jueves, 11 de junio de 2015

La vida más allá de la muerte.


Jesús Gil García

*(Leyendo al obispo anglicano J. Sh. Spong)

Una de las preguntas que todo ser humano se hace en la vida es si existe algo después de la muerte por lo que merezca la pena luchar y que dé sentido a los sinsabores de toda existencia humana ¿Qué es eso de la vida eterna de la que nos habla la religión cristiana? ¿Es razonable creer en el cielo y el infierno, como lugares de destino más allá de la muerte? El obispo Spong responde con contundencia: Creo que existe una vida eterna después de la muerte, y que es una vida diferente a lo propuesto por las religiones, incluida la cristiana, que nos habla de la visión beatífica, consistente en contemplar la esencia divina toda la eternidad. Éste es el premio del cielo para los fieles cumplidores de la ley divina. El mencionado obispo es por lo tanto partidario de una vida eterna, sin cielo ni infierno.


“Creo que existe una eternidad más allá de los límites de mi finitud humana y en la cual puedo participar. Tradicionalmente hablando, creo que existe una vida después de la muerte. Quiero que eso quede claro, pero, antes de que defensores de una piedad tradicional se sientan reafirmados en sus poco críticas verdades de fe, déjenme afirmar mi segunda conclusión. El contenido de esta realidad de la vida más allá del límite de la muerte, es tan radicalmente diferente de cualquier cosa que haya sido propuesta por los sistemas religiosos del pasado, que es irreconocible” (Spong p. 202-203).

Ahora bien, si no podemos seguir manteniendo la figura de un Dios teísta, Juez Supremo de las personas, premiador de buenos y castigador de malos ¿qué sentido tiene que sigamos hablando de cielo e infierno como lugares de premio y castigo después de la muerte? Si existe vida después de la muerte tendrá que ser algo distinto al cielo e infierno.

“El deceso del cielo es un resultado directo de la muerte de la imagen teísta de Dios en la que se basa la tradición evangélica, con su visión personificada del cielo. Las personas que creen en el cielo como un premio a cambio de una vida de fe o de trabajo también tienen que creer en Dios como deidad personal que reparte regalos y castigos ganados por méritos personales. Este Dios es una figura parental disfrazada que controla la conducta infantil por medio de amenazas y promesas”(Spong p.205)

En el fondo las religiones están solucionando el problema de la realidad posterior a la muerte con imágenes humanas extraídas del comportamiento de las personas adultas con los niños: premiar los actos buenos, y castigar los malos. Creamos de esta manera una imagen antropomórfica de Dios, haciéndolo Juez Supremo del comportamiento humano. Pero esto no se puede sostener por más tiempo. Porque es destruir la idea de Dios, como lo totalmente distinto a lo humano. Y si no existe el premio y castigo divinos, tampoco podemos admitir la realidad del cielo y el infierno después de la muerte.

“Cuando uno elimina de su visión del final de los tiempos la defensa de la recompensa individual por las buenas obras realizadas y la idea del castigo por los propios actos malos, entonces el concepto de la vida después de la muerte empieza a desaparecer visiblemente. Pero premio y castigo, ambos, han tambaleado tanto, que ya se han ido. Y cielo e infierno se han ido con ellos” (Spong p.209)

Si el cielo y el infierno ya no son realidades que dan sentido a la vida terrena y que acaecen después de la muerte ¿ya no existe nada posterior al acontecimiento irremediable de la muerte? ¿Con ella termina la vida? ¿Y la promesa de Jesús sobre la resurrección? Son preguntas que todas personas nos hacemos ¿Hay algo más allá de la muerte? ¿La muerte es el fin de la vida, de modo que la muerte es el comienzo de la nada? Las religiones responden afirmativamente: existe vida después de la muerte. La religión cristiana habla de la vida eterna. La muerte es el comienzo de una nueva vida. La resurrección de Jesús es la garantía de esta nueva vida. Si Cristo ha resucitado todos resucitaremos igualmente. Pero ¿cómo es la vida del resucitado? ¿La resurrección es la reanimación del cadáver? Hoy no se puede sostener este concepto de resurrección. La resurrección es el inicio de una vida diferente, distinta. Es la vida eterna, porque la vida es infinita.

“Creo que la vida es infinita, y también creo que estamos llamados a explorar su profundidad y a saborear su profunda dulzura. Creo que la vida aquí es una imagen limitada y finita de la vida plena, que es ilimitada e infinita. Estoy seguro que uno se prepara para la eternidad, no siendo religioso y respetando las reglas, sino viviendo plenamente, con un amor generoso, y atreviéndonos a llevar nuestra capacidad al máximo” (Spong p.218-219)

Si la vida es ilimitada y continúa después de la muerte, es porque existe un proceso vital cósmico que abarca a todos los seres vivos. Es la energía cósmica que influye en toda la naturaleza. De este proceso formamos parte todos los humanos. La muerte no corta este proceso, sino que es el inicio de una nueva etapa vital. Etapa diferente de las anteriores, dentro del proceso evolutivo de toda la creación. ¿Cómo es esa nueva etapa? Lo desconocemos, pero podemos afirmar que es un nuevo modo de vida. Este proceso no se corta con la muerte, sino que continúa en una nueva etapa. Resucitar es seguir viviendo en este proceso, con Jesús, el Viviente. Los cristianos llamamos a esta nueva etapa resurrección. Los no creyentes no tienen esta referencia a Jesús de Nazaret, pero como seres dentro del cosmos participan de este proceso de vida, que abarca a todos los seres vivos y a todo el universo. Es la creación evolutiva que sigue avanzando en diversas etapas y de modo diferenciado dentro del cosmos.

Los seres en la naturaleza pueden acabar su vida concreta, pero no por ello termina la vida en el cosmos. Incluso ese ser vivo puede terminar su ciclo, pero no su vida transformada en otro ser. Una especie puede desparecer y transformarse en otra superior. El proceso creativo-evolutivo de vida continúa en el cosmos. Los seres humanos acaban su ciclo por la muerte, pero su vida continúa por este proceso evolutivo. Los creyentes afirmamos que “la vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma”. Esta es la vida más allá de la muerte. En esto consiste la resurrección, en el paso a una nueva forma de vida, desconocida, pero real. La realización de una vida plena. Una nueva consciencia de que la vida humana participa en la eternidad de Dios y de que viviré, amaré y seré parte de lo que Dios es. La resurrección fue un evento que tuvo lugar en el interior de las personas, siendo conscientes de que lo que los discípulos encontraron en Jesús ahora residía en sus vidas y sus corazones, el espíritu del mismo Jesús (Spong). Y a participar de esa nueva vida estamos llamados todos los seres del universo, siguiendo el proceso evolutivo cósmico que dirige y transforma el universo.

*J. Sh. Spong. Por qué el cristianismo tiene que cambiar o morir. Editorial Abya Yala. Quito. Ecuador 2014.
Pedidos a Ecuador: editorial@abyayala.org . Colección Tiempo Axial
En el COR de Zaragoza suelen tener depósito de este y otros libros:zaragoza@comitesromero.org

Jesús Gil García
Comunidad de Balsas.
Zaragoza. Junio 2015.

Fuente: Atrio

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