martes, 31 de mayo de 2016

El pastor y el rebaño, ¿una metáfora desafortunada?



Antonio Gil de Zúñiga

Si el “lenguaje es la casa del ser”, según la máxima de M. Heidegger, hay que cuidarlo como tal, con esmero y con la intencionalidad de acercarse al referente, a la realidad, con la mayor exactitud posible. No en vano afirmaba la filosofía escolástica que la verdad es “adaequatio intellectus cum re”. Y para ello el ser humano posee una potente herramienta que es el signo lingüístico. Ahora bien, su objetivo primordial es captar la realidad que está fuera del sujeto para transmitírsela a otro, al receptor. Sin embargo, el lenguaje como producto humano, no siempre cumple con esa función primordial de transmitir la realidad tal cual; no siempre se comporta de manera inocente, sino que, a diferencia del lenguaje animal, como advierten CK. Ogden y IA. Richards, puede llegar a la perversión, a un intento de engañar al receptor mediante una “verdad” camuflada.

La metáfora, como expresión semántica, corre el riesgo de que al ser una imagen espejo de algo que se pretende significar, el hablante la puede usar de modo torticero, engañoso. Es aquí donde hay que contextualizar la metáfora del pastor y el rebaño. Una bella metáfora que la emplea profusamente el Antiguo Testamento para significar la amorosa preocupación de Dios por sus criaturas, por el pueblo de Israel. Jesús de Nazaret la hace suya y la transmite a sus seguidores, hombres y mujeres, que después de Pentecostés conformarán una comunidad, la Iglesia del Resucitado.

Pero a lo largo de la historia de la Iglesia la hermenéutica de esta metáfora se interpreta literalmente y no como imagen de otra realidad, es decir, que alguien, el pastor, tiene la responsabilidad delegada para ponerse al servicio amoroso de otros, el rebaño, y todos forman una comunidad de iguales como creyentes en el Jesús resucitado. La interpretación literal, por el contrario, nos lleva a otra realidad muy distinta: el pastor es el dueño absoluto del rebaño; él está en un plano existencial y eclesial diferente, mientras que la oveja, como un ser distinto al pastor debe someterse sin rechistar, sin ni siquiera un débil balido. De ahí que la Iglesia la constituyen los pastores, mientras que las ovejas son meros apéndices de la misma, sin otra tarea que la sumisión, como resalta la encíclica de Pío X, Vehementer Nos. Ya Pablo de Tarso en sus cartas a Timoteo (I Tim 3,1-7) y a Tito (Tit 1,6-8) advertía de los riesgos de interpretar esta metáfora en un sentido literal: tanto el obispo como el presbítero han de ser ejemplares dentro de la comunidad, no altivos y poderosos.

Lo cierto es que la interpretación literal de esta metáfora se ha impuesto a lo largo de la historia de la Iglesia, llegando a situaciones insospechadas como las que he podido escuchar en estas semanas pasadas al recordarnos la liturgia la parábola del buen pastor. En una homilía, un sacerdote nos invitaba a amar a los pastores, porque éstos son “la Iglesia de Cristo”, remataba. De aquí hay un paso a la noticia de estos días en que un cura argentino ha prohibido entrar en el templo a mujeres con minifalda o con pantalón; supongo que este cura considera que el templo es suyo y puede establecer las normas que quiera y a su antojo. Esta noticia me lleva a la década de los setenta cuando en un viaje por Italia no pude visitar la catedral ni la torre de Pisa por llevar pantalones cortos.
La metáfora, pues, del pastor y el rebaño se ha ido desprestigiando con asombro y más si cabe en nuestros tiempos posconciliares, donde en la Lumen Gentium se establecieron las bases de igualdad dentro del pueblo de Dios, la Iglesia; pero el lenguaje sigue siendo el mismo y con un significado muy diferente a la metáfora bíblica. Esta metáfora así desprestigiada se convierte en desafortunada por cuanto

1. Coarta la libertad dentro de la Iglesia, tan apreciada por Pablo de Tarso y para G. Bernanos, “el escándalo del universo”, al pretender la jerarquía un “rebaño de borregos sumisos”, donde la uniformidad sea el territorio de actuación. No cabe el pluralismo y, siguiendo con la metáfora, no se permite que alguna oveja se distancie del rebaño, pues de inmediato se azuza al “perro”, léase la norma y la ley, para integrarla de nuevo. Gregorio XVI (1831-1846) en su encíclica Mirari vos, condenó la libertad de conciencia como opinión absurda y errónea. ¿Dónde está la intimidad de la conciencia o aquel dicho de que “de internis, neque Ecclesia?,

2. Sin libertad no hay responsabilidad. La Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, mediante el agua y el Espíritu Santo, se constituye en “linaje escogido, sacerdocio real, nación santa…” (I Petr 2,9-10). Por lo tanto, todos los miembros de este pueblo, mediante el bautismo, participan de un mismo sacerdocio, de la “función profética de Cristo” (Lumen Gentium, II, 12), de una misma fe y de un mismo Espíritu, que es quien otorga los diversos dones y carismas para “común utilidad” (I Cor. 12,7) del pueblo de Dios.

3. Sin responsabilidad no hay compromiso eclesial. La fe es compromiso eclesial hasta el punto de que en una parroquia, por ejemplo, que la fe se viva comunitariamente con las exigencias evangélicas es tarea de cada uno, no sólo del sacerdote. El laico no es, pues, un mero colaborador del sacerdote o del obispo. La vivencia de una fe comprometida y comunitaria, por ejemplo, es la que se lleva a cabo en un barrio barcelonés, donde, en una iglesia sin párroco, “abandonada” canónicamente, celebran la eucaristía los domingos, presidida por un cura de otra parroquia, los laicos programan y realizan catequesis de primera comunión y de confirmación, organizan cursos diversos, prestan ayudas a los necesitados del barrio, etc; en definitiva, viven su fe comunitaria desde la responsabilidad y el compromiso.
4. Sin compromiso eclesial no hay comunidad, en definitiva, no hay Iglesia. No en vano escribe JM. R. Tillard que la “naturaleza de la Iglesia, tal como la comprende la primera tradición se resume en la comunión, en koinonia… y este ser de comunión constituye su esencia”. Una koinonia que por la responsabilidad compartida desemboca en diakonia, en servicio y acogida.

Es cierto que hay otros aires renovadores en torno a la metáfora “pastor-rebaño” por parte del papa Francisco, quien pretende poner las cosas en su sitio, por más que algunos obispos y sacerdotes, tal vez demasiados, hagan mofa de su hermenéutica pastoral, como aquella del pastor con olor a oveja. Pero la posición del papa, por fortuna, es clara como la que sostiene en un escrito reciente enviado al cardenal Ouellet (uno de los curiales recelosos de las actuaciones del papa Francisco), presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Destaco estos dos párrafos:
A) “Mirar al Pueblo de Dios es recordar que todos ingresamos en la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos, es el del bautismo. Por él y con la unción del Espíritu Santo,(los fieles) quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo (LG 10). Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una élite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios. Olvidarnos de esto acarrea varios riesgos y deformaciones tanto en nuestra propia vivencia personal como comunitaria del ministerio que la Iglesia nos ha confiado. Somos, como bien lo señala el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, cuya identidad es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo”(LG 9).

B) “El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como “mandaderos”, coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías necesarias para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político. El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos. El clericalismo se olvida que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios (cfr. LG 9-14). Y no solo a unos pocos elegidos e iluminados”.

lunes, 30 de mayo de 2016

Informe del Simposio sobre la Utopía.



Juan José Tamayo, teólogo

Según Juan José Tamayo-Acosta, Director del simposio “La Utopía, motor de la Historia” organizado por la Fundación Ramón Areces: “Aunque la utopía vive horas bajas, hay signos de su despertar en los movimientos sociales y en el pensamiento utópico”

Madrid, 27 de mayo de 2016-. “La utopía vive horas bajas. Es excluida de los todos los campos del saber: de las ciencias y de las letras, de la economía y de la ética, de la filosofía y de la teología, de la política y de la religión, e incluso del quehacer cotidiano. Y, sin embargo, hay signos de despertar de la utopía en los movimientos sociales, en los Foros Sociales Mundiales bajo el lema de “Otro Mundo Posible”, portadores de utopía, y en el pensamiento utópico cultivado por intelectuales críticos”, ha afirmado Juan José Tamayo-Acosta, Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid, en el marco del Simposio “La Utopía, motor de la Historia”, organizado por la Fundación Ramón Areces con motivo del V Centenario de la publicación de Utopía de Tomás Moro, celebrado el 27 de mayo y dirigido por él.

Según el profesor Tamayo-Acosta, para quien la propia palabra “utopía” está desacreditada y tiende a confundirse con ilusión, quimera, ingenuidad, fantasmagorería, falta de sentido de la realidad, estar en las nubes, plan bueno pero irrealizable, “se hace necesario convertir la utopía en motor de la historia, ya que sin utopías triunfaría la injusticia por doquier y se impondría la barbarie”.
Los expertos reunidos en el Simposio “La Utopía, motor de la Historia” analizan la importancia de la utopía en la historia de la Humanidad dado que la obra de Tomás Moro es una de las más influyentes en la teoría y la práctica política y en el pensamiento utópico. Con ella se inicia, en la modernidad, el género literario utópico, continuado en el siglo siguiente por dos nuevas utopías: La ciudad del Sol, de Tomasso Campanella (1623) y La Nueva Atlántida, de Francis Bacon (1627) y en siglos posteriores con una abundante literatura.

En la primera Sesión del Simposio María José Guerra Palmero , Profesora Titular de Filosofía Moral de la Universidad de La Laguna analiza La “Utopía”, de Platón; Elisa Varela Rodríguez, Profesora Titular de Historia Medieval de Universidad de Girona diserta sobre Utopías medievales; Jorge García López Profesor Titular de Filosofía de la Universidad de Girona explica La Utopía de Tomás Moro y Gonzalo Pontón Gijón, Profesor Titular de Literatura Comparada de la Universidad Autónoma de Barcelona se detiene en La utopía en el Quijote.
En la segunda sesión, Federico Mayor Zaragoza, Presidente del Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces, habla de La utopía de la Paz; Alicia H. Puleo, Profesora Titular de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valladolid, ahonda en La utopía ecofeminista y, por último, Juan José Tamayo-Acosta diserta sobre las Utopías para tiempos en crisis.

El Quijote elabora literariamente el espíritu utópico.

Para Gonzalo Pontón Gijón, Profesor Titular de Literatura Comparada de la Universidad Autónoma de Barcelona, aunque el Quijote es una obra de entretenimiento “elabora literariamente el espíritu utópico en varios niveles y direcciones. En primer lugar, es utópico el fondo de la locura del protagonista, porque contiene un propósito reformador: don Quijote decide consagrar su vida a transformar el mundo, restituyendo el orden y la justicia a partir de los ideales de la caballería andante. Por otro lado, la novela, en su Segunda parte, presenta un amplio episodio consagrado a la acción de gobierno: Cervantes nos muestra cómo un hombre simple pero dotado de ingenio natural puede convertirse, contra todo pronóstico, en un buen gobernante”
Pontón Gijón considera que el libro de Cervantes contiene un poderoso aliento utópico en la presentación de un mundo en el que la actividad más importante consiste en conversar, preguntar, a menudo discrepar, porque la realidad no obedece a una sola perspectiva y es necesario observar las conductas, sin prejuzgarlas, para alcanzar a comprenderlas. Una utopía de la tolerancia.

La utopía ecofeminista.

Por su parte, Alicia H. Puleo, Profesora Titular de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valladolid, considera que el actual interés creciente por el ecofeminismo ha de ser entendido a partir de esta necesidad y de una nueva sensibilidad y conciencia referente al protagonismo de las mujeres y a la importancia de su experiencia histórica y su mirada sobre la sociedad humana y la Naturaleza. Según la profesora Puleo “de la convergencia de los análisis feministas y ecologistas ha surgido esta nueva corriente del feminismo que puede ser considerada el proyecto más completo de superación de las dominaciones sufridas por humanos y no humanos ya que se autodefine, en todas sus formas, como crítica al sexismo, clasismo, racismo, especismo, discriminación por opción sexual y otras discriminaciones surgidas del prejuicio y la voluntad de dominio”.

Educación, columna vertebral de la justicia.

Sostiene María José Guerra Palmero, Profesora Titular de Filosofía Moral de la Universidad de La Laguna, que en la filosofía occidental casi todo remite a la monumental obra de Platón. “No puede ser de otra manera para la utopía”, dice. El Estado deseado en el que se realizará la justicia se explora y se diseña en La República, el diálogo en el que el filósofo establece su “sistema”. Pero la ciudad justa no es posible sin la columna vertebral de la educación, de la Paidea. “Sin la “elevación” moral y cognitiva de los filósofos tras un arduo camino de aprendizajes, de persecución de la verdad, al que son impulsados por el amor a la sabiduría, no es posible pensar si quiera la posibilidad de la justicia”, asegura la profesora Guerra Palmero.

La Edad Media, tiempo de utopías.

Elisa Varela Rodríguez, Profesora Titular de Historia Medieval de la Universidad de Girona, destaca que el Medievo es una época de utopías, de una gran diversidad de utopías sociales, culturales, políticas, espirituales, simbólicas etc., nacidas todas de un deseo real de cambiar la vida y el espíritu de nuestras y nuestros antepasados medievales. Pero a la historiadora le interesa, de manera singular, la utopía de la paz, un proyecto que atraviesa el largo período histórico que conocemos como Edad Media. Y en su recorrido por ese proyecto se fija la historiadora en Hildegarda de Bingen (1098-1179), Juana de Arco (1412-1431) y más detenidamente en santa Catalina de Siena (1347-1380), verdadera embajadora de la paz. “Todas ellas- asegura- tienen en común un gran deseo, el deseo de paz, el deseo que nace de su amor a las gentes que compartían el mundo con ellas. Por ello aconsejan -y/o escriben textos de diversa naturaleza- a emperadores, reyes, papas, autoridades ciudadanas para favorecer la paz, para hacerles comprender que es el mejor estado para que las criaturas humanas desarrollen por completo sus proyectos de vida”.

La “Utopía” de Tomás Moro.

Para Jorge García López, Profesor Titular de Filosofía de la Universidad de Girona,
la obra de Tomás Moro representa buena parte del pensamiento de algunos de los sectores mayoritarios del Humanismo de principios del siglo XVI. Moro crea en Utopía un modelo ideal a partir de la literatura clásica que le permitiera una visión crítica de la sociedad de su tiempo y el enunciado de una serie de medidas políticas y de organización social tendentes a una mejora de las condiciones sociales. “La obra- señala García López- proyecta el pensamiento político y social del humanismo del primer quinientos de igual forma que obras de la época como la Institutio principis christiani (Educación del príncipe cristiano, 1516), de Erasmo o Il principe (1513, pero publicado en 1532). de Machiavelli, obras que explotan desde ángulos complementarios el uso de la literatura clásica para repensar las sociedades donde se encontraban inmersos”.

La utopía de la paz.

Federico Mayor Zaragoza propuso la utopía de la paz en un mundo en conflicto. Debemos –dijo- rechazar la paz de la seguridad y optar por la seguridad de la paz y de la justicia; pasar de la cultural multisecular de la violencia, la imposición y la guerra por la cultura del diálogo, la conciliación y la paz; de una economía de guerra que invierte más de 2800 millones de dólares al día en armamento al tiempo que mueren de hambre 60000 personas a una economía de solidaridad y desarrollo sostenible a escala mundial. Pasar de la sin-razón y la i-lógica de la fuerza a la fuerza y la lógica fuerza de la razón. Para ello es necesario poner en práctica el lema de la UNESCO: “construir la paz en la mente de los seres humanos” a través de la educación, la cincia, la cultura y la comunicación.

Utopías para tiempos de crisis.

En la última conferencia, el profesor y director del Simposio Tamayo-Acosta afirmó que es precisamente en tiempos de crisis cuando los sectores excluidos de la sociedad toman conciencia de la negatividad de la historia, expresan su insatisfacción con la realidad, muestran su descontento e indignación, protestan y se movilizan. Es cuando formulan utopías movilizadoras y las llevan a la práctica. Es en los márgenes de la sociedad donde se han fraguado siempre –y siguen fraguándose- las alternativas, las grandes transformaciones. Es cuando resulta más necesario que nunca sacar a la luz los tesoros ocultos que anidan en lo profundo de la realidad y activar las potencialidades y latencias ínsitas en los seres humanos.

Tamayo-Acosta terminó su conferencia invitando a viajar por las grandes utopías de la historia de la humanidad, analizadas en el Simposio, a escribir nuevas utopías, pero también distopías, a cultivar la utopía en el ancho mundo, a vivir y convivir utópicamente, a pensar la realidad y actuar en ella más allá de los límites de lo posible, como sugiere Walt Whitman: “Antes del alba, subí a las colinas, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas para seguir adelante”.

domingo, 29 de mayo de 2016

El “Pacto de las catacumbas”


El legado secreto del Vaticano II

Hace ahora 50 años que 40 obispos católicos de todo el mundo se reunieron en las Catacumbas de Domitila para llevar a cabo un pacto del que la mayoría de la gente nunca ha sabido nada, absolutamente nada. Ni siquiera los especialistas en religión. ¡Qué gran acontecimiento para escribir una novela tipo Dan Brown con tramas, conspiraciones e intereses ocultos!

La pena es que aquí todo es claro y patente, no hay nada que ocultar, sino proclamar a los cuatro vientos. Nada que beneficie a un grupo de presión, sino todo lo contrario. Aquellos cuarenta obispos, entre ellos varios latinoamericanos, uno español y ninguno estadounidense, que en realidad representaban a otros muchos obispos del Concilio, que eran en conjunto unos 700, se comprometieron a caminar con los pobres y a ser una Iglesia pobre al servicio de los pobres, con ellos y entre ellos. Para lograr eso, se comprometieron a llevar un estilo de vida simple, renunciando no sólo a los símbolos de poder, sino al mismo poder externo, volviendo de esa forma a la raíz del evangelio. Dicho esto se desinfla el interés que pueda despertar el “Pacto de las catacumbas” para los amantes de conspiraciones vaticanas, del opus dei o de los illuminati. Algo tan prosaico y desagradable como dar limosna a un mendigo sin antes ponerse guantes.

Xabier Pikaza, uno de los teólogos mas atentos y despiertos de la España moderna a la realidad eclesial y social que nos rodea, junto a José Antunes da Silva, acaba de sacar a la luz un libro sobre este tema, a saber, El pacto de las catacumbas. La misión de los pobres en la Iglesia. Editorial Verbo Divino, Estella 2015, en el que se recoge el trabajo de un equipo de teólogos y teólogas como José Arregui, Mercedes Navarro, José Antonio Pagola, Virginia Saldanha, José Ignacio González Faux, Jon Sobrino…, cuyas contribuciones completan más de 500 páginas de las reflexiones y desafíos que se desprenden del Pacto de las catacumbas.

El espíritu de este Pacto ha guiado desde su comienzo algunas de las mejores iniciativas de la Iglesia, el Oriente y Occidente, de manera que su texto ha venido a convertirse en una de las páginas mas influyentes y significativas de la historia cristiana de la actualidad, aunque aún no se hayan cumplido todos sus objetivos.

El tema de los pobres no es sólo una tema de administración social, hoy por hoy se ha convertido en un locitheologici o lugar teológico de primera importancia, donde se han dado cita las plumas más competentes de la teología actual. Tampoco es un tema caduco al que “el final de la historia” haya dejado arrinconado en manos de los estrategas políticos y económicos. Ni es tema de preocupación en exclusiva de una determinada teología o Iglesia; es una cuestión cristiana, bíblica, siempre candente, como hace ver Pikaza en el estudio incluido en el libro mencionado, El pacto de las catacumbas, que ha titulado “La Iglesia de los pobres en el Nuevo Testamento” (pp. 51-80).

El desafío del pacto de las catacumbas es todavía más urgente para las iglesias evangélicas, infectadas como están por la mal llamada “teología de la prosperidad”, confusas hasta la grima sobre lo que representan “los pobres en el corazón de Dios y del Pueblo de Dios”, por citar el trabajo también incluido de Carlos María Galli (pp. 276-312). Mercedes Navarro nos recuerda que hay que ampliar el pacto y avanzar hacia el igualitarismo del mensaje de Cristo (pp. 419-438).

Este es uno de los grandes retos de la misión cristiana en un mundo globalizado, cuyo desarrollo, que no progreso, es el de una progresiva dictadura economicista que atenta contra la visión cristiana del hombre, y su dignidad y su propósito en la vida, que va más allá de la producción material, de la competencia financiera y los beneficios cada vez peor repartidos, hasta el punto que, pese al avance tecnológico, la sima que separa a los ricos de los pobres, en lugar de disminuir aumenta, como denuncian algunos economistas preclaros[1]. Desigualdades ha habido siempre, y me temo que no están por desaparecer, sino todo lo contrario, pero una sociedad que ha cifrado sus valores en la democracia, no puede subsistir sin que esa democracia vigile su crecimiento en aquellas áreas que afectan a los ciudadanos más desfavorecidos. La desigualdad socioeconómica, agravada con la crisis económica y las políticas de austeridad dominantes, se ha ampliado en el conjunto de las sociedades desarrolladas y, particularmente, en los países europeos periféricos, como España. Aumentan la pobreza y la exclusión social, así como las distancias entre individuos ricos y pobres. En el ámbito mundial la polarización de la riqueza es cada vez mayor. Esta dinámica está destruyendo la cohesión social. Los sistemas políticos europeos pierden calidad democrática y disminuye la legitimidad de las élites gobernantes.

El cristiano sabe, reconoce que hay valores en la pobreza, pero sin confundir la pobreza con la miseria, que envilece a la persona y niega su dignidad. La miseria, como ya se dijo en Medellín, es una injusticia que clama al cielo. Es una injusticia porque roba al pobre su capacidad de desarrollarse como persona, reducido al papel de productor, y esto, a veces, y cada vez mucho más común, ni eso. Se le priva de sus medios de subsistencia y, aparejado a ello, de su vida espiritual. Por eso, ya en los tiempos de Jesús, los pobres pertenecían a una categoría religiosa inferior, en cuanto no conocían la ley ni cumplían sus múltiples prescripciones. Como dice el personaje de un novelista español de principios del siglo XX, los pobres no podemos darnos el lujo de tener ética. Clama al cielo porque todo lo que atenta contra el hombre, atenta en última instancia contra Dios, su valedor, “el guardián del hermano”.

Son todos estos, temas a los que tenemos que volver una y otra vez desde la reflexión y el estudio de modo que nuestra praxis cristiana no se aparte del mensaje de Jesús.

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[1] Abhijit V. Banerje, Repensar la pobreza: Un giro radical en la lucha contra la desigualdad global (Taurus, Madrid 2012); Giraud Pierre-Noël, La desigualdad del mundo. Economía del mundo contemporáneo (FCE, México 1993); Harry G. Frankfurt, On Inequality (Princeton University Press, Princeton 2015); Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI (FCE, Madrid 2014); Joseph Stiglitz, El precio de la desigualdad (Taurus, Madrid 2012); Id., La gran brecha. Qué hacer con las sociedades desiguales (Taurus, Madrid 2015); Richard Wilkinson y Kate Pickett, Desigualdad. Un análisis de la (in)felicidad colectiva (Turner, Madrid 2009).

sábado, 28 de mayo de 2016

Brasil está que arde. Notas al margen de la suspensión de Dilma.


Por Gisella Evangelisti*

“Las cosas serían diferentes si yo no fuera mujer”. Dilma Rousseff ha recientemente usado este argumento para denunciar en la ONU el intento de “golpe blanco” para destituirla. El maquillaje de las cuentas públicas que ha practicado, como otros presidentes, para minimizar el déficit, no daba para tanto, y ha sido un simple pretexto para eliminarla de la escena política: lo afirman prestigiosos juristas internacionales como Baltazar Garzón, un premio Nobel como Adolfo Pérez de Esquivel, 8000 juristas brasileños y gran parte de la prensa internacional, desde el “New York Times” y “The Guardian”, hasta “El País”. Dilma, la ex guerrillera que atacó bancos para luchar contra la dictadura y soportó tres años de cárcel inhumano, recibió la herencia de Lula y comenzó su gobierno con un 77% de aprobación, para bajar a lo largo de su turbulento segundo mandato, a solo un 8% de popularidad, parece ahora estar pagando más de la cuenta por errores propios y ajenos.


Dilma ha sido objeto de vulgaridades y expresiones sexistas, impensables si hubiera sido hombre. Foto: Lula Maques/Fotos Públicas

¿Cuánto ha influido el hecho que la presidenta es mujer?

Sucede, en todos los paralelos del mundo, que la tensión política pueda tener el efecto de resucitar (si alguna vez ha muerto) un adormilado sexismo que subyace, como bacterias intestinales, hasta en las sociedades más modernas. Así en Catalunya una digna alcaldesa puede ser invitada por un adversario político a “a lavar suelos”, en Italia el ex premier Berlusconi llevó a la política mujeres atractivas cuyas cualidades no tenían mucho que ver con la inteligencia. Y, como era de esperar en un país como Brasil donde se hacen concursos de “bundas” (el cuarto posterior) y donde se asesinan 13 mujeres al día, Dilma ha sido objeto de vulgaridades y expresiones sexistas, impensables si hubiera sido hombre. La prensa más difundida, como “Isto é”, “Veja”, “Epoca”, “La Folha de Sao Paulo”, y la TV Globo (un complejo oligopolio mediático en mano a 6 poderosas familias) se ha ensañado con ella, usando las definiciones más comunes cuando se quiere descalificar una mujer, como “histérica”, o “poco femenina”. “Erotícese presidenta”, era el consejo de algunos. En cambio, “Isto é” ha presentado como modelo de feminidad, siendo “Bella, recatada y del hogar” la joven esposa del vice presidente, Marcela Temer, una mujer que vive a la sombra de un marido poderoso 43 años mayor que ella, indagado por venta fraudulenta de etanol. (Y tiene nombre y apellido del marido tatuado en el cuello, algo que a muchos puede recordar los viejos tiempos en que una persona era propiedad de otra). ¿Es esto lo máximo a lo que puede aspirar una mujer? Obviamente ha habido reacciones indignadas, de mujeres y no, en la Red.

Es cierto, probablemente las cosas hubieran sido diferentes si Dilma fuese un hombre. Posiblemente la proverbial dureza de la presidenta (en su mandato se han alternado 86 ministros) y su escasa actitud hacia la negociación, que en cambio, ha caracterizado al carismático Lula, de ser hombre hubiera sido considerada un innegable sinónimo de liderazgo. Pero la polémica sexista es solo la decoración de la tarta, la modalidad de lucha, no lo sustantivo.

Como se recordará, Lula y sucesivamente Dilma, han dado un viraje a la estructura excluyente de la economía brasileña, utilizando las grandes ganancias obtenidas de la exportación de materias primas, beneficiada por el aumento del precio de las commodities, para estimular el consumo popular: han desarrollado programas como “Bolsa familia” disminuyendo al 82% el número de personas sub alimentadas, otros de vivienda, como “Minha casa‐ Minha vida” (para 10 millones de familias), y han abierto por primera vez las universidades a los hijos e hijas de los pobres. Antes de Lula había 2 millones de estudiantes en las universidades públicas, y en su salida, ya se contaban 8 millones, sobre todo de las clases más populares. Ha sido una época exaltante, en que un Brasil optimista se ha presentado como líder de países emergentes.

Sin embargo, la ralentización de la economía china y la crisis financiera mundial del 2008, con la bajada drástica del precio del petróleo y otras materias primas, juntos con algunas medidas económicas desacertadas, como el control artificial de los precios, han evidenciado los límites del modelo. Brasil tiene problemas estructurales, como la baja productividad, un sistema fiscal y burocrático engorroso, escasez de profesionales preparados y de inversiones, entre otros factores, y no ha logrado abrirse mayores espacios en el mercado internacional. Dilma ha reconocido que las medidas para estimular el crecimiento se han agotado. Además, se han mantenido viejos problemas, como la deforestación de la Amazonía, un programa de construcción de represas dañinas para el medio ambiente, o las masacres policiales de jóvenes afrobrasileños de las zonas marginales. En el 2013, los recortes a los beneficios sociales, que han provocado el aumento del precio de los transportes, justo mientras se gastaban cifras enormes para el Mundial, han llevado a millones de personas a protestar en la calle. Las manifestaciones del 2013 han marcado un punto de quiebre, con la gente manifestándose por el respeto a su derecho a una mejor educación, sanidad, trabajo. “Lo nuevo”, según la escritora Eliane Brum, ha irrumpido en el escenario público. Pues estos derechos, en un país de enormes desigualdades, para muchos eran nuevos.

“La gran transformación que se ha dado en Brasil no ha sido solo económica o social, sino se ha producido un aumento de la conciencia crítica: sin duda, un cambio cultural. Nada más será como antes”, opina Flavio Carvalho, un sociólogo brasileño, ex consultor de las Naciones Unidas, y coordinador del Colectivo Brasil-Catalunya.

Pero en 2014 ha aflorado un antiguo vicio relacionado al uso del poder, presente en Brasil como en muchos países del mundo: la corrupción. Destapando el caso “Lava Jato” (Lava Auto- porque comenzó investigando una gasolinera), el poder judicial ha puesto al descubierto una compleja trama de corrupción, ligada a la petrolera estatal Petrobras. ¿De qué se trata?

Empresas como la constructora Odebrecht sobornaban funcionarios de Petrobras (inicialmente se indagaron a los del Partido de los Trabajadores (PT), después a los representantes de otros partidos de derecha) para obtener contratos, y se auto‐compensaban aumentando artificialmente los costes, de manera que la ciudadanía perdió al menos 10 billones de dólares. El exitoso Marcelo Odebrecht ha terminado en la cárcel, con una condena de 19 años de prisión, seguido por otros famosos empresarios.

Marcelo Odebrecht fue condenado a 19 años de prisión por el escándalo de corrupción de Petrobras. Foto: focusecuador.net

Las ganancias de Petrobras no solamente han servido, por vías tortuosas, para financiar campañas políticas del PT, sino que han llegado a los bolsillos de políticos relevantes de la derecha. Uno de ellos es el mismo (ahora ex) presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, que además de permitirse noches de 6000 euros en un hotel de lujo en Dubai, maniobraba los votos de 100 diputados. Que los políticos brasileños no sean ejemplares servidores de la patria y del bien común, sino se dejen comprar con facilidad, está más que evidente: 273 de los 513 diputados del Congreso, (o sea el 60% de ellos), tienen o han tenido cuentas pendientes con la justicia. En cambio, está probado que Dilma Roussef, que defendió el trabajo de los jueces, no se ha llevado un centavo de Petrobras; sin embargo, habiéndola supervisado en calidad de Ministra de Energía o como presidenta del Consejo de Administración, difícilmente puede defenderse con un “yo no sé nada”.

Al destaparse los escándalos, que involucraban sea a políticos del PT o de la derecha, frente al desconcierto y la rabia de la población, unos avispados políticos corruptos de la derecha, el primero entre ellos Eduardo Cunha, el presidente del Congreso, pensaron que había que aprovechar el momento para pedir la destitución de Dilma, (con el pretexto de las cuentas públicas “trucadas”), esperando que en la enorme polvareda que hubiera sublevado este proceso, la gente ya no se fijara en sus cargos de corrupción y la operación judicial “Lava Jato” terminara en el olvido.

La presidenta comenzó a denunciar que contra ella se estaba armando un golpe blanco: qué exageración, replicaban sus opositores. Sin embargo una conversación de 75 minutos entre Romero Jucá, el nuevo ministro de Planificación, y un ejecutivo de Petrobras, Sergio Machado, (los dos investigados por LavaJato), que se realizó en las semanas anteriores al proceso de destitución (y revelada el 23 de mayo por “La Folha de Sao Paulo”), comprueba que la conjura era real. De hecho, los dos personajes hablan claramente de un “pacto nacional” para destituir a Dilma, a realizarse entre políticos, militares, y la Corte Suprema de Justicia, para distraer la atención públicas sobre los escándalos. O sea, los corruptos se disfrazaban de virtuosos moralizadores y pasaban de la defensiva al ataque, sin necesidad de usar tanques, más bien recorriendo a campañas mediáticas.
Michel Temer pasó de aliado a opositor. Foto: Telesur

Michel Temer pasó de aliado a opositor. Foto: Telesur

Así, mientras los mercados financieros, los empresarios descontentos de la FIESP (del estado de Sao Paulo) y la mayoría de los medios venían denigrando cualquier iniciativa de la presidenta, se llegó al fatídico 17 de abril, día de la votación en el Congreso en pro o contra de su suspensión. Eran necesarios 2/3 partes de votos en contra, y fueron superadas. Pero no fue una batalla civil. Los diputados dieron una pésima imagen de sí al mundo. Hubo quien dedicó su voto a su abuela o su tía, a Dios, a los masones o contra el comunismo, quien piropeó ruidosamente a las diputadas que votaban contra Dilma, e insultó aún más ruidosamente a las diputadas favorables. (Hay que mencionar que las diputadas son solo el 10% del total de congresistas, cuando en el país las mujeres son el 51% de la población). Jair Bolsonero, un nostálgico de la dictadura, dedicó su voto al militar torturador de Dilma. Fue un día de triunfo para sus opositores. Michel Temer, el discreto vicepresidente anteriormente aliado y finalmente adversario de Dilma, que se había quejado una vez por ser puramente decorativo en su mandato, lucía una sonrisa descomunal. ¡Por fin! El señor tan educado y razonable, definido por un diputado de Bahia como el “típico mayordomo de una película de terror” por su ambigüedad, finalmente podía ocupar el sillón presidencial sin tener que pasar por fastidiosas elecciones.

Y ya en la primera semana de su mandato interino dio a entender cuál era su concepto de poder, nombrando como ministros a varios políticos involucrados en los escándalos, hasta el famoso André Moura, el “corruptísimo”, indagado también por un homicidio, y como Ministro de Justicia a Alexander Moraes, secretario de Seguridad en Sao Paulo, donde ha aumentado a 70% el número de manifestantes negros muertos. Y ha tomado a continuación estas “ejemplares” medidas: parar la demarcación de tierras indígenas, bloquear la construcción de casas populares, poner en venta aeropuertos y servicios públicos rentables, abolir los ministerios relativos a los Servicios Sociales, los Derechos Humanos, la Mujer, la Cultura. Con el objetivo de mantener a los indígenas arrinconados, las mujeres en la cocina, los derechos humanos al trastero, los artistas callados. Que regresaran a su isla caribeña los médicos cubanos contratados para curar la gente en las zonas rurales más alejadas, donde nunca habían visto un doctor. Todos fuera. Ah, dulcis in fundo: suavizar el término “Esclavitud”, ergo, permitir condiciones de trabajo “esclavizantes” sin tener que demonizarlas, ¿no es cierto?

Objetivo final no declarado de la nueva presidencia, retomar el control de los recursos del inmenso país, a saber: el “presal”, o sea las reservas de petróleo submarino; las tierras (sin tener que negociar con indígenas o los campesinos del MST‐Movimento dos Sem Terra); la Amazonia (para seguir deforestándola a todo dar); el agua (el enorme Acuífero Guaraní, 1.200.000 km bajo las tierras de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, frente a la perspectiva de mayores sequías en el planeta en los próximos 20 años). Todos estos bienes deben ser manejados por el capital internacional, aliado con los negocios privados de la élite de siempre. ¿Está claro?

¿Alguien siente escalofríos frente a este intento de regresar al “viejo” Brasil donde las jerarquías sociales y raciales eran tan rígidas y fuertes? No son pocos, al parecer, si la casa del neo presidente en Sao Paulo ha sido protegida con una barricada por la policia por temor a manifestaciones violentas en su contra. Pero nadie atacó esa casa.

Según un reciente sondeo, Temer tiene solo el 2% de aprobación, y un 60% de ciudadanos y ciudadanas en contra, mientras el 62% quisiera nuevas elecciones, en las élites tienen pavor, por si acaso regrese Lula o salga elegida Marina Silva, la evangélica ambientalista.
Foto: ‏@MidiaNINJA

Foto: ‏@MidiaNINJA

“He podido ver en estos eventos la faceta perversa de mi país”, afirma con tristeza Maria Araujo, una artista de Salvador de Bahia educadora de “meninos de rua”, los niños de la calle. “Hay gente que no soporta que los que eran pobres puedan viajar, ir a un centro comercial, estudiar. Muchos están molestos que en los últimos 14 años 40 millones de compatriotas hayan salido de la pobreza absoluta, y que la universidad se haya vuelto más accesible también a los hijos e hijas de pobres. O que a las empleadas se les deba pagar más decentemente. Quieren de todos modos volver a dominar el país. Pero, hay que ver si lo lograrán. La derecha rancia de Cunha o Temer es aún más impopular que Dilma. La ciudadanía debe seguir luchando contra la corrupción, sea de quien sea, y por sus derechos. Nada nos cae del cielo, como un regalo. Pero somos un pueblo de jóvenes. Debemos tratar de reinventar nuestro país”.

Ya, la corrupción. “Quien pacta con el diablo, deber recordar que el diablo le pedirá cuenta”, recuerda Frei Betto, el dominicano que colaboró con el gobierno de Lula en el programa “Hambre cero”. En el ejercicio del poder es fácil caer en la tentación de la corrupción. “Difícil decir que la corrupción ha aumentado últimamente, siempre la hemos tenido”, afirma Flavio Carvalho. “Lo que pasa es que ha cambiado la percepción social, la gente está más atenta al problema, las operaciones policiales han aumentado, y consecuentemente, las condenas a los políticos de todos los colores y los grandes empresarios.

“Ha sido terrible lo que ha pasado, por cierto”, sigue el sociólogo, concluyendo un debate en el Colegio de Periodistas de Barcelona. “Muchos de mis parientes, amigos o compañeros han caído en una rabia desesperada. Dilma será destituida por un senado también corrupto que no nos representa, pero creo que la gente tiene todavía alguna posibilidad, en las próximas elecciones, con mucho más votos y un programa más radical. Ha habido 54 millones de personas que han creído posible seguir mejorando la sociedad brasileña.Estas personas siguen allí, machacadas, pero vivas, con más capacidad y voluntad de reivindicación, creo yo. Y aún más esperanza. Esto es muy típico de mi pueblo. La sociedad brasileña necesita más que nunca seguir su proceso de crecimiento moral cultural, económico. Es un estado que busca su proyecto nacional (o nación de naciones). No es cuestión de defender a toda costa a Lula o Dilma, al contrario, creo que la política económica de Dilma ha sido cuestionable, pero la felicito por las políticas sociales y culturales. Lo que no me gusta es la idea de los “salvadores de la patria”. La democracia, y un país crecen, cuando desde abajo la gente sabe defender sus conquistas, exige transparencia a las instituciones, participa y crea movimientos de base, como el 15M en España, o como fue con Lula en los años Ochenta, cuando yo también me involucré en la fundación del PT”.

¿Y ahora? Cada día los periódicos dan noticias de turbulencias. Tuvieron que dimitir dos personajes de primera plana, Eduardo Cunha, y Romero Jucá, cuando se descubrieron sus tramas, mientras la indignación popular está organizando la resistencia de dos frentes: “Pueblo Sin Miedo” y “Brasil Popular”, uno cercano al PT, otro opositor, pero que rechaza la trama que ha llevado al golpe. Se está reorganizando el MST (el Movimiento de los Sin Tierra) y el MTST (Movimiento de Trabajadores Sin Techo), la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, el movimiento feminista y contra la homofobia. Se prevén acciones de desobediencia civil de largo alcance. 

Brasil está que arde, y busca su camino.

Está cayendo la noche en la playa de Ipanema,  en la parte sur de Rio de Janeiro, cerca de la montañitas del Pan de Azúcar que parecen lanzadas al lado del mar por algún dios juguetón. Zezinho Duarte, basurero municipal, un afrobrasileño de pelo a lo Bob Marley prepara como siempre su cama en la playa. Bueno, cama es un decir. Tiene una sutil colchoneta que  a duras penas logra aislarlo de la humedad de la arena.  Pero no está solo. Hay una buena turma de amigos por allí.  Cada veinte metros, en tiendas montadas a lado de los quioscos de fritangas o leche de coco, descansan de noche Eliane, Jefferson, Joao, Edivaldo, Jobson, Rita, que de día son vendedores ambulantes, limpiadoras, recicladores de botellas de plástico. Pero de noche, cuando se pone el sol, puede volverse poetas, músicos, filósofos. Basta una guitarra, y una cerveza geladinha, para relajar músculos y pensamientos. Sus ganancias no llegan a 900 reales (250 dólares al mes), y  con la especulación por los Mundiales, ni hablar de poder alquilar un depa en el centro. También los pasajes hacia la periferia se han triplicado en unos años. En fin, mejor dormir directamente en la playa. La policía no les molesta,  con tal que se vayan antes de que lleguen los turistas. Tudo bom entonces, todo bien. O casi.  Esta noche hay cierta tristeza en el aire, aunque el sol que se pone luzca colores fantásticos.  Eliane y Jefferson no quieren hablar de política,  porque duele demasiado. Como se estaba bien con Lula, dicen. Es Dilma que lo arruinó.  Que si, que no. Pero ese Temer es un descarado.  Un traidor. Y el mosquito zika, nos faltaba eso. Dicen que los americanos van a prohibir las Olimpiadas, si no limpiamos todo con lejía. Dicen que los deportivos llegan con vestidos que ya incorporan repelentes, como los marcianos. Risas.
¿No será que tendremos que jugar otra vez con los alemanes, que nos dieron una paliza de goles en el Mundial? Ay noooooooo. Finge llorar Jobson. Se levantan las geladinhas. Salud.  Un largo silencio, y después.  ¿Y ahora, qué cambiará para nosotros? Los policías nos botarán de aquí, si sacan Dilma del Palacio? Anoche vinieron unos borrachos pitucos a orinar sobre nuestras carpas, no se han dado cuenta? Dicen que somos basura social. Otro silencio, más pesado.
Al contrario, somos recicladores ecológicos y sostenibles, aunque no tengamos donde colgar el diploma, ríe Edivaldo. 
¿Ey turma, por qué no nos damos un chapuzón, antes de que no veamos donde ponemos pie? Propone Zezinho. En fin, el mar es gratis. Todavía. O quizás lo privatizarán. Pero mañana, si alguien nos viene a quitar la carpa, nos defenderemos. Es nuestra casa. Todo lo que tenemos.  
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*Gisella Evangelisti, es escritora y antropóloga italiana, autora de la novela “Mariposas Rojas”.

Fuente: Servindi

viernes, 27 de mayo de 2016

La Biblia del Oso.

Parte de la portada de La Biblia del Oso

En el cuarto centenario de su muerte: Cervantes y la Biblia "protestante"- Bien pudo Cervantes haber tropezado con uno de estos ejemplares en sus andanzas.

Juan Pérez de Pineda dispuso que a su muerte toda su herencia fuese empleada para publicar literatura religiosa, y especialmente para la traducción y publicación de una Biblia completa al castellano.

Esta ardua empresa fue emprendida por Casiodoro de Reina, granadino, nacido en la ciudad andaluza el año 1556. En su traducción empleó Reina doce años de trabajo, siendo acabada en Basilea, terminándose el mes de septiembre de 1569.

La primera edición fue de 2.600 ejemplares, y se la conoce como La Biblia del Oso, porque tiene en su portada un emblema grabado que representa el tronco de un árbol con una hendidura en medio en la que hay un enjambre de abejas y un oso que está lamiendo la miel que destila por el tronco.

Menéndez y Pelayo dice de esta obra que “aunque como trabajo filológico no es ninguna maravilla..., como hecha en el mejor tiempo de la lengua castellana, excede mucho la versión de Casiodoro, bajo tal aspecto, a la moderna de Torres Amat y a la desdichadísima del Padre Scío”.

La versión de Casiodoro de Reina fue revisada más tarde por Cipriano de Valera, andaluz, de la ciudad de Sevilla. Valera era graduado por las Universidades de Cambridge y Oxford y conocía bien el hebreo y el griego. En su trabajo de revisión empleó veinte años. El Nuevo Testamento fue publicado en Londres en 1596, y la Biblia completa en Amsterdam en 1602, tres años antes de la aparición de El Quijote en su primera parte.

Todas las ediciones que posteriormente se han hecho de esta versión revisada, y han sido muchísimas a través de los años llevan el nombre de Versión Reina-Valera.

Del trabajo de Valera escribe Menéndez y Pelayo: “Los veinte años que dice que empleó en preparar su Biblia deben de ser ponderación e hipérbole andaluza, porque su trabajo, en realidad, se concretó a tomar la Biblia de Casiodoro de Reina y reimprimirla, con algunas enmiendas y notas que ni quitan ni ponen mucho. Tampoco he de negar que, en general, mejoró el trabajo de su predecesor, y que su Biblia, considerada como texto de lengua, debe tener entre nosotros la misma autoridad que la de Diodati entre los italianos. Al fin y al cabo, está hecha en el siglo de oro.” (1)

¿Tuvo Cervantes conocimiento de estas traducciones? ¿Llegó a leerlas?

Todas las traducciones de Valdés, Encinas, Pineda, Reina y Valera estaban perseguidas por la Inquisición, prohibida su lectura y cerrada herméticamente su entrada en España. No obstante, aunque en pequeñas cantidades, teniendo en cuenta el total de la población española por entonces, estas Biblias circularon por nuestra Patria.

Menéndez y Pelayo nos habla de un curioso personaje llamado Julián Hernández, a quien apodaban Julianillo, debido a su pequeña estatura. Era manchego, natural de Villaverde del Campo. Se hacía pasar por arriero y con sus bestias de carga introducía clandestinamente en España su “mercancía”.

“Transportó de Ginebra a España en 1557 dos grandes toneles... de Nuevos Testamentos, traducidos por el doctor Juan Pérez, y los esparció profusamente en Sevilla.” De la versión de Reina dice Menéndez y Pelayo que “logró introducir en España ejemplares, a pesar de las severas prohibiciones del Santo Oficio”. Creemos que igual ocurriría con otras traducciones de aquella época, cuya entrada en España no se toleraba legalmente.

Bien pudo Cervantes haber tropezado con uno de estos ejemplares en el curso de sus andanzas por España. En Sevilla y en Valladolid vivió nuestro glorioso escritor y éstas fueron las dos ciudades españolas donde principalmente, a juicio de Menéndez y Pelayo, se distribuían los Nuevos Testamentos y Biblias de lectura prohibida. Cervantes, hombre de letras, es natural que se sintiera interesado por toda clase de lectura, y la de la Biblia no le era desconocida, como ya hemos demostrado.

Por otra parte, está dentro de lo posible que Cervantes se hiciera con estos ejemplares durante sus viajes por el extranjero. Como el objeto de este artículo es simplemente enumerar Biblias que pudo conocer Cervantes en lengua castellana, sin interés alguno en atribuirle una determinada, no entraremos en detalles de fechas y circunstancias, pero sí queremos observar que durante su permanencia en Italia apareció en Suiza la traducción de Reina, como también se encontraba en Sevilla cuando el tal Julianillo “esparció profundamente” por la capital del Betis los Nuevos Testamentos de Pérez de Pineda; y otra vez en Sevilla, ya maduro en edad, cuando circulaba secretamente por la ciudad de la Giralda la versión revisada por Valera. 

Si conoció o no estas traducciones, es cosa que sólo Dios y Cervantes lo saben, según pienso yo.

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Nota
(1) Menéndez y Pelayo, “Historia de los Heterodoxos Españoles”, tomo IV, página 176.



jueves, 26 de mayo de 2016

¡Qué difícil es que los ricos entren en el Reino de Dios!.



Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

El tema del dinero, las riquezas, los bienes materiales es, según un pastor luterano al que oí en la tele, es el tema que más se repite en el Antiguo y el Nuevo Testamento, (AT y NT). Según él, que escribió un libro sobre ello, casi el doble del tema que le sigue en reiteración. Pero, desde el siglo IV, este tema no se ha ganado ni el primer, ni uno de los primeros puestos en la reflexión teológica, ni en la pastoral de la Iglesia. Solo a partir del Concilio Vaticano II, muy iluminado por las Teologías de América Latina, no solo la de la Liberación, que marcarían las asambleas del CELAM, sobre todo las de Medellín (1968), y la Puebla (27 de Enero – 13 de Febrero de 1979), que fueron celebradas con total lealtad y consonancia con el Concilio. En las que se habló, por primera vez, con esta expresión, de la “Opción preferencial por los pobres”. Por fin unas conclusiones sinodales y conciliares hacían memoria, y justicia, a textos como el de la misa de hoy, lunes de la 8ª semana del Tiempo Ordinario.

Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» El, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!»

Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» 26 Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?» 27 Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.» (Marcos 10:17-27)

El joven rico pregunta sinceramente a Jesús qué es lo que tiene que hacer para “heredar la vida eterna”. En el fondo, se ve un poco de autocomplacencia y seguridad en los valores que hasta ese momento ha mantenido en su vida. A lo que Jesús responde en una perspectiva moral, recordándole los diez mandamientos, y animándole a ser, al cumplirlos, una buena persona y un buen ciudadano. Entonces el joven se crece y comunica al Maestro que eso tan elemental lo ha cumplido desde niño. Es el momento en que Jesús reconoció la honradez y la buena talla ética del joven, y le propone otro nivel, otra perspectiva, para valorar y enjuiciar su vida. Ya no es el horizonte ético, moral, implemente humano, sino le ofrece la oportunidad de ser “otra cosa”, es decir, seguidor de Jesús, creyente, cristiano. Y el texto nos deja bien claro y diáfano cómo se adentrará por ese camino nuevo, proponiéndole un camino nuevo, y un nievo tesoro, “en los cielos”, claro. Después, solo después de que haga el test del dinero, y de su libertad o esclavitud ante los bienes, “luego, ven, y sígueme”.

No se trata, como algunos han afirmado, apropiándose indebidamente de la totalidad de la experiencia cristiana, los que solo constituyen una pequeña minoría, de que el Señor adelante, en un caso flagrante de anacronismo, una experiencia que so9lo siglos después aparecerá en al Iglesia, como es la Vida Religiosa, hoy llamada “Vida consagrada”. No, no se trata de eso, de una invitación a un grado superior de “vida cristiana”. Es una invitación a todo el que quiera seguir los pasos de Jesús, Y que no se trata de un texto que se puede entender discrecionalmente, es decir, al pie de la letra, o no, nos lo demuestra la experiencia de la Iglesia primitiva. Hoy día ya no caben muchas dudas de que los Evangelios sean una colección de catequesis, y esta orientación es muy apropiada para entenderlos bien, y realizar una exégesis acertada. Sabemos que la renuncia a los bienes, y su puesta al servicio de los responsables de la comunidad cristiana, era un requisito indispensable para que los catecúmenos pudieran ser aceptados al Bautismo. Y ésta es la mejor y más clara exégesis que podemos hacer de la necesidad cristiana de n o ser, de verdad, esclavos del dinero. No se trata, pues, de algo discrecional, que depende de la voluntad y exigencia personal de pasar de un estado raso de pertenencia a la Iglesia, a otro de mayor y más alta cualificación. No. En ese rechazo al servicio del dinero, todos en la Iglesia somos iguales: no se trata de una experiencia de los más perfectos, decididos y generosos, sino de todos miembros de la comunidad eclesial, por igual.

A los que oponen la idea de que con la con un cambio tan radical de los modelos sociales, hoy es imposible vivir la relación con el dinero con la intensidad de la Iglesia primitiva, habrá que responderles con dos realidades constatadas: 1ª), la situación social, jurídica y económica de la comunidad de los primeros siglos, era incomparablemente peor, y más insegura que la de hoy. 2ª), nunca la comunidad cristiana fue, hacia dentro y hacia fuera, más fuerte, psicológica y económicamente tan compacta, y , progresivamente, socialmente tan reconocida y considerada como en aquellos tiempos. Se trataría, actualmente, no de negar a priori de esa posibilidad, sino de buscar las condiciones, y sentar las bases para que la invitación del Señor, que tan buenos réditos produjo a los primeros cristianos, siguiera siendo oída, creída y puesta en práctica en los días que corren. En mi opinión, esa era una de la intenciones “revolucionarias” del Concilio Vaticano II. Es claro que no sería posible ponerla a funcionar sin una severa, agresiva y violenta oposición de la sociedad globalizada y capitalista actual.

miércoles, 25 de mayo de 2016

¿Cómo puede frenarse la corrupción?



Enrique Orellana (Chile)

La Biblia condena la corrupción y otros textos

Inicio envío con palabras de Juan Pablo II:
” Cada ciudadano tiene derecho a participar en la vida de la propia comunidad. Esta es una convicción generalmente compartida hoy en día. No obstante este derecho se desvanece cuando el proceso democrático pierde su eficacia a causa del favoritismo y de los fenómenos de corrupción, los cuales no solo impiden la legítima participación en la gestión del poder, sino que obstaculizan el acceso mismo a un disfrute equitativo de los bienes y servicios comunes”.

La corrupción se ha vuelto un tema actual. Sin duda. No es moda impuesta de farándula por los medios de comunicación, por el contrario, es un hecho social tanto local como ahora global. No porque antes no existiera, ni mucho menos, sino porque nuestro lento caminar hacia la democracia hace que ahora por diversas circunstancias en Chile- no siempre demasiado éticas- estén emergiendo abundantemente una serie de casos de corrupción que antes – en tiempos de dictadura militar – quedaban en el anonimato y en el silencio. Lo cierto es que hoy una de las principales causas de la turbulencia política en Chile es la corrupción manifestada en colusión, cohecho, fraude, engaños, prevaricación, dineros ilegales en campañas políticas, generadores de la pobreza material, moral y espiritual existentes, tanto provenientes desde el ámbito privado, como público y religioso: es la corrupción, que existe entonces en todos los niveles, desde el alumno que hace trampas en los exámenes y el pequeño comerciante que hace trampas en las pesas hasta los políticos situados en la cúspide del poder, asimismo del empresario que atrapa al débil en el fácil dinero, hasta abusos sexuales en instituciones impensables y/o u otras con silencios impresionantes.

Acompaño una serie de Textos Bíblicos que puedan ayudar al cristiano o no cristiano y personas de buena voluntad a comprender que la corrupción (no solo la de los funcionarios) es un auténtico pecado que va contra la voluntad de Dios, para los creyentes, y porque es una forma de hurto que atenta contra los derechos del prójimo y contra el bien común de la sociedad.

Empecemos por unas definiciones muy sencillas. Entendemos aquí por “corromper” el hecho de quebrantar la moral de la administración pública o de los funcionarios, en especial haciendo que un empleado público o un juez obre en cierto sentido de una manera que no va de acuerdo con la moral y el bien público. Términos algo parecidos son el fraude, el soborno, la mordida y el cohecho. El fraude, por ejemplo, seria el engaño hecho con malicia con el cual alguien perjudica a otro y se beneficia a si mismo. También nos hacemos la pregunta ¿Qué es ser corrupto? El término corrupción procede del concepto de podredumbre, descomposición, putrefacción, que es el proceso natural de la degradación de un organismo biológico tras su muerte. En el caso al cual no referimos, se entiende por corrupción una conducta inmoral y contrario a los valores cristianos, o sea muerte espiritual.

Podemos identificar como corrupción cualquier acción de deshonestidad, falta de integridad, maldad, pecado: también se cataloga corrupción la explotación del jornalero, el hacer coimas, acudir al chantaje, cualquier tipo de extorsión, es robar, engañar, sobornar, compra lo injusto, mentir, codiciar, ambicionar, y darle la espalda al necesitado, explotándole o haciéndole trampa.

¿Qué afirma el Antiguo Testamento?

– El importante profeta Isaías ya aseguraba en el siglo VIII antes de Cristo que “el que rehúsa ganancias fraudulentas, el que se sacude la palma de la mano para no aceptar soborno, el que se tapa las orejas para no oír hablar de sangre, y cierra sus ojos para no ver el mal. Ese morará en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de las peñas, se le dará su pan y tendrá el agua segura”. (Is. 33, 15-16).

– El libro del Levítico, uno de los que forma el Pentateuco y escrito unos 1.500 años a.C cita también: “no hurtaréis; no mentiréis ni os defraudaréis unos a otros” (Lv 19, 11). En él igualmente aparece que “no haréis sentencias injustas, ni cometeréis injusticias en pesos y medidas.Tened balanza, pesas y medidas exactas” (Lv 19, 35).

– El Deuteronomio, otro de los grandes libros del AT muestra referencias claras: “no torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabiosy corrompe las palabras de los justos”. (Dt, 16, 19). En otro punto escribe que “maldito quien acepte soborno para quitar la vida a un inocente” (Dt 27, 25).

– También el libro de los Salmos contiene distintas referencias a esta lacra. “No morará en mi casa quien cometa fraude” (Sal 101, 7). “No juntes mi alma con los pecadores, ni mi vida con los hombres sanguinarios, que tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno” (Sal 26, 10).

– En el libro de Samuel, por ejemplo, se citan también los presentes como agasajo para conseguir favores: “sus hijos no siguieron su camino:fueron atraídos por el lucro, aceptaron regalos y torcieron el derecho” (I Sam 8, 3). El profeta Daniel tiene un mensaje para un colectivo cuestionado. “Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables” (Dn 13, 53). Hay muchísimas referencias más entre los libros y profetas del Antiguo Testamento que inciden en estas cuestiones.

¿Qué afirma el Nuevo Testamento?

Las referencias a sobornos, extorsiones y fraude en general también tienen gran cabida en los Evangelios así como entre los apóstoles en sus cartas posteriores, especialmente en San Pablo. Quizás el ejemplo más claro es Zaqueo, un recaudador de impuestos que se había enriquecido defraudando aún más a su pueblo y que ve pasar a Jesús a su paso por Jericó. Su conversión fue inmediata y en el Evangelio de Lucas se cuenta que conmovido fue consciente de lo que había hecho hasta entonces afirma: “daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruple”.

También en Lucas aparece un pasaje de Juan Bautista, al que acudieron muchos a bautizarse entre los que había personas que no actuaban cumpliendo las normas. El pasaje dice así: “Preguntáronle también unos soldados: ‘Y nosotros ¿qué debemos hacer?’ El les dijo: ‘No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada”. Igualmente, en Mateo se cuenta que los sumos sacerdotes “sobornaron” a los guardias que custodiaban el sepulcro cuando Jesús resucitó para que no dijeran la verdad.

San Pablo en su carta a los Romanos habla de la importancia de no evadir impuestos ante una costumbre extendida entonces. El apóstol de los gentiles insta a esta comunidad: “por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor. Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”.

LA CORRUPCIÓN
ES RAÍZ DE MUCHOS PROBLEMAS

LLAMANDO A LUCHAR CONTRA LA CORRUPCIÓN

Resta recursos en derechos para gratuidad en la salud y la educación – sume, acrecienta y agudiza desigualdad y la pobreza en los más necesitados – destruye puestos de trabajo e incrementa la cesantía – perjudica la seguridad polariza a grupos sociales – frena el crecimiento económico – genera inestabilidad política y social – ausencia de credibilidad y confianza institucional – provoca discriminación – fortalece influencia y control de mafias – resta participación ciudadana – debilita ejercicio de libertad y democracia – altera la paz y convivencia social – alienta la colusión, el cohecho, el fraude y desintegración individual y colectiva – debilita el Estado al servicio y manejado por los corruptos – encubre a narcotraficantes y tráfico de armas…

Por ello, tras recientes, diversos y continuos escándalos que se suscitan en nuestro país.
Contribuye a cambiar la actitud para que la lucha contra la corrupción ocupe un lugar en la agenda del:

Gobierno, parlamento, universidades, organismos del Estado, instituciones educacionales, iglesias, entidades jurídicas, colegios profesionales, organizaciones políticas y sindicales-gremios, entidades benéficas y empresariales, organizaciones sociales, de trabajadores, de estudiantes y deportivas, fundaciones e instituciones en general del país.

Fraternalmente, Enrique Orellana (Chile)

SI TU Y YO NO HACEMOS “LÍOS” A CORRUPTOS Y ABUSADORES, Y NO CUIDAMOS NUESTRA CASA COMÚN… ¿¡ENTONCES QUIÉN?!
Jesús fue ayer en el templo y ahora:”UN INDIGNADO”

martes, 24 de mayo de 2016

Libertad religiosa , laicidad y exequias religiosas en un Estado acofensional.



Benjamín Forcano

Se trata de si, con ocasión de la muerte de personalidades importantes (de la cultura , de la política…) o de muertes colectivas por accidente, terrorismo o catástrofes naturales, el Estado hace bien (debe) gestionar y participar en los funerales que se celebran.
Es obvio que la solución dada va a depender del sentido que demos a las palabras en juego: Persona, Estado, Laicidad, Exequias.

Persona: Estrictamente hablando únicamente la persona es sujeto de derechos, siendo además ella la que en unión con otros crea la Sociedad (comunidad de personas) y determina la creación del Estado (Institución con capacidad para regular, en justicia y verdad, la convivencia de las personas). Los derechos son, pues, de las personas.
En este sentido, toda persona en su sentir fundamental tiene una concepción determinada de su existencia y de su relación, creyente o no, con la trascendencia. Es un derecho básico que debe ser respetado por el Estado. Del mismo modo, el creyente o increyente tiene la obligación de respetar el sentir de los demás. Puede exponer su concepción de la existenccia , difundirla libremente, pero no tiene derecho a imponerla.

Laicidad: por definición etimológica, el adjetivo laico (del griego laós = pueblo) se aplica a la persona que comparte ciudadanía. Traducido a nuestro lenguaje, sería el equivalente de ciudadano. Pero, conviene deshacer las ambigüedades que, en su evolución, ha ido adquiriendo el término laico .
Si partimos de lo que dice la R.A.E., laico sería aquel ciudadano: 1. Que no tiene órdenes clericales (no clérigo) 2. O que vive independiente de cualquier organización o confesión religiosa.

Ya en el siglo III aparece el término “clero” para designar a los que dirigen al pueblo de Dios, que por contraposición son “laicos”, sin dejar de ser por eso religiosos. Posteriormente, muy hasta nuestros días, se fue acentuando la división y desigualdad entre estos dos grupos: “La comunidad de Cristo no es una comunidad de iguales, en la que todos los fieles tuvieran los mismos derechos, sino que es una sociedad de desiguales” (Constitución sobre la Iglesia, Vaticano I, 1870). “Por su misma naturaleza , la Iglesia es una sociedad desigual con dos categorías: la jerarquía y la multitud de fieles; sólo en la iglesia jerarquía reside el poder y la multitud no tiene más derecho que el de dejarse conducir y seguir dócilmente a los pastores” (Pio X, Vehementer, 10).
Dentro de esa desigualdad, por efecto de la racionalidad moderna y del secularismo, el término laico ha pasado a significar para mucha gente “opuesto a lo religioso”.

Estado: Históricamente, antes de la Edad contemporánea, la confesionalidad del Estado era condición natural de cualquier sistema político. En la Edad Media regía el principio de “cuius regio, eius religio”. Estados Unidos, influido por la Ilustración francesa , es el primer Estado que proclama su indiferencia a los asuntos religiosos. Y Francia (Hija mayor de la Iglesia) no se incorporal al laicismo y separación Iglesia-Estado hasta la III República (1870-1875).

Ahora bien, aunque pienso que un Estado democrático no puede ser, en sí mismo, sujeto de ninguna opción (creyente o no creyente), existen en nuestros días Estados Confesionales (Inglaterra -La reina ostenta el título de defensor de la fe- , Dinamarca, Grecia, Islandia, Mónaco, etc.) bien sea por costumbre o tradición y así viene reflejado en su legislación, admitiendo no obstante que otras religiones puedan existir y actuar con libertad, públicamente o en el ámbito privado. En este sentido, encuentro inadecuado aplicar al Estado la acepción del término laico, recogida por la R.A.E, “independiente de cualquier organización o confesión”.

Modernamente, la sociedad cobra conciencia de que el poder de los Estados proviene no directamente de Dios, sino del pueblo y por ello son Estados democráticos, elegidos por el pueblo para dar cumplimiento a su voluntad y derechos.
En ese sentido, pueden entenderse las palabras de nuestra Constitución que dice: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal” (Art. 16,3), pero, sin que por ello, el Estado deje de vigilar y poner los medios para que nadie atente contra la libertad religiosa de nadie: “Se garantiza la libertad religiosa y de culto de los individuos y las comunidades”(Art. 16,1) y “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con las Iglesia católica y las demás confesiones” (Art. 16,3).

Exequias: Desde los tiempos más remotos las diferentes culturas han destacado con peculiar interés el momento de inhumar o incinerar a sus muertos. La Iglesia católica tiene una liturgia especial para los difuntos creyentes que previamente o mediante sus familiares la han pedido. Visto serenamente, considero que las autoridades públicas que quieran asistir a la ceremonia deben hacerlo en condición de privados.
En el caso que se plantea, cuando la iniciativa parte de las autoridades civiles que quieren honrar a un personaje ilustre o compartir el dolor por muerte colectiva, creo que el homenaje a los muertos se debería hacer en un lugar o dependencia administrativa y, a continuación, celebrar las exequias fúnebres en un templo de sus creencias. Ninguna autoridad se vería obligada socialmente a una asistencia forzada.

Quiero concluir recordando que si hubo un tiempo en que la Iglesia católica enseñaba que la única religión verdadera era la católica, que fuera de la Iglesia no había salvación, que era un delirio la libertad religiosa, en el concilio Vaticano II quedó solemnemente declarado y aprobado lo siguiente: “La persona humana tienen derecho a la libertad religiosa. En lo religioso no se debe obligar a nadie contra su conciencia ni debe impedírsele actuar conforme a ella, en privado y público, o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Este derecho, que se funda en su dignidad, se debe reconocer en el ordenamiento jurídico de la sociedad, y se convierte en derecho civil” (DH, Sobre la libertad religiosa, 2).

lunes, 23 de mayo de 2016

La crisis de los refugiados.


Noam Chomsky

En algunos países existe una verdadera crisis de refugiados. En Líbano, por ejemplo, donde al menos un cuarto de la población consiste en refugiados de Siria,​ han recibido ​​esta ola de gente desesperada después de otra que les había llegado desde Palestina y desde ​Irak. Otros países de la región, pobres y golpeados por los conflictos, también han debido dar refugio a inmensas cantidades de personas. Entre ellos Jordania y la misma Siria, antes de que se hundiese en un suicidio colectivo.

Sin embargo, los países que han sobrevivido a la crisis de los refugiados no son aquellos que han tenido alguna responsabilidad en la creación de la crisis. El actual fenómeno de los refugiados es, en gran medida, consecuencia de las acciones de los países ricos y poderosos, esos mismos que ahora llorisquean por el terrible peso que les producen unas pocas víctimas de la miseria, a los que fácilmente podrían echar una mano abriéndole las puertas.

La conocida invasión de Irak por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña produjo el desplazamiento de cuatro millones de seres humanos, de los cuales la mitad huyó a los países vecinos. Los iraquíes continúan huyendo de su propio país, un país que ahora es uno de los más miserables sobre la Tierra después de una década de sanciones criminales seguidas de la masacre de los ricos y poderosos que devastaron y arruinaron el país y, por si fuese poco, iniciaron un conflicto sectario que ahora está destrozando el país y la región en mil pedazos.

No hay necesidad de volver a revisar el conocido rol que jugó Europa en África, que es de donde provienen las otras olas de refugiados, los que ahora deben pasar por el embudo creado por los bombardeos de Francia, Gran Bretaña y Estaos Unidos sobre Libia, acciones que no solo destruyeron el país sino que además lo dejó en las manos de milicias que ahora se combaten unas a otras.

Tampoco es necesario volver a recordar el historial de Estados Unidos en América Central, el que produjo terroríficas cámaras de exterminación de las cuales la gente ha intentado escapar desesperada, uniéndose ahora también a las victimas mexicanas del Tratado de Libre Comercio que virtualmente destruyó la agricultura en ese país, haciéndola inviable en una abierta competencia con la producción de los conglomerados agrícolas estadounidenses, fuertemente subsidiados por el gobierno federal.

La reacción de uno de los ricos y poderosos, Estados Unidos, es presionar a México para mantener alejadas de su frontera a sus propias víctimas, enviándolas de regreso sin misericordia, en aquellos casos en que la víctimas logran evadir los controles. La reacción del otro rico y poderoso, la Unión Europea, consiste en chantajear y presionar a Turquía para que mantenga a los sobrevivientes lejos de su fronteras y arree como ganado aquellos que logren escapar del horror hacia campamentos donde son tratados con brutalidad.

Entre los ciudadanos hay honrosas excepciones. Sin embargo, la reacción de los gobiernos es una desgracia inmoral, aun dejando de lado sus responsabilidades en la creación de las circunstancias que han llevado a toda esa gente a huir de sus tierras para salvar sus vidas.

Toda esta vergüenza no es algo nuevo. Basta con considerar solo el caso de Estados Unidos, el país más poderoso y privilegiado de la tierra, rodeado de ventajas incomparables. A lo largo de su historia les dio la bienvenida a los refugiados europeos para que se asentaran en sus tierras, aquellas tierras que antes habían sido tomadas con brutalidad, eliminando a las naciones nativas que antes las ocupaban. Todo eso cambió con la ley de inmigración de 1924, diseñada para excluir a judíos e italianos. No es necesario entrar en detalles. Aún después de la guerra, se les negó la entrada a aquellos sobrevivientes que todavía permanecían en campos de concentración. Ahora los gitanos están siendo expulsados de Francia hacia condiciones desesperantes en la Europa del Este, es decir, están expulsando a los descendientes de las víctimas del holocausto, si es que a alguien le importa.

La vergüenza persiste y no tiene límites. Sin duda, el tiempo para ponerle un punto final a todo eso ha llegado, sin el cual no podremos nunca alcanzar un mínimo de decencia y de civilización.

- Noam Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge.

Traducción de Jorge Majfud

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Fuente: alainet.org