hace de la poesía la razón de su vida o de la teología su finalidad primordial. En términos de fe, en nada difieren quien vive para el deporte de aquel que se entrega a la sociología. En cualquiera de estos casos creer es decisivo para proceder. Pascal señaló hace mucho qué sólidas y arraigadas suelen ser las razones del corazón y qué distintas a las del entendimiento. Se puede dejar de creer en lo que se creía pero no se puede dejar de creer en sentido absoluto sin que nuestra vida zozobre en la angustia y el absurdo. Aun el escéptico más avanzado confía en haber encontrado la posición adecuada para hacer del desapego a toda creencia una creencia afianzada.

No exagera quien asegura que la fe mueve montañas. Montañas que, en nuestro caso, son las de la incredulidad que pretende atenuar la fe con que cada año recibimos al año que se inicia. La necesidad que se incuba en nosotros de festejar su llegada desafía todo llamado a la moderación y barre con la cautela que aconseja el sentido común. Y es así como volvemos a expresar fervientemente nuestra confianza en que esta vez sí será nuevo y sin desmayo el año nuevo. Por cierto, el consenso general es en esto determinante y favorece esa disposición a desearnos felicidad unos a otros y a confiar en que ella no nos dejará. Con incansable insistencia, nuestros sueños, deseos y creencias se pronuncian para dar vida a ese buen augurio que, compartido por tantos, a lo largo y a lo ancho del planeta, hace saber de nuestro anhelo de que nadie se vea excluido de la alegría de vivir y convivir.

Somos seres simbólicos, tenazmente simbólicos. Lo prueba la potencia que en nuestro espíritu alcanza esa noche excepcional. Lo prueba la necesidad de acercarnos unos a otros, la de abrazarnos y mirarnos con afecto, la de creer que es posible ser mejores y vivir en un mundo algo mejor..

Fuente: La Nación

martes, 30 de diciembre de 2014

¿Por qué el cambio climático perjudica más a las mujeres?

Las frecuentes sequías obligan a las mujeres a desplazarse durante largas horas para encontrar fuentes de agua.

La Tribuna, 29 de diciembre, 2014.- Las sequías intensas, las inundaciones, los desastres naturales en general nada conocen del machismo. Simplemente asolan regiones del planeta con la fuerza ciega de la naturaleza. Pero en los lugares donde ocurren las catástrofes las mujeres suelen sufrir las peores consecuencias, a causa de la misión que les ha asignado la mayoría de las sociedades.
Malos tiempos para mantener una familia

El impacto dista de ser una abstracción feminista o de grupos preocupados por el ambiente. Según ONU Mujeres, las pequeñas agricultoras producen entre 45 y 80 por ciento de los alimentos consumidos en el planeta. La eficiencia de este trabajo, imprescindible para la supervivencia de comunidades rurales pobres, se reduce notablemente cuando ellas deben caminar varias horas al día para buscar agua. Se estima que las campesinas de Asia y África subsahariana destinan 200 millones de horas al día en esta tarea.

La sequía o el trastorno de las estaciones de lluvias disminuyen las cosechas. Las mujeres del campo, que deben garantizar la alimentación de sus familias en los países en desarrollo, laboran más para extraer los frutos. Cuando el clima se ensaña con la tierra, pierden por completo la fuente de sustento. Mientras los hombres pueden emigrar solos en busca de oportunidades económicas, ellas quedan varadas en los hogares, presas de las hambrunas. Las mujeres representan el 70 por ciento de las personas pobres.

En épocas difíciles las madres recurren a la ayuda de sus hijas. Como resultado las niñas y adolescentes abandonan la escuela con más frecuencia que sus compañeros varones. A mediano plazo esta deserción erosiona el potencial de las muchachas de aspirar a un mejor estatus económico. En naciones del África subsahariana los padres venden a sus hijas pequeñas para aliviar la escasez de alimentos. Para estas jóvenes esposas el matrimonio representa casi siempre el cierre de sus aspiraciones y un mayor riesgo de morir por complicaciones reproductivas.

Las estadísticas de los últimos desastres naturales revelan un desbalance de género. De acuerdo con Naciones Unidas las mujeres tienen 14 veces más probabilidades de morir en un fenómeno climatológico extremo que los hombres.

Pero las mujeres no se están quedando de brazos cruzados. Ellas saben que cualquier estrategia para enfrentar el cambio climático debe incluirlas, o seguirán protagonizando las historias más trágicas.

Aleta Baun (izq.), como Gandhi, encabezó un movimiento de resistencia pacífica a las mineras.

Una de estas líderes ambientalistas es Aleta Baun, una indígena de Timor Oeste, en Indonesia. “Mama Aleta”, como la conocen sus compatriotas, encabezó un movimiento de resistencia pacífica contra las minas del mármol en esa isla. Durante más de una década se opuso a la destrucción del entorno en la Montaña Mutis. Ella y un centenar de mujeres se sentaban a la entrada de las minas y tejían atuendos tradicionales del pueblo Molo.

Baun sufrió amenazas. En una emboscada de asesinos a sueldo de una empresa minera le perdonaron la vida, no sin antes golpearla y herir sus piernas con machetes. Durante seis meses vivió oculta en la selva. Tuvo que huir después con sus hijos, cuando las amenazas subieron de tono. Pero finalmente las compañías abandonaron la región en 2010.

En abril pasado Mama Aleta fue elegida para representar a su pueblo en el parlamento de la provincia de East Nusa Tenggara. Los ambientalistas locales la llaman la “Avatar de Indonesia”, en referencia a la película de James Cameron (2009). Los Molo consideran sagrados los árboles, el agua, el suelo y las piedras de su isla. Sus nombres vienen de las rocas. Si alguien destruye estos recursos, morirían.

La historia de Baun, aunque extraordinaria, no es única. Mujeres de comunidades rurales e indígenas de otros países trabajan en proyectos para defender sus recursos y paliar los efectos del calentamiento global. El planeta necesita que escuchemos sus voces, antes de que el caos climático no tenga remedio.

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Otras noticias:

Fuente: Servindi

lunes, 29 de diciembre de 2014

Teología de la liberación: ayer maldita y perseguida, hoy bendita y elogiada.


Benjamín Forcano. 


No me interesaría la Teología de la Liberación si no fuera por tres razones: primera, porque hubo muchísima gente que, sin informarse, desconfiaron de ella y la condenaron siguiendo el dictamen de la jerarquía eclesiástica; segunda, porque esa gente no llegó a conocer la novedad de la Teología de la Liberación y lo que supuso de represión y sufrimiento para muchos teólogos; y tercera, porque sin ella se privó a la Iglesia de un nuevo modo de anunciar el Evangelio, que le hizo perder credibilidad y la distanció aún más del mundo moderno.

Nunca en la historia de la Iglesia se suscitó tanta preocupación sobre un tema que, a primera vista, parecía irrelevante. Algo inesperado saltó a la sociedad con la Teología de la Liberación, pues puso en alarma a los centros más sensibles del Poder civil y religioso. Estamos en los años posteriores al concilio Vaticano II y al primer Encuentro del Episcopado Latinoamericano en Medellín año 1968, y ya pudimos leer: “Si la Iglesia latinoamericana cumple los acuerdos de Medellín , los intereses de Estados Unidos están en peligro en América latina” (Rockefeller). “La política exterior de Estados Unidos debe comenzar a enfrentar (y no simplemente a reaccionar con posterioridad) la Teología de la Liberación tal como es utilizada en América latina por el clero de la Teología de la Liberación” (Documento de Santa Fe, siendo presidente Reagan).

Vieja novedad de la Teología de la Liberación: recuperar a Jesús

La Teología de la Liberación traía a primer plano la vida de Jesús de Nazaret, con todo el escenario sociocultural y político de su tiempo. Era imposible comprender al Jesús de la fe, al Jesús resucitado, si se lo desposeía de su condición humana histórica. La suerte de Jesús, su calvario y crucifixión, no habían sido efecto del azar, del fatalismo o de la voluntad divina, sino del hecho de haber vivido una opción radical por la verdad, por la justicia y por la liberación de los oprimidos. Su proyecto, –el anuncio del reino de Dios–, era incompatible con el proyecto imperial romano y con el proyecto religioso de Jerusalén. Y por ello ambos –imperio y sinagoga- se unirían para eliminar a Jesús y su proyecto.

La Teología de la Liberación no buscaba sino aplicar a nuestro tiempo lo que Jesús hizo en el suyo: denunciar la opresión que, en nombre del emperador y de Dios, se sigue ejerciendo sobre las personas y los pueblos. Era, así, la Teología de la Liberación una teología nueva, que reivindicaba la dignidad y derechos de toda persona, sacudía la alianza de la religión con el poder dominante, devolvía dignidad y esperanza a los despreciados y excluidos, soliviantaba a quienes veían en ella una amenaza para su seguridad e intereses y todo ello porque bebía de la fuente del Evangelio.

Sonaron falsas las alarmas, pero fue calumniada y perseguida

Comenzando por el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez (iniciador y llamado “padre” de la teología de la liberación) han sido luego centenares los teólogos que la cultivaron y defendieron, miles los libros y artículos que sobre ella se han escrito, miles las iniciativas y actividades pastorales que en ella se han inspirado, miles las comunidades de base que en ella se han fraguado y miles y aun millones los cristianos (políticos, sindicalistas, maestros, catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas, etc.) que la generaron y recibieron de ella luz y fuerza para su caminar comprometido.

Pero surgieron pronto las alarmas que la señalaban como heterodoxa y reclamaban para ella controles y sanciones. Había grupos eclesiales donde mencionar la Teología de la Liberación era tabú. Aún recuerdo el comentario que un amigo hacía de otra persona al enterarse que un teólogo iba a hablar de este tema, – Es la peste, dijo. Y ayudé a una joven que, interesada por el tema, escuchó de su directora estas palabras: – ¡Pero si los teólogos de la liberación son como los masones dentro de la Iglesia!

Y los prejuicios y la hostilidad se hicieron irreversibles después que el mismo cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, expresara que los grandes males de la Iglesia actual se deben sobre todo al pos concilio, pero también al Concilio mismo. Y, refiriéndose a la Teología de la liberación, sentenció ver en ella “un error sobre un núcleo de verdad”, elaborada por teólogos que “han hecho propia la opción fundamental marxista” y que “se ha dejado sugestionar por el punto de vista inmanentista, meramente terrenal, de los programas de liberación secularizados”.

Ratzinger fue recibiendo contestación adecuada a sus infundadas afirmaciones. Cito por lúcida y contundente la dada por el obispo Pedro Casaldáliga: “Siempre lo hemos dicho, la Teología de la Liberación es teología y es de liberación no porque optó por Marx sino por el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su Reino y sus pobres. Nuestro Dios quiere la liberación de toda esclavitud. La situación de los 2/3 de la humanidad es contraria a la voluntad de Dios y la Teología de la Liberación asume el compromiso de transformar esa situación. Sólo a los enemigos del pueblo irrita la Teología de la Liberación. Y por eso la han calumniado y la han perseguido”.

Se entenderá fácilmente que, a partir de esta posición oficial, fueran creciendo las falsedades sobre la Teología de la Liberación y sus teólogos:

– Los teólogos de la liberación hacen suya la filosofía marxista.

– Reducen el Cristo del Evangelio al Cristo de la “sola liberación temporal”.

– La Buena Noticia del Evangelio es sólo para los pobres, pero entendidos “como una opción de clase” y según criterios puramente políticos e ideológicos y con sentimientos de odio y lucha entre hermanos.

– Presentan una “iglesia popular” en contra de “una iglesia burguesa” reintroduciendo de esta manera los conflictos de clase en el interior mismo de la Iglesia.

– Se someten a ideologías extrañas y olvida la “doctrina social de la Iglesia” por considerarla inviable.

Estas calumnias, que no se encuentran en ningún teólogo de la liberación, fueron difundidas desde muchas plataformas de la Iglesia oficial.

La novedad de la teología de Liberación 

Es ahora cuando, después de lo mucho que se la difamó, considero esencial señalar lo más básico de la Teología de la Liberación.

- La Teología de la Liberación surge de las necesidades de un mundo mayoritariamente pobre y oprimido y al que quiere liberar desde la fe. Incluye negativamente una liberación del pecado, de la esclavitud y de la muerte y positivamente una liberación centrada en el Reino de Dios, en la creación de un hombre nuevo y en la consumación de la historia. Liberar es la finalidad última de la teología de la Liberación, con lo que deslegitima el ataque que la Ilustración siempre lanzó contra la teología de ser esclavizadora de la subjetividad y libertad humanas y legitimadora de la opresión histórica. La Teología de la Liberación se mueve sobre la necesidad absoluta de liberar a la realidad oprimida, a los pueblos que mueren lentamente o son crucificados, a las personas y pueblos que son oprimidos. Y tiene como destinatario a esa gran mayoría en cuanto no-hombres y en cuanto no-pueblos.

– La Teología de la Liberación hace hincapié en la liberación del otro y de lo otro, a diferencia de la teología europea que se centra en el propio sujeto creyente; habla del Reino de Dios como referente y medida de la transformación que hay que realizar en este mundo y afirma además que tal Reino es para implantarlo ya en este mundo y lograr así que la vida de los pobres llegue a ser realidad.

– La Teología de la Liberación tiene como fuente de conocimiento la revelación de Dios en la Escritura, la Tradición eclesial y el Magisterio de la Iglesia. Pero, también y previo a la revelación de Dios en los textos, existe la real revelación de Dios en la historia, del pasado y del presente. Dios sigue manifestándose en los llamados signos de los tiempos: “La miseria colectiva que clama al cielo y el anhelo de liberación de todas la esclavitudes”, fue sancionado por el Episcopado Latinoamericano (Medellín 1968) como uno de esos signos.

– En esta línea, la revelación de Dios se halla sobre todo en la respuesta que los fieles, con su praxis , dan a esa revelación a través del seguimiento de Jesús, de la misericordia, la defensa de la vida, etc. Hacer todo esto, “Significa asumir dentro del conocimiento la dialéctica del mismo Dios en cuanto encarnado en la historia, privilegiadamente en Jesucristo; significa que Dios no es puramente alteridad trascendente con respeto a la historia sino que se da él mismo a la historia” (J. Sobrino).

• La Teología de la Liberación no se contenta con que la inteligencia se reduzca a la captación del sentido del ser: “La inteligencia en este quehacer teológico tienen una triple dimensión: el hacerse cargo de la realidad, el cargar con la realidad y el encargarse de la realidad” (Ignacio Ellacuría).

Conocer es estar en la verdad de las cosas y para estar en la verdad de las cosas hay que encarnarse en la verdad de la realidad, dejar que hable y dejarse afectar por ella, lo cual lleva a utilizar los conocimientos necesarios: científicos, filosóficos, ético-sociales, etc.

Pero, y además, encarnarse en la realidad es encarnarse en el mundo de los pobres, lo que exige ser parcial. Y si es cierto que ningún lugar parcial es la totalidad, cada vez se demuestra con mayor claridad que desde los pobres, desde el Tercer Mundo, se conoce mejor la totalidad que desde su contrario: “Desde el Tercer Mundo se conoce la verdad de éste y se descubre mejor la verdad del primero; lo cual no acaece a la inversa” (J. Sobrino). Convéncete, me decía Casáldaliga en una entrevista: “Sólo en la medida en que el Primer Mundo deje de ser Primer Mundo podrá ayudar al Tercer Mundo. Para mí esto es dogma de fe. Si el Primer Mundo no se suicida como Primer Mundo, no puede existir “humanamente” el Tercer Mundo. Mientras haya un Primer Mundo habrá privilegio, exclusión, dominación, lujo y marginación. Si vosotros en el Primer Mundo no resolvéis ser un Mundo humano, nosotros no podemos serlo”.

– La Teología de la Liberación confiere un determinado talante a quienes se guían por ella y no debiera faltar en ningún otro tipo de teología. Este tipo de teología está siempre dispuesta a verificar si se hace con fidelidad a lo revelado por Dios y si produce en el pueblo de Dios lucidez y ánimo para la construcción de su Reino. Si una teología produce desinterés por el Evangelio y se hace incomprensible a las mayorías debe cambiar. Nunca un método del quehacer teológico puede absolutizarse, sino que debe estar abierto al cambio.

La Teología de la Liberación debe ser servicio para la liberación histórica y transcendente, y esto le hace convertirse en práctica de amor, como debe serlo todo quehacer cristiano. La teología debe ser compasiva y desde la compasión descubrir las causas que a tantos empobrecen y los hace sufrir, y buscar creativamente soluciones, por lo que, introducida en los conflictos de la historia, se enfrentará a las falsas divinidades y difícilmente podrá escapar a la persecución de los poderes de este mundo.

Esta teología debe hacerse dentro del pueblo de Dios, en relación y solidaridad con todos sus estamentos, de él recibirá ayuda y con él, y en medio de él, podrá responder a los problemas reales. Si la Iglesia es Pueblo de Dios y es una Iglesia de los pobres debe ejercer su responsabilidad en medio de ella.

La teología de la Liberación, poseída por el espíritu de las Bienaventuranzas, será profundamente espiritual, misericordiosa, limpia de corazón, creativa, motivadora de oración, de confianza y disponibilidad, hasta adentrarse en el misterio de Dios.

Y, finalmente, junto al rigor de su método, avanza con esos ojos nuevos, que recibe del compartir con los pobres. Sólo así puede tocar lo más sagrado que es experimentar a Dios, su Reino y a Jesús como buenos, buenos para el hombre y la historia, buenos porque humanizan y salvan, buenos sobre todo para los pobres y su liberación.

La Teología de la Liberación de la Periferia, contra la Teología del Centro.

Se había establecido un Orden socioeconómico y político mundial de acuerdo a las leyes del más fuerte, consagrado éticamente y bendecido por la voluntad de Dios. De esa manera, ese Orden quedaba consolidado en países tradicionalmente cristianos y obtenía legitimidad de la teología oficial. Cualquier intento de cambio era considerado sacrílego.

Externamente los centros financieros y políticos no dudaban en apropiarse de esta Teología que en nada los cuestionaba, fomentaba la resignación y mostraba las desigualdades sociales y los males como pruebas mandadas por Dios para santificarse y acumular méritos para el cielo. Una teología ésta, indiferente, que enaltecía la gloria de Dios y, a la par, justificaba la conculcación de los derechos humanos y en especial de los más pobres.

En 1984, 32 teólogos de la revista europea Concilium, escribieron: “La Teología de la Liberación busca afrontar el problema de los oprimidos a la luz de la fe y promover su liberación integral. Sabemos que existen grupos integristas o neoconservadores que al rechazar un cambio social y pregonar una religión que pretende ser apolítica, luchan contra los movimientos de liberación y defienden una línea que es, de hecho, una ofensa contra los pobres y oprimidos. Un signo de fecundidad del Evangelio es hoy el hecho de que el mensaje cristiano sea vivido en contextos diferentes y de diversas maneras. Nuestra revista Concilium se manifiesta solidaria con los teólogos de la liberación no sólo en cuanto a su pensamiento teológico sino en cuanto a sus compromisos concretos. Creemos que en los movimientos y teólogos de la liberación se decide de alguna manera el futuro de la Iglesia, la llegada del Reino de Dios y el juicio de Dios sobre el mundo”.

En el mismo año 1984, 40 teólogos españoles de la Asociación Juan XXIII escribían: “Compartimos con los teólogos de la liberación la tarea de elaborar en la “óptica del pobre” una reflexión cristiana rigurosa, una espiritualidad del seguimiento de Jesús , una Iglesia comunitaria y una acción pastoral solidaria con los desheredados de la tierra en el interior de un pluralismo de opciones que no rompe con la comunión eclesial”.

Por supuesto, de estos movimientos de liberación y de sus comunidades de base surgía un nuevo impulso de reforma y una nueva teología que ponía en cuestión el quehacer teológico tradicional. “La teología que se forma dentro de este impulso y que los sustenta no se presenta en contra de la autoridad de la Iglesia, sino bajo la autoridad del Espíritu… En el seguimiento al Hijo del Hombre, aquellos que han vivido hasta ahora “como si fueran hijos de nadie” se convierten en sujetos en el resplandor de Dios” (Johann Baptist Metz).

El ensimismamiento de la Iglesia en sí misma, acompañado de una teología indiferente ante el dolor y esclavitud de mayorías, desarrollaba continuas y pomposas ceremonias religiosas, orientadas a asegurar el negocio de la propia salvación; enarbolaba preceptos, doctrinas, leyes y dogmas que se habían de saber de memoria; promovía rezos y misas interminables, pero todo a la postre quedaba como obras piadosas, sin plantear para nada lo que la vida de Jesús pedía denunciar y hacer en cada lugar y momento de la sociedad.

Esperamos que cuantos por ignorancia u otras causas abominaron de la teología de la liberación, se abran a ella y se dejen convertir como lo hizo el actual Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, Gerhard Müller: “La teología de la liberación está unida para mí al rostro de Gustavo Gutiérrez, a su enseñanza y al encuentro vivo con los pobres; con él experimenté un giro decisivo en mi enfoque teológico. El nos enseñó que aquí se trata de teología y no de política, de un programa práctico y teórico que pretende comprender el mundo, la historia y la sociedad y transformarlos a la luz de la propia revelación sobrenatural de Dios como salvador y liberador del Hombre. La teología de Gustavo Gutiérrez, independiente del ángulo desde el que se mire, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el adecuado actuar cristiano porque procede de la verdadera fe”.

Imagen extraída de: alandar

domingo, 28 de diciembre de 2014

Laicismo esterilizante.


por Ignacio de Posadas

El laicismo es vaca sagrada en nuestro panteón cultural. Guay del que se atreva a cuestionarlo! 
Sin embargo, ya está pasada la hora en que el Uruguay debe hacer precisamente eso: cuestionarlo. No significa, necesariamente, eliminarlo. Sí quiere decir tomarse un minuto para meditar si lo que adoramos es algo bueno; si realmente entendemos qué es y si medimos cabalmente las consecuencias que produce. 
Porque, afirmo, como sociedad no sabemos qué es el laicismo, ni porqué hay que defenderlo y aplicarlo.
¿Cuál es su sentido? ¿Está referido exclusivamente a lo teológico? ¿Por qué? ¿Qué es la teología? ¿Religión y teología son la misma cosa? ¿En qué se diferencia de la filosofía? Ciertamente no en ocuparse del sentido de la vida, de lo metafísico.
Entonces, ¿por qué hay que prohibir de la vida pública de nuestra sociedad a la teología? ¿Acaso es algo malo? ¿El opio de los pueblos? Quién tal cosa crea y propugne estará violando la laicidad.
El sentido real del laicismo no está en considerar que la hipótesis de algo más allá de la naturaleza y de la vida natural sea por si algo malo. Ni siquiera en que sea algo imposible de concebir racionalmente. No.
El sentido del laicismo está en el respeto por la libertad de la persona. La actitud del ser humano ante la posibilidad de que Dios exista (sólo hay dos chances) es algo de tal magnitud y trascendencia que no se puede constreñir desde el poder etático. Debe ser algo propio a la intimidad de aquélla, a su libertad.
Pero esa misma trascendencia es la que debe llevarnos a no reprimir ni suprimir el tema de todo ámbito social enmarcado o regulado por el Estado (sobre todo en una sociedad donde el Estado es omnipresente). Por el contrario, la actitud debe ser de reconocimiento a esa trascendencia y de respeto por la libertad esencial a su encare. O sea, lo opuesto a la práctica de la laicidad tal como se realiza en el Uruguay. 
Porque laicismo no es exclusión, prohibición, negación. Laicismo es reconocimiento, respeto y libertad. O sea, el verdadero laicismo es positivo. Lo que en muchos países llaman pluralismo. 
Por otra parte, el laicismo no se limita ni a lo teológico, ni a lo religioso. Porque no tiene un problema con Dios. No es la negación de Dios. Como Dios no es el enemigo del laicismo.
Imponer desde el Estado (o desde el poder político) una filosofía o una ideología es violar el principio de laicidad. Porque significa violentar la libertad de la persona. De igual forma, violación del laicismo es imponer un agnosticismo o un ateísmo. Como ocurre en el Uruguay. 
Es tan violatorio como sería, por ejemplo, prohibir la enseñanza de la filosofía o incluso, de la historia.
Y todo eso tiene consecuencias.
Como ocurre tan frecuentemente con la naturaleza humana, ciertas decisiones producen consecuencias, cadenas de consecuencias, no queridas o no anticipadas.
Así ha ocurrido en nuestra sociedad con la aplicación del laicismo a lo bruto.
Hoy oímos hablar permanentemente de “valores” o, mejor dicho, de su dramática ausencia. Prácticamente todos, de los más disímiles pelos políticos, nos lamentamos por la ausencia de valores que se vive en nuestra sociedad y de las consecuencias que ello produce en nuestro sistema educativo, en la pérdida del respeto necesario para la convivencia, en la violencia, en la moral, en el decaecimiento cuando no la desaparición progresiva de la familia. 
Valores, valores, valores… ¿porqué se perdieron? ¿Cómo recuperarlos?
Pues no se inventan, ni se imponen. Los valores que añoramos son hijos de ciertas premisas. Son como perchas de ropa: necesitan estar colgadas de algo.
No sólo atacamos todo el sistema teológico y espiritual del cristianismo, sino que desechamos luego su estructura filosófica, incluida su ética y sus fundamentos del derecho. 
Supongamos que hubieran habido motivos para ello. El punto está en que no supimos construir otro sistema, coherente, en su lugar. Por un tiempo algunos creyeron verlo y vivirlo en el Marxismo, pero cuando éste implosionó, sociedades como la nuestra, se fueron vaciando progresivamente. El artiguismo y el batllismo no tenían el contenido suficiente para sustituir el andamiaje cristiano. 
Tampoco el llamado post-modernismo. Y nuestro laicismo a lo bruto menos que menos.
Hay un lugar común en el discurso público político de Uruguay: “tenemos que darnos una discusión profunda…” Suele ser una excusa manida para gambetear un tema. 
En este caso, sería fundamental. Y urgente.

Fuente: elpais.com.uy

sábado, 27 de diciembre de 2014

Mujer, violencia y silencio.


Guatemala un país con unos 14 millones de habitantes, poco más de la mitad mujeres, la violencia machista tiene un saldo escalofriante, donde la violencia callejera estableció desde hace ya una década que una vida no valía nada, y el machismo que la violencia de género puede asesinar casi 600 mujeres sólo el año pasado. (Periodismohumano)

Máxima García, víctima de las violaciones múltiples durante la guerra civil guatemal-teca (Javier Bauluz / Piraván)

El primer trabajo con ellas es que no piensen que es normal que abusen de ellas.En el decenio 2000-2010 más de 5.500 mujeres fueron asesinadas por violencia de género.

Virginia Tum en su casa narrando cómo su marido primero y ahora su hijo mayor la maltratan física y psicológicamente (Javier Bauluz)

Bruna Pérez, superviviente de la matanza de Río Negro, Guatemala (Javier Bauluz)

Guatemala, uno de los países con menor influencia política y, por tanto, atención del continente latinoamericano. Una falta de interés que se mantuvo durante los treinta años que una guerra civil masacró a su población, especialmente a la de origen maya. Un conflicto en el que las cifras, que son personas con nombres, apellidos, padres, madres, hijas e hijos, desbordaron proporcionalmente las dictaduras de Chile, Argentina o Uruguay.

Más de 200.000 personas fueron torturadas, asesinadas y desaparecías en más de 600 matanzas, más de 440 comunidades mayas exterminadas y más de medio millón de desplazados para salvar sus vidas.
“La percepción de las fuerzas armadas en torno a los mayas como aliados naturales de la guerrilla contribuyó a incrementar y a agravar las violaciones a sus derechos humanos, demostrando un marcado componente racista de extrema crueldad que permitió el exterminio en masa de las comunidades mayas indefensas -incluidos niños, mujeres y ancianos- a través de métodos cuya crueldad escandaliza la conciencia moral del mundo civilizado” Informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico de la ONU.

La Relatora Especial sobre la Violencia contra la mujer, Radhika Coomaraswamy, fue muy clara en su informe ante la Comisión de DDHH de la ONU de 2001. “El hecho de que no se investigue, enjuicie y castigue a los culpables de las violaciones y la violencia sexual, ha contribuido a crear un clima de impunidad que actualmente perpetúa la violencia contra la mujer”.

Las violaciones, las mutilaciones, la explotación sexual, las esterilizaciones a fuerza de violarlas y desgarrarlas, de provocarles abortos forzados, de feticidios -rajarles el vientre y sacar los fetos-, fueron torturas cometidas sistemáticamente por el Ejército y por los paramilitares contra estas mujeres. Mientras se lo hacían les decían por ser indígenas, “no son gente, son animales”. Muchas de estas mujeres nunca contaron estos crímenes y las que lo hicieron, o se supo en su comunidad, fueron rechazadas, despreciadas, expulsadas.

Está naturalizada la violencia contra las mujeres. Antes, durante y después del conflicto. Las mujeres han vivido en unos niveles de desigualdad descomunales con respecto al resto de la sociedad. No se reconocen como sujetos. El primer trabajo con ellas es conseguir que piensen que son seres humanos, que no es normal que abusen de ellas.

El 88% por ciento de las mujeres violadas y torturadas fueron indígenas, una cultura en la que son las mujeres las transmisoras de la cultura, de la lengua, de la forma de curar… Es decir, de su ser maya.

La violencia asedia a la mujer, sólo por ser mujer, y favorecido por ser pobre e indígena, desde su nacimiento: aunque ha descendido en los últimos años y no hay cifras de fuentes fiables, el incesto y el abuso sexual sigue afectando a muchos menores, el 80% de ellos niñas. La violencia machista ha causado la muerte de unas 5.500 mujeres en la última década -y eso sólo según el registro de la Policía-, el 80% con armas de fuego, y sólo en 2010 se interpusieron más de 46.000 denuncias por violencia de género. El 98% de los casos queda en la impunidad.

La cifra rebasa a las víctimas de Ciudad Juárez, la urbe mexicana fronteriza con Estados Unidos y conocida mundialmente por la cadena de feminicidios.

Radhika Coomaraswamy, fue muy clara en su informe ante la Comisión de DDHH de la ONU de 2001. “El hecho de que no se investigue, enjuicie y castigue a los culpables de las violaciones y la violencia sexual, ha contribuido a crear un clima de impunidad que actualmente perpetúa la violencia contra la mujer”. El 98% de los crímenes quedan sin castigos, según la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala.
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EN POCAS PALABRAS

15-M RONDA http://www.facebook.com/15MRonda DICIEMBRE 2014 Nº3

viernes, 26 de diciembre de 2014

Navidad y exclusión social.



José Sánchez Luque-Foro Andaluz Diamantino García

Los textos evangélicos que nos hablan de la infancia de Jesús son textos simbólicos y míticos. Son relatos míticos y ancestrales. Ninguno es original del cristianismo. Pero el que sean relatos míticos no significa que sean mentira. El mito, en todas las culturas, está destinado a descubrirnos una verdad radical que atañe al hombre entero y que no se puede expresar con palabras científicas. El mito del nacimiento de Jesús está llamado a descubrirnos su significado más profundo y vital.

Jesús fue desde su nacimiento un judío marginal. Él mismo se marginó y por eso fue un excluido social. No hubo posada para Jesús, con esta frase Lucas nos vine a decir lo que fue la vida de Jesús. Una persona que experimentó y vivió la exclusión. Un día el mismo Jesús nos dirá: Los pájaros tienen nidos, la raposas madrigueras, yo no tengo donde reclinar la cabeza. Frase que según los especialistas pertenece a los dichos más seguros del Jesús histórico. No es una glosa de las primeras comunidades.

Pero la exclusión no ha terminado. Muchas personas en el mundo viven hoy el mismo proceso de exclusión que vivió Jesús. Una exclusión que es fruto de nuestro modelo social. Un modelo con una gran capacidad de generar situaciones de pobreza y de exclusión social. El papa Francisco lo ha repetido muchas veces de manera solemne: Esta economía mata. Que es lo mismo que decir que este sistema social que nos domina produce hambre, marginación y muerte. Con el cura Diamantino recordamos una de sus frases más certeras: Medio mundo muere de hambre y la otra mitad de colesterol.

Enumeraremos solo tres notas significativas: 1.- A escala planetaria, la creciente brecha entre el Norte y el Sur, entre las sociedades ricas y los países eufemísticamente llamados en vías de desarrollo, es resultado de un modelo que solo beneficia a un tercio de su población. 2.- Al interior de las sociedades ricas, el modelo genera bolsas de pobreza, de paro laboral, de empleo precario, de exclusión para franjas cada vez más amplias de la población. España, sin ir más lejos, es el país de la Unión Europea donde más está creciendo la desigualdad y el incremento de los suicidios por motivos económicos. 3.- El imparable fenómeno de la inmigración y de los refugiados políticos es también una fuente mayor de exclusión social.

Y lo que es peor, muchas veces hay personas, generalmente bien acomodadas, que valoran a la pobreza desde una perspectiva exclusivamente individualista y tratan a los pobres como responsables de su propia situación, afirman que son parásitos, vagos, engañan y son culpables de su situación, e incluso son enemigos del bienestar. ¿Se pueden pensar tantas barbaridades en tan pocas líneas?

Pero Jesús en Belén nos ofrece una forma nueva de mirar la realidad y la debilidad de tantas personas. La contemplación de Jesús en su Navidad nos enseña a contemplar la debilidad y la exclusión humana como una forma de presencia de Dios. Dios está entre nosotros como debilidad, en los débiles, en los excluidos, en los pobres, en las carencias de todo tipo, en cada una de nuestras limitaciones. Por eso mismo, salir, bajar al encuentro de las carencias humanas, es una forma de peregrinación hacia el corazón del Dios más vivo y sorprendente. Con los mismos pasos con que nos acercamos a la debilidad de los que sufren nos acercamos a Dios.

La Navidad es la gran fiesta porque Dios nace en nuestra debilidad y entre los excluíos sociales, en la periferias, y nosotros, creyentes y no creyentes, estamos invitados a unirnos a Él para luchar contra todo tipo de exclusión, uniendo nuestro trabajo con el suyo, sin saber dónde empieza Él y dónde empezamos nosotros.

Si Dios ha corrido la suerte de encarnarse, de nacer pobremente y crecer como salvación desde la exclusión de este mundo, ya no hay excluidos para Dios, nadie queda fuera de Dios. Y el lugar principal para la fiesta es allí donde aparece: en las afueras, donde no hay sitio, donde todo parece agotarse y está condenado a crecer en la amenaza y a la intemperie de las construcciones humanas.

Navidad es el tiempo de acoger con ternura lo germinal, lo pequeño, lo que nace en los movimientos sociales y humanitarios alternativos y en los grupos eclesiales que luchan por un mundo nuevo y por una Iglesia más de acuerdo con el sueño de Dios. Es el momento de salir hacia los excluidos, hacia los que no pueden llegar hasta nosotros. Desde esa debilidad podemos sentir que pasa por nosotros la fuerza de Dios, su santo brazo, que transforma con nuestra ayuda toda la realidad. Y podremos sentir la alegría de María y de José y la de los ninguneados pastores. La indecible alegría, la que solo puede ser recibida como regalo y de la que nace el compromiso más radical y esperanzado pro el cambio social que nuestro mundo necesita. No lo olvides: El que ama a Dios más que su prójimo no lo ama sobre todas las cosas. Feliz Navidad.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Mensaje de Navidad 2014/15.


Por Juan Carlos Urquhart de Barros
Arzobispo de la Iglesia Episcopal Antigua

En esta sociedad del consumo en la que todos los días nacen “nuevos marginados” es nuestro deber como cristianos mantenernos “alertas” y “sensibles” frente a cualquier sufrimiento y marginación que sufren nuestros hermanos y hermanas de cualquier condición, hijos e hijas del mismo Padre.

Es tiempo de alegría, momento de felicidad, excusa para el rencuentro familiar (buena excusa) planifiquemos para que esta algarabía y compromiso cristiano, sea anual y no hasta el seis de enero.

Si bien es cierto que criticamos siempre la misma historia mundana potencializada por el capitalismo atroz, la de papa Noel mezclada con el pesebre y el cuentito de la estrella de belén y todo con un contexto bíblico adecuado para las intenciones de fuga y felicidad del hombre estresado que busca paz para un aciago año que culmina; sumado al poder adquisitivo (circunstancial) y el consumismo que generan una sensación similar a la felicidad y la paz (que desde luego no se compra; sino que se construye).

Y hasta aquí todo suena muy armonioso, bello y alegre, pero mundano. Aprovechemos este tiempo para hacer un balance cristiano, desde la óptica del objetivo primario que motivo a Dios hacerse hombre y venir al encuentro del hombre. ¿A qué vino Cristo? vino a liberar al cautivo y se inclinó por los más pobres y por las circunstancias de mayor sufrimiento: enfermos, marginados, pecadores, perseguidos, prófugos, hambrientos, sin trabajo, solitarios… ( de una manera u otra por incompletos e imperfectos: todos somos pobres).

Nuestra forma de actuar como cristianos no debe convertirse en una ideología ni en un sistema, para ello en el servicio de cercanía o encarnación (que es la auténtica caridad) no debemos instrumentalizar al pobre ni forzarlos a adoptar actitudes impuestas; tampoco aprovechar esta situación para enfrentar a las personas que sufren con los posibles causantes de este sufrimiento. Recordemos en todo momento, que el Evangelio no fomenta la división entre ricos y pobres, sino entre el amor y el odio.

En el caso de los más comprometidos, que han aceptado un llamado especial de Dios debemos recordar que la cercanía verdadera a los pobres supone la renuncia a convertirse en un ídolo de la gente o de la moda. Debemos estar por encima de la aceptación, de la persecución, de los resentimientos y de la gloria (2 Cor 12, 15).

El trabajo específico de quien entregó su vida al servicio de Cristo que es el anuncio, la presencialización y la comunicación del evangelio; debe estar en la misma línea de continuación con la obra de Dios redentor; es por ello, un trabajo cualificado que puede exigir dedicación plena y exclusiva, al menos como lo exigen otros trabajos especializados; por lo tanto sería bueno que todas y todos los clérigos y religiosos nos preguntemos ante este nuevo renacimiento si somos auténticos llamados por Dios.

Y que frente a todas las adversidades de la vida, los cristianos y cristianas, tomemos como ejemplo las acciones de Jesús que no se sintió frustrado ante las circunstancias humanas de Nazaret, y por encima de todo amó sin límites y transformó las circunstancias amando. Esa debe ser nuestra meta para lograr la conversión de este mundo desnorteado; por lo tanto el proceso de cambio no comienza escapando hacia el mundo de la imaginación, del consumismo, o hacia el campo de las utopías futuristas, sino aprendiendo a amar profundamente las eventualidades para transformarlas amando. 

Aprovechemos este momento de sensibilidad y analicemos en esta materia como estamos todos los cristianos, creo que sería bueno antes de sentarnos a la mesa a brindar por los éxitos personales del año; orar por la conversión de todas las personas y por la perseverancia de los conversos.

Somos la Iglesia de Cristo, al igual que él, no excluimos a ninguna persona, oramos por todas y todos (y que cada lector incluya en sus oraciones a quienes involuntariamente olvidamos):

Oremos: 

- por los 43 estudiantes desaparecidos por el Estado Mexicano y sus familias; 

- por los damnificados por el tifón de filipinas; 

- por los niños masacrados en Paquistán y por las familias afectadas;

- por el conflicto entre judíos y palestinos y sus respectivas víctimas;

- por las masacres internas de EE.UU., en escuelas, bares y en las calles; 

- por los niños bolivianos esclavizados por las leyes bolivianas;

- por los presos y expresos de todo el mundo. 

- por los políticos corruptos;

- por los políticos honestos;

- por las víctimas de violación y de crímenes contra la persona humana;

- por la recuperación sanitaria de violadores, pedófilos y asesinos;

- por los clérigos corruptos; para que se conviertan en la luz;

- por los clérigos honestos; para que perseveren en la luz;

- por la conversión de los capitalistas;

- por la conversión de los comunistas;

- por la conversión de los extremistas y terroristas;

- por las victimas del capitalismo, del comunismo y del extremismo;

- por la conversión de las mafias;

- por los sin techos para que puedan acceder al hogar digno;

- por los con techo para que puedan asegurar su vivienda;

- por los estafados y los estafadores;

- por la oscuridad para que sea absorbida por la luz;

- por la luz para que brille cada día más;

- por la paz entre EE.UU. y Cuba y por todas las victimas y victimarios;

- por los que sufren y provocan bullying;

- por los negreros, trata de blanca, homofóbicos, narcotraficantes; 


Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén. (oración de San Juan Crisóstomo; LOC)


¡FELIZ NAVIDAD¡


Juan Carlos Urquhart de Barros
Arzobispo
Iglesia Episcopal Antigua

martes, 23 de diciembre de 2014

La Navidad como yo la siento.


"El Altísimo, fiándose de nosotros, se hizo uno de los nuestros"

por Ángel Gutiérrez Sanz*, 22 de diciembre de 2014

Una Navidad siempre y para todos es el sueño más bonito al que puede aspirar nuestra Humanidad


Sucedió hace 2000 mil años, siendo Augusto emperador de Roma. La tierra estaba en calma y en el firmamento brillaban las estrellas con más intensidad que nunca, sin parar de hacerse guiños. Fue entonces cuando una virgen llamada María daba a luz un niño, mientras los hombres y las mujeres dormían, en el silencio de una noche santa, llamada a ser la noche de Dios , la gran noche de la Humanidad, en que se consumaba el gran acontecimiento de los siglos y es que Dios nacía para estar más cerca de los hombres.

Nuestra tierra, ese punto imperceptible perdido entre mil galaxias, fue el escenario elegido por Dios, para manifestar su gloria, que sólo los más humildes pudieron contemplar y celebrar con gozo. Sucedió lo que los profetas anunciaron que debía suceder, tal como estaba previsto, según los planes divinos y que nadie ha sido capaz de comprender jamás, porque excede todos los límites de la cordura humana. Dios dejaba su cielo para ensuciarse con nuestro barro y poder así compartir su grandeza con nosotros.

El Altísimo, fiándose de nosotros, se hizo uno de los nuestros, aún a sabiendas de que nosotros nunca acabaríamos fiándonos de Él. Así son las locuras de Dios, que nunca comprenderemos, lo que sí sabemos es que en esta tierra nuestra sucedió lo mejor que podía sucedernos; entonces...¿ Cómo no experimentar la alegría de ser hombre? ¿ Cómo no estar orgullosos de serlo? ¿ Cómo no saltar de gozo cuando llega Navidad?

Después de la Primera Noche Buena nada volvería a ser ya lo mismo. Antes y después de Cristo , decimos los humanos. Nuestro mundo sumido en las tinieblas, se vio iluminado por una luz venida de lo alto, que ya nunca habría de extinguirse; el Salvador llegaba para quedarse con nosotros, aunque todas las posadas del mundo permanecieran cerradas para Él; nuestro suelo quedaba sembrado con semillas de esperanza, para poder caminar sin miedos por la vida y la distancia entre el cielo y la tierra se acortaba hasta desaparecer.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces y los hombres de buena voluntad no queremos olvidar lo que hace dos siglos sucedió en Belén; por mucho que se diga,siempre habrá un corazón humano, que tiemble de emoción cada año en estas fechas, por eso el espíritu de la Navidad no desaparecerá nunca, por más que alguien esté empeñado en ello.

A parte de la dimensión místico-religiosa que pone en comunión al hombre con Dios y a Dios con el hombre, la Navidad tiene otro sentido profundamente humano, cual es lacomunión del hombre con el hombre. ¿Por qué será que cuando llegan las Navidades nos vemos envueltos en una atmósfera mágica y sentimos la necesidad de volvernos más acogedores, complacientes y cordiales?

Este mundo nuestro tan convulso, castigado por las guerras, catástrofes y violencias de todo género, necesita de días como éstos, para darse una tregua y disfrutar aunque sea por poco tiempo de un clima de bonanza y armonía. Los hombres y mujeres de nuestro tiempo, agitados por tantas inquietudes y ansiedades, necesitamos hacer un alto en el camino para comunicarnos con los demás, encontrarnos con nosotros mismos y vivir con los nuestros momentos afectuosos, que nos trasportan a aquellos tiempos, cargados de añoranzas en que el hogar era un lugar entrañable, donde se disfrutaba de un cálido y acogedor ambiente familiar. Lo necesitamos también para recordar a ese niño que un día fuimos y que todos llevamos dentro, al que nunca hemos querido renunciar del todo. Martín Descalzo, solía decir que la Navidad es "un misterio de infancia" porque en el corazón de los niños es donde mejor se manifiesta la ternura de Dios.

De vez en cuando necesitamos volver a nuestra infancia, revivirla, recordarla, sí, porque nos hace falta recuperar ese mar de sonrisas e ilusiones perdidas, donde poder ahogar todas las decepciones acumuladas durante doce meses. No es poco poder afirmar que en esta época del año, las palabras más repetidas son las de amor, paz, reconciliación, concordia, alegría..... Ya es algo que por estas fechas los hombres y mujeres inundemos el mundo de felicitaciones, pensemos en los demás, les dediquemos nuestros mejores deseos o les digamos simplemente que no nos hemos olvidado de ellos. Ya es algo que los ojos se nos humedezcan cuando echamos de menos a quienes se fueron para siempre. Ya es algo que al menos una vez al año seamos sinceros y nos espetemos a nosotros mismos que no nos gustamos como somos y que queremos cambiar para mejor.

Dirán algunos, que todo esto es fuego de artificio, que para nada sirve; pero yo pienso que al menos nos demuestra que ese niño que todos llevamos dentro no está muerto, sino que sólo está dormido. En fin, necesitamos recuperar nuestra infancia, aunque sólo sea por un día, porque como decía Dostoievski "El hombre que guarda muchos recuerdos de su infancia, ése está salvado para siempre".

Una Navidad siempre y para todos es el sueño más bonito al que puede aspirar nuestra Humanidad. En estos tiempos de desencanto y desesperanza que a todos nos alcanza, aún nos queda la posibilidad de poder volver nuestra mirada hacia Belén y pensar que no estamos solos, y que nunca lo estaremos, porque "un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado, la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará el Admirable, el Consejero, el Dios, el Poderoso, el Padre Eterno, el Príncipe de la Paz".

*Ángel Gutiérrez Sanz (Catedrático de Filosofía y autor del libro "CITADOS PARA UN ENCUENTRO")

lunes, 22 de diciembre de 2014

Planes de vida: Una propuesta indígena para la gestión de sus recursos naturales y su territorio.


CAA, 20 de diciembre, 2014.- En el marco de la celebración de la COP20 en Lima, el 3 de diciembre, en Voces por el Clima, se llevó a cabo el evento sobre Planes de Vida y REDD+ Indígena: Diálogo intercultural para enfrentar la Crisis Climática, en el que representantes de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana tuvieron la oportunidad de compartir sus experiencias en la elaboración y aplicación de sus planes de vida comunitarios.

Los planes de vida son documentos que articulan la visión indígena con la planificación técnica de la gestión de su territorio y sus recursos. Para ello, recogen las expectativas de las comunidades indígenas sobre cómo ven ellos su vida, su futuro, hacia dónde quieren ir, cómo y para qué.


Planes de vida: Una propuesta indígena para la gestión de sus recursos naturales y su territorio. Foto: Kjeld Nielsen /SPDA-ICAA

Este instrumento de gestión “es una carta de presentación de la comunidad ante actores externos que quieran relacionarse o trabajar con una comunidad”, señala Luis Tayori, representante del Consejo Harakbut y Machiguenga de Madre de Dios.

Él compartió con los presentes la experiencia de Planes de Vida en la Reserva Comunal Amarakaeri, que viene siendo desarrollada en tres comunidades nativas: Shipetiari (machiguenga), Queros y Puerto Azul (harakbut).

Para desarrollar la propuesta “nos basamos en los conocimientos ancestrales que nos permitieron reconocer los problemas, reflexionar sobre el uso de los recursos naturales, identificas nuestros anhelos, y pensar en el futuro sin dejar atrás las prácticas tradicionales’, finaliza Tayori.

También estuvieron presentes Segundo Pino de la Federación Nativa de las Comunidades Kakataibos (Fenacoka), y Miguel Tangora de la Federación de Comunidades Nativas de la Provincia de Purús (Feconapu), quienes compartieron sus experiencias sobre la elaboración de sus planes de vida, logros, errores, aciertos, y lecciones aprendidas.

Ambos destacaron que una de las ventajas de contar con estos instrumentos de gestión es que la población está más organizada, que pueden gobernar y desarrollarse con autonomía y capacidad de gestión.

Avances y retos

“La Iniciativa para la Conservación en la Amazonía Andina (ICAA) está tratando de ordenar la cantidad de información que hay sobre planes de vida. Lo primero que se dice sobre planes de vida es que pueden ser o un documento o una enciclopedia” señala Luis Román, coordinador de Pueblos Indígenas de la Unidad de Apoyo de ICAA.

“Por eso, estamos tratando de conocer las distintas experiencias de planes de vida a fin de proponer una guía que les pueda servir –a los pueblos indígenas- para proponer al Estado y a otros actores sociales, cómo hacer un plan de vida concreto, que recoja las expectativas de los pueblos indígenas, que tenga un proceso participativo para la formulación de sus propuestas de desarrollo y que también se articulen con las políticas de Estado. Que sea una herramienta de negociación de gestión territorial con el Estado” agregó Román.
Articulación con las normas y leyes del Estado

Hasta el día de hoy no hay un involucramiento del Estado, pues estos procesos de elaboración de los planes de vida son de los pueblos indígenas. El Estado tiene su propio proceso de planificación local, regional, nacional. Son dos procesos van en paralelo.

“Estamos tratando de involucrar a los sectores del Estado a nivel local en el proceso de formulación de un plan de vida para que ellos conozcan cuáles son las expectativas y se involucren desde el principio en las propuestas de políticas públicas”, finaliza Luis Román.

Dato:

“Para que los proyectos de REDD Indígena Amazónico (RIA) sean exitosos, deben adaptarse a los planes de vida -visión indígena de desarrollo y gestión comunal-, además de incorporar conceptos como seguridad territorial y manejo holístico del territorio” dijo Klaus Quicque, representante de la Federación Nativa del río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad).

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Fuente: Iniciativa para la Conservación de la Amazonía Andina (ICAA): http://www.amazonia-andina.org/amazonia-activa/noticias/planes-vida-una-propuesta-indigena-para-gestion-sus-recursos-naturales-su

Otras noticias:


Fuente: Servindi

sábado, 20 de diciembre de 2014

Soñar con otra Navidad.



Ha llegado otra navidad y, como dicen algunos, son bienvenidas las deudas y el estrés que se consiguen en estos días. La navidad sufre una gran distorsión en su sentido más real. Cuando pensamos en ella, inmediatamente vienen a nuestra mente los regalos y toda la fiebre consumista que se genera a su alrededor. Todo esto nos produce una alta carga de nerviosismo y de angustia. Es necesario encontrar el verdadero sentido y compartirlo con las muchas personas que, en esta fecha, se encontrarán solas y deprimidas. Por otra parte, hay que vivirlo con los más empobrecidos, los más vulnerables y los que, en este momento, no albergan ninguna esperanza.

Seguimos asistiendo a una realidad en la que nuestras ciudades van empeorando, y en la que las expectativas y la situación de nuestro pueblo siguen estando marcadas por los signos de la anti-vida. Las profundas desigualdades sociales, las contradicciones socioeconómicas y la desesperanza están marcando el paso en la vida cotidiana.

La experiencia de los pastores en la fría noche de navidad vuelve a ofrecernos una gran lección. Nuestro mensaje y nuestra acción deberían estar cargados de esperanza. La gente desea escuchar buenas noticias, noticias que construyan, estimulen e impulsen la vida plena. Queremos escuchar unas buenas noticias que sean de gozo para todo el pueblo.

Esta buena noticia no es sólo un sistema ideológico contrapuesto al que actualmente está en el mundo. No es una ideología más en el supermercado intelectual del momento. Se trata de un poder, de una forma de vivir y de plantarse frente al mundo, de ser una comunidad que trasciende barreras. Para recuperar el sentido vigoroso de un estilo de vida cristiano debemos arrebatar el Evangelio de las manos de los vendedores profesionales -que lo han convertido en un inocuo producto comercial que se ofrece al mejor postor- y de los religiosos de turno que han sacado del centro de la navidad a Jesús. Dondequiera que un ser humano invoque el nombre de Cristo, éste se atreve a vivir por él; se esfuerza por practicar sus demandas de amor, justicia, servicio y arrepentimiento; alza sus ojos con esperanza y vence el temor; y es allí donde está avanzando el Evangelio.

La navidad nos recuerda y nos provoca a reflexionar sobre Jesús y el estilo de vida que vino a inaugurar. Este hecho nos pone en guardia contra los apetitos económicos erigidos en deidades. Con él aprendemos a sospechar que también “Dónde ustedes tengan sus riquezas, allí también estará su corazón”; “No se puede servir a Dios y al dinero”.

Vivir el Evangelio y el espíritu de la navidad consiste, en primer lugar, en ser libres de la idolatría materialista de los apetitos económicos. Es hacer de Jesús el Señor y acceder a un tipo de vida que ve lo económico como un ámbito en el cual se pone en práctica la obediencia a Dios, el dador de todo lo que el humano posee. Cuando nos damos cuenta de que nuestros propios apetitos invaden nuestros pensamientos y nuestras palabras, relativizando lo justo y auténtico de nuestros proyectos más amados, descubrimos también que Jesús puede renovar nuestras vidas y purificarlas para que den fruto. El hombre nuevo con su hambre y sed de justicia ya empieza a manifestarse en la disposición a cambiarnos a nosotros mismos para que el mundo cambie.

Rescatar el verdadero sentido de la navidad es vivir el Evangelio sin caer en la trampa del mercado. El problema con la ideología del libre mercado es que nos lleva a aceptar su utopía como un axioma que no necesita demostración. Es decir, nos induce a aceptar como único camino aceptable el de la Economía de Libre Mercado. Nuestra vida y nuestra acción no sirven para nada a menos que estén al servicio de esa ideología. Con ese mismo criterio se juzga la historia de la Iglesia, la historia del mundo e incluso la de Jesús mismo.

Se trata de no caer en esa trampa, de no aceptar esa utopía, esa idolatría del mercado, como un axioma ni tampoco aceptar como “científico” un análisis que, por un lado se alimenta de la opresión de los más pobres y por otro reduce al hombre y a la mujer a ser únicamente sujetos de consumo. Por lo tanto, y en primer lugar, debemos proclamar que la norma que juzga la vida y la acción de los hombres y de las mujeres no es el éxito ni la cantidad de cosas que se posean, sino el designio de Dios revelado en Jesús. Descubrimos también que, para tener valor y eficacia, las acciones humanas no necesitan ser exitosas. La vida es mucho más que la economía. La fidelidad a Dios se da dentro de una variedad inmensa de marcos de servicio.

Una buena noticia para el mundo de hoy, que trae la presencia de Jesús en esta navidad, es que se acaba el temor. Actualmente vivimos bajo el signo del miedo, y esta parece ser la característica más notoria de esta época. La mentalidad de los hombres y de las mujeres del siglo I estaba plagada de temores: a las potencias espirituales de los aires, a los principados y potestades, a los espíritus elementales… En medio de ellos el Evangelio representaba el anuncio de la victoria cósmica de Dios, que ponía en evidencia la debilidad de estas fuerzas que aterrorizaban a las personas.

Hoy en día los temores tienen otros nombres, pero sus efectos son muy parecidos en el corazón de los hombres y de las mujeres. Los medios de comunicación modernos han desarrollado una jerga que conjura el temor y la sensación de un fatalismo frente al cual el ser humano parece impotente. Hoy se tiembla ante las fuerzas oscuras que dominan el mercado de valores, ante los sistemas políticomilitares, ante las mafias de todo signo, que parecen obrar con impunidad y crecer como pulpos infernales.

El Evangelio que Jesús nos ha traído, y que recordamos en navidad, sigue siendo el Evangelio de la victoria de Dios sobre todo aquello que se opone a su designio, a saber, el amor, la justicia, la paz y la vida abundante para los hombres y las mujeres. Cierto que esa victoria pasó por el sufrimiento de la cruz, por la agonía, la soledad y lo que, a todas luces, parecía el fracaso y la impotencia del justo contra la maldad del mundo.

La buena noticia del Evangelio es negarse a permitir que los temores que sobrecogen a la humanidad nos atemoricen también a nosotros. Es poner la mira en Dios, alzar la vista y vivir en obediencia a su ejemplo, con gozo y confianza en la victoria final, cualquiera que sea el curso de los acontecimientos. Jesús, Pablo y Pedro nos enseñaron que esta manera de vivir el Evangelio no es la arrogancia insultante frente al verdugo ni la búsqueda casi masoquista del sufrimiento, sino que implica la desmitologización de todas las idolatrías modernas y poderes terrenos, entendiendo estas fuerzas dentro de su limitada dimensión humana, o incluso en su exageración demoníaca. Pero esto implica también el propósito de seguir haciendo aquello que entendemos que es el bien, aunque nos acarree persecución o amenaza. Por esto, la buena noticia de la navidad y lo que le da sentido, es que nada nos puede separar del amor de Dios, y que ese amor ha triunfado para siempre.

Este tiempo nos debe llevar a pensar en la vida plena para todos y todas, a soñar en la realización de nuestra utopía y de todos nuestros deseos. Por eso, es necesaria una renovada toma de conciencia y tener presente que esta navidad nos recuerda que sigue siendo la hora de exigir y de cumplir todos los derechos humanos para todos. Algo que también haría Jesús en su Nazaret, actualmente mundializada.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Descolonizar la Navidad.



POR ÁNGEL MANZO MONTESDEOCA

“Nuestra misión histórica, para nosotros que hemos tomado la decisión de romper las riendas del colonialismo, es ordenar todas las rebeldías, todos los actos desesperados, todas las tentativas abortadas o ahogadas en sangre.” (Frantz Fanon)

No hay nada más colonizador que la Navidad. Especialmente cuando esta conmemoración con pretensiones de universalidad ha diluido en el tiempo sus raíces fundantes; es decir, cuando la Navidad no es lo que los evangelistas neotestamentarios proclamaron desde sus contextos en el primer siglo. Lo que nos lleva a considerar si es que para ellos existe tal cosa como la “Navidad” en términos del mundo occidental.

Navidad y colonización tiene una correlación y participación que la historia no puede negar. Con el nacimiento de la Iglesia Imperial en el siglo IV, surge también la cristianización de la fiesta romana al Sol Invictus. El emperador Constantino, para unos un fiel devoto y para otros un hábil estratega unificador del imperio, promueve el cambio de la fiesta que se conmemoraba del 22 al 25 de diciembre en honor al regreso del sol o Dios sol después de varios días de oscuridad. De esta manera el nacimiento del solsticio romano se transformaba en metáfora del nacimiento de Jesús:“Sol de justicia que traerá salvación” (Mal 4,2); produciéndose así la “conversión” de una fiesta considerada “pagana” ahora “cristianizada”. ¿Cómo fue posible esto? Por el poder político y sus intereses, que en la historia de los pueblos siempre ha tenido a la religión como su aliada.

En este sentido la idea de “secta”, lo “pagano” y la “herejía”, siempre estuvo supeditado al dictamen del grupo hegemónico del momento. Así el nuevo movimiento disidente del judaísmo oficial que tenía la vida, muerte y resurrección del nazareno como su kerigma, en sus inicios se consideró una secta para la religión dominante (Hch 24,5). Será a partir del siglo IV cuando el cristianismo se convertirá en la religión imperial y las reglas del juego cambiani; cambiaron tanto que los que una vez fueron perseguidos se convirtieron en perseguidores y los que antes fueron señalados como herejes se constituyeron en inquisidores y guardianes de la verdad.

En este marco, nuestra conocida Navidad no fue más que parte del sistema estratégico imperial para acabar con la religión opositora que se considerada pagana, imponiendo la hegemonía religiosa universal. En América Latina y el Caribe, se implementó la misma táctica: la evangelización sirvió de instrumento dominador para controlar las mentes, los cuerpos, y los recursos de nuestros ancestros. Así nos llegó la colonización y la Navidad.

Hasta nuestros días aquella estrategia del sistema imperial cristiano dominante que se llamóNatividad mantiene su influencia, cuando aparece con retoques de “Noche buena” o “Noche de paz y amor”. Nos dicen que es un tiempo para compartir, gastar y consumir, porque la Navidad es una excelente oportunidad para vender y comprar; un momento para que empresarios y medios de comunicación impulsen la dicha para el pueblo y olvidar en estos días todo lo que pasa alrededor del mundo: los esfuerzos de Palestina por su independencia, las muertes de los estudiantes en Ayotzinapa, México, las crecientes desigualdades, injusticias y malestares sociales que generan violencia y muerte.

¡Navidad, linda y dulce! Estrategia analgésica para convencer a los ciudadanos de que todo cambiará por el mero hecho de comer, beber y consumir, claro; eso sí, sin olvidar a los pobres e indefensos de este mundo asistiéndoles con ciertos gestos de nobleza. ¡Navidad, blanca como el viejito Santa llegando con su carro lleno de regalos! Tiempo de sosiego, donde hacemos una tregua y los ricos comparten un poco de lo que les sobra, entre otras generosidades que el espíritu navideño, de tinte comercial, motiva. Formas indolentes y sutiles de la colonización moderna que rinde culto al capital idolátrico y utiliza los más creativos disfraces para negociar un poco de tranquilidad y de la siempre prometedora oferta de felicidad.

Descolonizar la Navidad es hacer rupturas necesarias y urgentes. Nos llama a considerar cómo el mensaje de los evangelistas, que escribieron desde su experiencia con Jesús, se ha distorsionado con los intereses humanos de por medio. Conlleva hacer una distinción entre lo que significó el acontecimiento de Jesús para las primeras comunidades, y cómo la Iglesia Imperial del siglo IV lo interpretó desde sus circunstancias históricas, culturales, políticas, económicas y religiosas. Es necesario reconocer cómo la religión ha formado parte de las estrategias de colonización que tanto daño ha hecho a la humanidad, y sigue presente en nuestros territorios, saberes, modos de sentir y concebir la vida y en las diversas formas de globalizaciónii.

La descolonización de la Navidad exige una toma de conciencia de la realidad de colonización en todas las instancias de la vida modernaiii para hacer un esfuerzo, no libre de crisis, por volver a Jesús de Nazaret, al útero cultural de su mundo, sus realidades de opresión, la vida de sus pobladores en una patria controlada por los imperios extranjeros de la época que explotaban todos sus recursos, y redescubrir qué pudo significar para ellos el acontecimiento de que“Hoy en la ciudad de David, ha nacido un salvador que es Cristo el Señor” ¿Qué conflictos generó? ¿Qué dilemas traía este acontecimiento en su historia? ¿Qué enemistades surgían? ¿Qué esperanzas nacían? ¿Qué compromisos se asumían? ¿Qué horizontes renacían?

En palabras De Souzaiv se trata de descolonizar el saber de la Navidad, reinventar su poder y discernir su genuino espíritu revolucionario. La Navidad comprendida desde un esfuerzo crítico descolonizador, no reducirá la experiencia espiritual en relación con la realidad política, ni la vivencia testimonial comprometida con la situación económica de nuestros pueblos, sino que podría ser vivida y experimentada como una fuerza liberadora para una misión en el mundo, donde el espíritu del Señor será una realidad presente aquí y ahora:


“«El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor.»

Enrolló luego el libro, se lo dio al asistente, y se sentó. Todos en la sinagoga lo miraban fijamente. Entonces él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes.» Lucas 4,18-21.

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i Hans Küng. El cristianismo: Esencia e historia. Editorial Trotta, Madrid, España, 2006.

ii María del Pilar Mora. Desde la filosofía latinoamericana hacia un proyecto descolonizador. Corporación Editora Nacional, Quito, Ecuador, 2012.

iii Walsh, C; Schiwy, F; Castro, S. Interdisciplinar las ciencias sociales: geopolítica del conocimiento y colonialidad del poder-perspectivas desde lo andino. Editorial Abya Yala, Quito, Ecuador, 2002.

iv Boaventura De Souza Santos. Desconolonizar el saber, reinventar el poder, Editorial Trilce, Montevideo, Uruguay, 2010.

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Ángel Manzo Montesdeoca

Ángel Manzo Montesdeoca; es ecuatoriano. Se desempeña como Director Académico del Seminario Bíblico Alianza del Ecuador, y Vicerector del Instituto Tecnológico Alianza. Productor del Programa radial Reflexiones de Actualidad, y Hagamos Teología que se transmite por HCJB2. Licenciado en Teología, Licenciado en Ciencias Humanas y Religiosas, Máster en Teología Practica por la Facultad Teológica Latinoamericana (FATELA), Magister en Gerencia y Liderazgo Educacional por la Universidad Católica de Loja (UTPL). Actualmente culmina la Maestría en Estudios Teológicos en la Universidad Nacional de Costa Rica, aplica al Programa Doctoral en Ciencias Pedagógicas en la Universidad Carlos Rafael Rodríguez, de Cienfuegos, Cuba; participa en diversas actividades de educación teológica, educación superior y desarrollo en América Latina y El Caribe. Autor de los libros: Teología del ser y quehacer de la Iglesia, Iglesia en el Mundo, Iglesia Verde, Habacuc-notas del aparato crítico en la Nueva Biblia de Estudio Mundo Hispano, y Teología apasionada por la vida.