miércoles, 17 de agosto de 2016

La lucha cotidiana por un mundo mejor.


Ken Loach en Locarno

Sergio Ferrari

Llegó a Locarno. Conmovió a la Piazza Grande. Ganó el Premio del Púbico con su última película I, Daniel Blake. Y ratificó desde el palco principal y la gran pantalla su ya innegociable discurso social y su puño izquierdo cerrado.
Ken Loach, el reconocido realizador inglés de 80 años, reiteró en Suiza su crítica al sistema global y su convicción sobre el valor del trabajo como condición de la dignidad humana.
El nuevo film de Loach, escrito junto con Paul Laverty – el mejor cómplice de su larga producción-, realizado en su Newscattle natal, presenta el drama del carpintero Dan Blacke que ya acercándose a la jubilación debe quitar su trabajo por causas graves de salud.

En el camino de su dramática lucha por sus derechos contra la burocracia, Dan Blacke encuentra a Katie, madre soltera de dos niños, también sancionada por funcionarios arrogantes. La solidaridad entre seres humanos desposeídos y su rebelión común contra un humillante sistema social cada vez más fragilizado por los recortes neoliberales del Estado, animan esta perla fílmica del realismo social británico.

“Creo que mucha gente ha vivido o vive especialmente en Europa una burocracia hecha para hacer enloquecer a los que necesitan el apoyo social y que, paradójicamente, es pagada con nuestros propios impuestos”, subraya Ken Loach a la prensa durante su reciente estadía en Locarno. Y expresa, también, su gran preocupación de futuro, especialmente por la juventud actual que se confronta a la falta de opciones profesionales y alternativas laborales, tal como lo refleja también en su film.

El cine como militancia

Menos de tres meses atrás, el 22 de mayo pasado, al recibir la Palma de Oro del Festival de Cannes con esta misma película, Loach había ya conmovido al público al recordar en su discurso de premiación que “otro mundo es posible”, principal eslogan del movimiento altermundialista y del Foro Social Mundial.
En esa ocasión –como ahora en Locarno- Loach defendió el valor del cine como forma de protesta y crítica contra un peligroso sistema dominante que con sus continuos ajustes neoliberales “ha provocado la miseria de millones de personas…., con una pequeña minoría que se enriquece de manera vergonzosa”.
Entre discurso conceptual e imágenes de denuncia, para Loach no existe fractura alguna sino coherencia total. Ha sido la columna vertebral de su trabajo como director cinematográfico y de TV en sus 50 años de vida profesional. Y se expresa en gran parte de sus más de 30 films producidos.

Desde Kes (1969) hasta el actual I, Daniel Blacke, pasando por obras maestras del compromiso como Land and Freedom (1995), My names is Joe (1998), Bread and Roses (2000), It’s a free world (2007). O perlas como Carla’s Song (1996), a través de la cual Ken Loach reactualizaba el drama de la guerra de agresión contra Nicaragua de los años ochenta y expresaba su convencimiento en la solidaridad internacional intra-humana.

Con la presencia de Loach en Locarno, el Festival de Cine le hizo un regalo a la conciencia ciudadana, al compromiso social y a la certeza que “otro mundo es posible y necesario”.

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